"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Atender a las emociones para tener un corazón abierto y solidario

Con esto de la afectividad se han dado todo tipo de posturas en la historia de la espiritualidad y la psicología humanas, desde las tendencias que han querido ver la madurez en una actitud impasible, racional y fría, hasta las que han identificado la madurez humana y espiritual con la exaltación de lo irracional, la primacía de lo sentimental.
En un estudio sobre el narcisismo Alexander Lowen, psiquiatra creador de la bioneregética, señala como característica fundamental de este trastorno la ruptura interna entre la parte racional y la parte afectiva de la psique. Una división interna que conduce tanto a actitudes robóticas, de aquellos que viven desconectados de su afectividad, como a las actitudes hedonistas de los que viven las emociones como logros o conquistas egoicas con las que llenar infructuosamente una sensación de vacío existencial que toda desconexión con lo emocional produce.
Hoy se habla mucho de inteligencia emocional, de la importancia de prestar atención a lo que se siente, poder reconocerlo y poder atenderlo adecuadamente. Podríamos decir que la inteligencia emocional es la capacidad de vivir el amor de modo inteligente y humano, reconociendo y valorando las emociones como algo fundamental y pudiendo gestionarlas sin disociarlas de nuestra parte racional y volitiva.
La mística cisterciense, la primera mística moderna del amor inteligente, siempre ha tenido en cuenta la importancia de la afectividad para poder humanizarnos en plenitud y para acceder a la experiencia mística o espiritual.
La mística cisterciense no es simplemente una mística afectiva, porque transciende la afectividad integrándola en el conjunto de dimensiones del ser humano, pero tiene muy en cuenta la importancia de ser consciente, y de vivir la afectividad en plenitud, en el camino de madurez que supone el camino espiritual.
Para Bernardo poder vivir la afectividad de modo inteligente es fundamental para que el hombre alcance su pleno desarrollo. Por eso, el primer paso en el camino es conocerse a uno mismo, es decir, practicar esa inteligencia emocional que vive conectada a la realidad emocional y corporal sin perder la racionalidad. Aceptar con gozo nuestras dimensiones emocionales y encauzarlas con nuestra razón.
Pero además la afectividad así ordenada se convierte en el camino por excelencia para unirnos más plenamente a la realidad, a los otros y al Otro (al fundamento dinámico de la realidad en términos laicos o a Dios en términos religiosos). Los senti-mientos (siento y miento), de ser fuerzas irracionales que nos alejan de la realidad, se convierten en e-mociones (moverse hacia), en impúlsos que mueven nuestra inteligencia para profundizar más en lo Real.
Un hombre o una mujer así se convierten en verdaderos sembradores de humanización, de progreso y solidaridad, gente que vive afectuosamente y con firmeza, con razón y corazón, con flexibilidad y estructura, con autonomía y solidaridad, desde una experiencia mística y comprometida.

2 comentarios:

  1. Tengo mis dudas -incluso hoy en una sociedad donde parece que lo femenino va adquiriendo más importancia- de hasta qué punto la sociedad deja que el hombre -como lo masculino- pueda dejar fluir los sentimientos y la emociones o continúa constriñendo e impidiendo su desarrollo. Los sentimientos y las emociones han estado ligadas tradicionalmente a la mujer que era considerada inferior al hombre. Incluso se llegó a dudar de si tenía alma. Bastante de todo eso creo que queda en nuestro mundo actual. Sin excepciones.

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  2. Sí, hay mucho que caminar aún en esta dirección, y es algo que exige no sólo el cambio estructural sino un cambio personal y cultural considerable. De hecho, creo que el modelo capitalista en el fondo responde a un tipo de conciencia que potencia la disociación entre emoción y razón, entre humanidad y medio natural, entre masculino y femenino. Seguramente hay que ir caminando poco a poco hacia modelos más socialistas y hacia un nuevo tipo de conciencia más conectada e integrada. Queda aún un largo camino, así que hay que ir dando pasos en lo que podamos, social y personalmente.

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.