"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

lunes, 28 de marzo de 2011

Martin Buber, por Miguel Ángel Vázquez Medel



“Toda vida verdadera es encuentro”. Martin Buber

La frase del conocido pensador judío viene de su obra más importante, Yo y tú (Caparrós, Madrid, 1998), en la que, desde la fenomenología y con un importante componente personalista, profundiza en el principio de alteridad como constitutivo del núcleo de lo humano: “La palabra básica Yo-Tú sólo puede ser dicha con la totalidad del ser. Pero la reunión y la fusión en orden al ser entero nunca puedo realizarlas desde mí, aunque nunca pueden darse sin mí. Yo llego a ser Yo en el Tú; al llegar a ser Yo, digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro”.

En efecto, la vida humana es mucho más que un hecho biológico material. Nuestra actividad en el mundo de conciencia (en la noosfera o semiosfera, en el espacio simbólico) nos construye como sujetos frente a todo lo demás, que se nos entrega como objeto (ob-jectum), como algo puesto o colocado, arrojado (-jectum) delante de mí (ob-).


Pero experimentamos nuestra plenitud al reconocer que otros objetos son sujetos, que ellos son otro-yo, un tú esencial sin el cual no me puedo realizar plenamente. Por ello, tras el principio de alteridad está el principio de dación, de entrega al otro, desde la gratuidad y la simpatía (en su sentido etimológico de conectar empáticamente, sufrir o gozar con el sufrimiento o el goce del otro). El amor es así un acto metafísico y metapsíquico, que a la vez excede (sin abandonar) el mundo de la physis (naturaleza) y el de la psique. Y que se nos ofrece, se nos abre siempre en el presente, es siempre presencia: “Los seres verdaderos son vividos en la actualidad, los objetos en el pasado”.


Por ello, la categoría encuentro no se refiere en Buber a algo accidental, accesorio, sino a algo esencial para lo humano, fundante, constitutivo de nuestra siempre fugaz plenitud.


El encuentro y el amor se articulan como relacionalidad y como responsabilidad, como respuesta de un Yo a un Tú al que considera un igual, y en una dinámica de reciprocidad enriquecedora. Reciprocidad que experimentamos como conversación y diálogo, como interacción fecunda y no impositiva, tal como entiende Habermas la acción comunicativa.

martes, 22 de marzo de 2011

Entrevista a FRANCESC TORRALBA sobre la Inteligencia Espiritual




La felicidad duradera, a diferencia del bienestar material, es un estado interior, y sólo podemos experimentarlo a través del cultivo de la inteligencia espiritual.

Que no existe un único tipo de inteligencia lo sabemos desde hace mucho. Sabemos que hay personas con una gran habilidad lógico-matemática y una reducida inteligencia lingüística, y otras con una inteligencia espacial muy desarrollada y una notable falta de habilidad emocional. ¿Y la inteligencia espiritual? Es la que nos permite transcender, crear y, en última instancia, ser felices de una manera profunda y duradera.


Francesc Torralba nos lo explica.


¿Qué es la inteligencia espiritual?


Francesc Torralba
: Es una modalidad de inteligencia que también se denomina existencial o trascendente. Completa el mapa de las inteligencias múltiples que desarrolló, hace más de dos decenios, Howard Gardner. Nos referimos a una inteligencia que nos faculta para preguntar por el sentido de la existencia, para tomar distancia de la realidad, para elaborar proyectos de vida, para trascender la materialidad, para interpretar símbolos y comprender sabidurías de vida. El ser humano es capaz de un conjunto de actividades que se no explican sin referirse a este tipo de inteligencia. Es especialmente cultivada en los grandes maestros espirituales, en los filósofos y artistas, también en los creadores.

el ser humano, ¿es un ser espiritual?


El ser humano es un ser que trasciende lo material. Es una unidad de cuerpo y alma. En sentido estricto, no “tenemos” un cuerpo. Más bien vivimos en él, nos expresamos en él, lo gozamos y lo padecemos. Tampoco “tenemos” un espíritu, como si fuera un objeto o una propiedad anexa. Hay en el ser humano algo que escapa a la racionalidad y a la materialidad, un destello de eternidad, un enigma.


¿Cómo se manifiesta esta espiritualidad? ¿Qué nos aporta?


Lo espiritual en el ser humano permite el ejercicio de la libertad y crear un mundo interior, tomar distancia de la vida instintiva. Lo fundamental es invisible a los ojos, decía Saint Exupéry. No se conoce a un ser humano hasta que no se penetra en su vida espiritual, hasta que no nos da permiso para acceder a este territorio. Lo espiritual se expresa en lo corporal, en el gesto, en la palabra, en el silencio, en el obrar y, de un modo particular, en la creación. No tiene una vida paralela; está profundamente arraigado en lo material.

Esta espiritualidad, ¿responde a necesidades prácticas de supervivencia o tiene otro origen?


No sabemos por qué somos seres espirituales. Existen distintas hipótesis. Pero las necesidades espirituales se detectan en todo ser humano, especialmente cuando éste sufre alguna situación límite. Todos deseamos, como decía Albert Camus, vivir una vida con sentido, hallar una salida al absurdo, formar parte de un todo, experimentar la libertad, tomar distancia de la realidad, trascender el tiempo y el espacio. En suma, ser felices.

¿Cuáles son los beneficios de la espiritualidad?


El cultivo de la espiritualidad no se debe comprender como algo paralelo al cultivo de la corporeidad. Ambas dimensiones se entrelazan profundamente. Una persona que vive su vida con sentido, que es capaz de articular su proyecto vital, que puede valorar sus actos y tomar nota de lo bueno y de lo bello que hay en ellos, vive con más plenitud y gozo su existencia que otra que tiene atrofiada la inteligencia espiritual. Los beneficios de la inteligencia espiritual son múltiples: la profundidad, el sentido del humor, la gratuidad, el sentido de pertenencia al Todo, la relatividad de lo que pasa...

¿Cuáles son las desventajas de acallar (o atrofiar) la espiritualidad?


La atrofia de la inteligencia espiritual conlleva graves problemas. El fanatismo, la banalidad, el servilismo, el dogmatismo, el sectarismo y otros graves dramas que atañen al mundo actual son la clara consecuencia de un déficit de inteligencia espiritual. Una persona espiritualmente inteligente tiene capacidad para analizar con profundidad lo que ocurre en su vida y en la vida de los otros, tiene el poder para descubrir sus recursos más íntimos y desconoce el aburrimiento. Tiene un alto grado de libertad, pues sabe relativizar y tomar distancia de los estímulos externos.

¿Cómo podemos desarrollar la espiritualidad?


Los grandes maestros de las grandes tradiciones espirituales enseñan distintos caminos y métodos para cultivar y desarrollar la espiritualidad. Como el cuerpo, la espiritualidad también requiere de una ejercitación para que alcance su plena madurez. La práctica de la soledad, el gusto por el silencio, la contemplación estética, la práctica de la meditación, el diálogo socrático e incluso el ejercicio físico son formas de desarrollar la espiritualidad. No existe un único modo, sino una pluralidad de formas que la historia nos ha legado como un patrimonio intangible.

¿En qué consiste tener una vida espiritual?

La vida espiritual es, en primer lugar, autoconciencia. El ser humano no sólo es capaz de salir fuera de sí mismo y establecer vínculos con los otros y con el mundo sino que, además, es capaz de adentrarse, de dialogar consigo mismo, de tomar consciencia de que existe. Esta toma de consciencia es fundamental para convertir su vida en un proyecto personal, en una obra de arte. La vida espiritual no es, necesariamente, reclusión, ni mucho menos aislamiento de lo que san Juan de la Cruz llamaba el mundanal ruido. Requiere de la soledad, pero también se alimenta de lo que el mundo enseña. La permeabilidad es la base de la vida espiritual. No es una vida paralela a la vida social o psíquica o física. Influye directamente en los modos de interaccionar, en los pensamientos y sentimientos que fluyen por la mente y en el mismo rendimiento físico.

¿A qué llamamos espiritualidad laica, en qué consiste?


Existe una espiritualidad abierta a la trascendencia, pero también una espiritualidad sin Dios, sin iglesia y sin dogmas. En la primera, el ser humano se halla confrontado a un ser que le trasciende, un ser que halla en la más íntima de sus intimidades, un interlocutor que está ahí y con el que establece un diálogo de amor. Este diálogo es la oración. San Agustín le llamaba maestro interior. También existe una espiritualidad laica que entiende el cultivo de la vida espiritual como un diálogo con uno mismo, como una especie de autodiálogo como diría don Miguel de Unamuno. En este segundo caso, existe también vida espiritual, sentido de pertenencia al mundo, incluso puede haber experiencia mística, superación de la dualidad, pero no se reconoce a Dios como interlocutor.

¿Cómo sabemos que la necesidad de trascendencia no es una mera búsqueda de intensidad, de darle un sentido más profundo a la vida, un autoengaño más?


No lo podemos demostrar empíricamente, ni racionalmente. Unamuno lo expresa en un verso de su antología poética: “¿Soy yo creación de Dios o es Dios creación de mi congoja?”. La necesidad de sentido todavía no demuestra que el mundo tenga sentido, pero expresa una carencia fundamental en el ser humano, un rasgo único que le hace particularmente problemático en el conjunto del cosmos, le convierte en un ser paradójico y, a la vez, espiritual. Se trata de una apuesta, pero que no carece de razones.

¿Cómo sabemos que las experiencias espirituales (en la meditación, oración, cánticos) no son sólo experiencias psicológicasquímicas del organismo?

Todas las prácticas de vida espiritual tienen repercusiones en la vida física, psíquica y social. No cabe duda que la repetición de determinados mantras u oraciones o máximas en el seno de la consciencia acaban calando y tienen repercusión en el desarrollo de la persona. Cuando un corredor de fondo se repite a sí mismo que es capaz de seguir corriendo, de superar los obstáculos y de terminar una maratón, este pensamiento positivo, reiterado, tiene efectos directos en el rendimiento, puesto que la fuerza espiritual afecta también la fuerza física.

¿En qué se diferencia la felicidad espiritual de los momentos fugaces de felicidad mundana a los que nos referimos comúnmente?

La sabiduría no es la erudición. La sabiduría tiene como fin la felicidad, la vida plena. Un sabio infeliz es una contradicción en los términos. La sabiduría es el arte de vivir bien. Los grandes sabios de Occidente y de Oriente nos han legado máximas para alcanzar tal estado. No existe una ciencia de la felicidad, pero sí una constelación de itinerarios, de puntos de referencia. La lucha contra la envidia, el resentimiento, los celos, es fundamental para acercarse a tal estado. La felicidad espiritual emerge de lo más profundo del ser humano y no depende de estímulos exteriores, del vaivén de los acontecimientos, del reconocimiento o el aplauso.

sábado, 19 de marzo de 2011

Sacerdotes disidentes frente a la nueva Inquisición, por Jesús Bastante





La jerarquía católica sigue persiguiendo sin freno a quienes, como el Pare Manel, se salen de la ortodoxia. El 15 de julio de 1834, España abolió oficialmente el Tribunal de la Inquisición. Atrás quedaban más de 350 años de persecuciones a judíos, moriscos, luteranos, científicos, literatos y humanistas por parte de un Estado vinculado por lazos férreos a la Iglesia católica. La historia, por fortuna, ha cambiado bastante desde entonces. ¿O no tanto? Casos como el del pare Manel Pousa, figura conocida y respetada en toda Catalunya por su trabajo social y que probablemente acabe siendo excomulgado tras confesar en un libro que había pagado un aborto a una joven, recuerdan cómo la jerarquía católica española no ha sabido recorrer el camino de la modernidad.


José Antonio Pagola, José Arregi, los curas de Entrevías, José Mantero, José María Castillo En los últimos años, son docenas los casos de sacerdotes que han sido perseguidos, de una u otra manera, por la jerarquía eclesiástica española, especialmente desde que la conduce, con mano de hierro, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela.


«La Iglesia también es mi casa, no sólo la de la jerarquía», dice un cura de Entrevías.


El control de la ortodoxia

Algunos fueron separados de sus cátedras, otros “reducidos” (sic) al estado laical, y varios más suspendidos a divinis o forzados a abandonar la Iglesia. El caso de Manel Pousa es, desde el punto de vista del Derecho Canónico, el de más grave sanción. Sin embargo, las persecuciones a todo aquel que se salga del control de la ortodoxia son una constante.


“La obediencia es a la conciencia. Y la conciencia sólo es de Dios”. Javier Baeza es el responsable del “centro pastoral” San Carlos Borromeo, más conocida como la “iglesia roja” de Entrevías (Madrid), que desde hace tres décadas trabaja con inmigrantes, drogodependientes y jóvenes en riesgo de exclusión social. Hace cuatro años, Rouco Varela decidió cerrar la parroquia, aduciendo “graves errores” en la liturgia. Los tres curas, Javier Baeza, Enrique de Castro y José Díaz no siempre oficiaban con el alba, las absoluciones eran colectivas y, en ocasiones, se sustituía la hostia consagrada por una galleta o una rosquilla. Rouco se encontró con la oposición de todo el barrio y de buena parte de la Iglesia de base. No claudicaron y, para variar,lograron torcer la voluntad del cardenal de Madrid.


Decenas de curas han sido sancionados en los últimos años


Cuatro años después, el “centro pastoral” sigue funcionando igual que antes de la persecución. “A nivel eclesial, no hay ninguna relación, aunque hace poco nos visitó el nuevo vicario”, apunta Baeza. Los domingos, a la una, se sigue celebrando misa, hay grupos de oración “donde se comparten los problemas” y, por supuesto, continúa la obra social en San Carlos Borromeo. Incluso se siguen celebrando bodas y bautizos, con el permiso implícito de la jerarquía, que tras intentar acabar con la “iglesia roja” tuvo que echar marcha atrás y permitir que los tres curas permanecieran junto a sus feligreses.


“Todavía no sé por qué pasó lo que pasó”, cuenta el sacerdote, que no oculta que son “ignorados” por la “Iglesia institución”. “Nos admite bien si salimos censurando a los políticos o hablando de la pobreza, pero no acepta que seamos críticos con el funcionamiento de la institución”. Pese a las presiones, los curas de Entrevías no se han planteado abandonar. “Hay muchas cosas que no comparto de la Iglesia, pero no me voy, como tampoco me voy de mi familia aunque me enfade con mi padre. La Iglesia también es mi casa, no sólo la de la jerarquía”, concluye Javier Baeza.


El caso de Mantero


Rouco tuvo que ceder en su intento de cerrar la ‘iglesia roja’ de Vallecas.


Quien sí tuvo que dejar el sacerdocio, y la Iglesia, fue José Mantero, el cura de Valverde del Camino (Huelva) que fue suspendido a divinis tras admitir públicamente su homosexualidad en la revista Zero. Junto al ex carmelita Antonio Roig, Mantero es uno de los dos sacerdotes españoles “cesados” por Roma tras revelar su orientación sexual. Ambos conjuntamente, denunciaron que “la Iglesia ha perdido la vergüenza y la ética” al haber convertido a los homosexuales en “su nuevo enemigo”.

Mantero trató de seguir luchando, desde dentro, por la inclusión de los colectivos homosexuales cristianos en la Iglesia, pero la presión de los grupos ultraconservadores y la cerrazón de la jerarquía a cualquier acercamiento al mundo gay, acabaron por minar sus esperanzas.

Una persecución de 20 años


José María Castillo es uno de los más prestigiosos teólogos de nuestro país. El próximo 13 de mayo la Universidad pública de Granada le concederá el Doctorado Honoris Causa. La sociedad reconoce así el valor de este profesor, que en 2007 abandonó la Compañía de Jesús después de una dura persecución que se prolongó durante más de 20 años.


En 1988, fue castigado junto a Juan Antonio Estrada con la retirada del plácet de la jerarquía como catedrático de Teología de la Universidad de Granada, según Joseph Ratzinger, actual papa, por sus opiniones sobre el dogma de la Trinidad. José Arregi también tuvo que solicitar su salida, en este caso de la orden franciscana, tras enfrentarse al nuevo obispo de San Sebastián, el ultraconservador José Ignacio Munilla. El teólogo vasco acusó al prelado de llevar a cabo una “purga” entre el clero más progresista.


Pensar de forma diferente

“Sólo pido que haya lugar en la Iglesia para poder pensar, enseñar y actuar de manera diferente, y que las opiniones que se consideran erradas se combatan únicamente con argumentos de razón”, afirma el exfranciscano. “Si el cristianismo no quiere convertirse en una pieza de museo o en una secta, deben darse unas enormes transformaciones de fondo: democratización de todas las instituciones, lectura crítica de la Biblia y del dogma, una espiritualidad mística y transformadora más allá de todo dogmatismo y moralismo, aceptación del principio de la laicidad”. Algo que no entra en la cabeza de Munilla, Rouco y compañía.


El último caso conocido es la investigación abierta en el Vaticano contra el teólogo vasco José Antonio Pagola y su libro Jesús, una aproximación histórica (PPC). Los sectores más reaccionarios de la Conferencia Episcopal lograron que la editorial retirara el volumen (tras venderse más de 80.000 ejemplares) y destruyera los ejemplares. Pagola, que sigue siendo sacerdote, se enfrenta a una posible sanción de sus obras, e incluso a la retirada de la venia docendi, lo más parecido a la “excomunión” para un profesor. Y es que, 350 años después de que fuera derogada, la Inquisición en la Iglesia española parece revivir con más fuerza que nunca.


La doble vara de medir de la Iglesia


En mayo de 2006, un año antes de la muerte de Marcial Maciel, Benedicto XVI le conminó a llevar una vida retirada, prohibiéndole celebrar misa en público. Entonces la Santa Sede ya conocía los desmanes del pederasta fundador de los Legionarios de Cristo. Sin embargo, la única medida contra él en vida fue la suspensión de su vida pública. No se le suspendió ni se le excomulgó, como podría suceder con el padre Manel Pousa.


La doble vara de medir ha sido una constante en la historia de la Iglesia. Así, durante siglos pervivieron pontífices que tenían mujer, hijos y amantes con clérigos que eran duramente sancionados -incluso hasta acabar en la hoguera- si rompían el celibato.


La excomunión de Pousa podría sobrevenir por “colaboración” con un aborto, pese a las explicaciones del sacerdote aduciendo a un “mal menor” y corroborada en su lucha a favor de la vida. Roma parece decidida a condenarle. Sin embargo, ningún sacerdotes condenado por abusos sexuales a menores ha sido excomulgado.

viernes, 18 de marzo de 2011

Nueva Presentación en Madrid del libro "La Hermandad de los Iniciados" de José Antonio Delgado.




De nuevo, José Antonio Delgado presentará en Madrid su novela "La Hermandad de los Iniciados" publicada por la editorial Entrelíneas Editores.
En esta ocasión será el jueves 24 de marzo, en la Casa de Soria, calle Carrera de San Jerónimo 5-1º a las 19:30 horas.
Si en la anterior ocasión no pudisteis venir, ahora tenéis una nueva oportunidad de conocer el libro y a su autor, que nos hablará de su contenido y de las ideas principales que podéis encontrar en él. También realizaremos una pequeña introducción al libro Maribel Rodríguez, autora de la introducción, Carmelo Segura, el editor, y un servidor, como lector agradecido de la novela.
El autor define así su obra:

"El libro es un ensayo novelado que se apoya en la hermenéutica junguiana, para mostrar un recorrido sobre los problemas espirituales de nuestro tiempo, con elementos del gnosticismo, la alquimia, el cristianismo primitivo, etc. La historia es sobre un grupo de monjes herejes gnósticos que muestran su evolución y enseñanzas en un monasterio, en el que viven. En dicho libro se tratan los problemas de la religión occidental, de la represión de la sexualidad y de lo femenino y de la evolución de la consciencia humana hacia un mayor sentido de la vida y una mejor comprensión de su realidad, además de otros temas sobre el ser humano de nuestro tiempo, la pareja, etc."
Si os interesa más información:
Aquí os dejo el link a blog de José Antonio Delgado:
También os recomiendo el post realizado por Maribel Rodriguez en su Blog ¿Ser Conscientes?.

http://maribelium.blogspot.com/2011/02/una-nueva-novela-interesante.html
También podéis escuchar una entrevista realizada al autor en el programa "Espacio en Blanco" el día 19 de Marzo del 2011, aquí os dejo dos links. José Antonio comienza a hablar en el minuto 28 aprox del primer link y continúa en el segundo.

1) http://www.ivoox.com/espacio-blanco-i-19-03-11-la-audios-mp3_rf_578920_1.html

2) http://www.ivoox.com/espacio-blanco-ii-19-03-11-la-audios-mp3_rf_578919_1.html

miércoles, 16 de marzo de 2011

Diferentes Visiones del Amor Cortés, el amor erótico al servicio de la espiritualidad.




Definiciones


«En el denominado "amor cortés" el amante se comporta con la amada en forma muy semejante a como debe hacerlo el vasallo con su señor».

Miguel de Santiago [1989:16].


«Durante muchos siglos la idea y práctica del amor habían estado regidas por la libido, y su código era el Ars amandi, de Ovidio. El amor era un impulso de carácter sensual y perfectivo que aspiraba al goce material y al logro definitivo y absoluto. Pero la vida cortesana de los castillos occitánicos en el siglo XII adoptó una nueva y extraña inteligencia erótica en la que predomina la idea deservicio permanente y desinteresado. El es llamado amor cortés. El amante no se propondrá un objetivo o una meta, como es cobrar la pieza de caza y satisfacer en ella un afán de victoria, sino que se mantendrá en un estado de amor que no aspira a ninguna recompensa o galardón. Es un imperfectivo amar por amar que se mantiene permanentemente, a través de múltiples matizaciones como servidor humilde y fiel en homenaje sin esperanza a la mujer amada. Lo característico del amor cortés, en contraste con el amor ovidiano, es la sumisión del amante ante la soberanía de la dama, la señora, de la que nada espera y a la que dedicará toda su vida en actitud de delicuescente melancolía. De ella va a provenir el tono doliente y gemebundo del poeta amante que llora no su desventura ante un fracaso, que sería una solución, sino el paradójico dulce mal de amor con las agravantes de consentimiento y perduración. No hay un grito de pasión triunfal o de rabia ante la derrota, ni una solución definitiva en el juego del amor; no hay pugna mutua de contrarios en la que se vence o se es vencido. La batalla se libra de continuo sin resultado en el interior mismo del poeta-amante que padece y se deleita a la vez en ese estado de amor sin ulteriores consecuencias».

Jesús Manuel Alda-Tesán [1992:29-30].

«Amor cortés, código de comportamiento que definía las relaciones entre enamorados pertenecientes a la nobleza en Europa occidental durante la edad media. Influido por las ideas coetáneas de la caballería y del feudalismo, el amor cortés requería la adhesión a ciertas reglas elaboradas en la canciones de los trovadores, entre finales del siglo XI y los últimos años del siglo XIII, que provenían originalmente de la obra Ars Amatoria del poeta romano Ovidio.


»De acuerdo con esas convenciones, un noble, por lo general un caballero, enamorado de una mujer casada de igual o a veces más elevada alcurnia, tenía que demostrar su devoción mediante gestas heroicas y escritos amorosos, presentados de forma anónima a su amada. Una vez que los amantes se habían comprometido uno al otro y consumado su pasión, tenía que mantenerse en completo secreto. Puesto que, en la edad media, la mayor parte de los matrimonios entre la nobleza no eran más que meros contratos de negocios, el amor cortés era una forma de adulterio aprobado; esto era así porque no suponía una amenaza ni al contrato matrimonial ni al sacramento religioso. De hecho, la infidelidad entre los amantes era considerada más pecaminosa que el adulterio de esta relación extramarital.


»La literatura sobre la tradición del amor cortés incluye obras como Lancelot, del poeta francés del siglo XII Chrétien de Troyes, Tristán e Isolda (1210), de Gottfried von Strassburg, Le Roman de la rose (hacia 1240) de Guillaume de Lorris y Jean de Meun, y los romances relativos a la leyenda del rey Arturo. El tema del amor cortés fue desarrollado en la Vita nuova (Vida nueva, c. 1293), y en la Divina Comedia (hacia 1307) de Dante Alighieri, y en los sonetos del poeta italiano del siglo XIV Petrarca».

[Encarta 99].

Un decálogo


A. D. Deyermond [1973:43] establece algo así como un decálogo
que normalmente siguen los practicantes del amor cortés y que Ildefonso Vega Fernández [1983:16] resume de la siguiente manera:

1. Nobleza del hombre y de la mujer en linaje y conducta.
2. La fuerza del amor presenta a la amada como admirable y engendra virtud en el amante.
3. Normalmente, este amor es adúltero.
4. El objetivo del amante es lograr el trato sexual, dentro o fuera del matrimonio.
5. Es un amor frustrado por imposibilidad de consumación o porque el desastre sigue a dicha consumación.
6. Es trágico y no cómico -pese a su tratamiento cómico en la literatura medieval española-.
7. Frecuente transposición al amor sexual de las emociones y de la imaginería religiosa.
8. El amante reconoce su inferioridad con respecto a la dama, al margen de que sea inferior o no en la vida real.
9. Es escasa las correspondencia de la dama al amor del caballero (al menos en la literatura medieval).
10. Los amantes tratan de encubrir su amor.


Rasgos


«El tratamiento del tema amoroso, en la literatura clásica, fue ampliamente abordado por Ovidio, en su "Ars Amandi", con una visión sensual, erótica, gozosa y placentera.

»En la corte de Provenza, los rasgos del amor cortés difieren del amor carnal de Ovidio, porque representa la forma de sentir de una sociedad distinta: todo el sentido de la vida se concreta en servir al amor. Por él está dispuesto el hombre medieval, desde el s. XII hasta el s. XV, en que surgirá Petrarca con una nueva sensibilidad, a sufrir, penar, ser esclavo..., con tal de ser digno servidor del amor. Sólo sufriendo, el hombre puede amar. Además, ama con la misma veneración que se le tiene a Dios. (...)


»Los rasgos de este amor son los siguientes:


1. La humildad, pues siempre el enamorado se siente inferior a la amada.
2. La cortesía, porque sus formas no son groseras sino refinadas y llenas de delicadeza. Sólo los nobles en linaje y conducta, hombre y mujer, pueden aspirar al amor.
3. La utopía, porque no aspira a conseguir el favor de la amada; sólo le basta con expresarle su admiración y su devoción, sin esperar ninguna recompensa a cambio.
4. El desinterés, porque el poeta no pretende el matrimonio, sino que canta a una dama excelsa y elevada con la que no puede aspirar al casamiento.
5. La frustación, por la imposibilidad de consumar el amor o porque el desastre sigue inmediatamente a la consumación.
6. El secreto, por ser un amor encubierto, no manifestable públicamente.


»Para Lewis, esto es así porque un esposo no podría transmitir un amor apasionado, desinteresado y utópico a la esposa, cuando en su relación con ella, la dama está sometida al marido; es ella la sierva de su señor».

Juan Santaella López [2000:12-14].


Una metáfora: De rodillas ante ella

Metáfora del amante seducido y símbolo del sacrificio divino, el unicornio protagoniza numerosas leyendas medievales.

«Una reelaboración del mito [del unicornio] en sentido profano se encuentra en el Bestiare d'amour de Richart de Fournival, anterior a 1260. Aquí el unicornio representa al amante seducido por el perfume de la Virgen, que Amor, astuto cazador, ha colocado en su camino para hacerlo morir de desesperación. La metáfora se inserta perfectamente en la concepción del amor cortés, con una desviación capital de la alegoría místico-teológica al imaginario erótico. Esta reinterpretación del mito en sentido secular se ve influenciada por los poetas sicilianos y sobre todo por la lírica de los trovadores, que a menudo se sirven de metáforas zoólogicas para describir los rituales del cortejo.


»En el Bestiare d'amour de Richart de Fournival los animales son reconducidos al reino de los cinco sentidos, atraídos por la fascinación femenina. En él, el unicornio se asocia al olfato: "fui capturado también por medio del olfato, como el unicornio, que se duerme al captar el suave perfume de la virginidad de una muchacha [...], y cuando reconoce una por el olor, se arrodilla ante ella y se inclina con humildad y dulzura, como si quisiera ponerse a su servicio". Salta a la vista la referencia al vasallaje amoroso del caballero para con su dama, concepto clave del amor cortés».

Sandra Pietrini [2000:63].

domingo, 13 de marzo de 2011

La Depresión, consecuencia de la persecución de metas irreales, por Alexander Lowen.





La persona deprimida está presa por las barreras inconscientes del “se debería” y “no se debería”, que la aíslan, la limitan y pueden incluso aplastar su espíritu. Mientras vive en esta prisión, la persona devana fantasías de libertad, trama planes para su fuga y sueña un mundo en que la vida será diferente. Estos sueños, como todas las fantasías, le sirven para mantener su espíritu, pero también le impiden confrontar de una manera realista las fuerzas internas que le atan. Antes o después se derrumba la ilusión, el sueño se desvanece, el plan falla y se encuentra cara a cara con la realidad. Cuando esto sucede el individuo se deprime y se siente desesperado.


Cuando perseguimos ilusiones nos proponemos metas poco realistas, creyendo que si las lográramos, automáticamente nos liberarían, restablecerían nuestra capacidad de auto-expresión y nos harían capaces de amar. Lo que es irreal no es la meta sino la recompensa que se supone sigue a este logro. Entre las metas que muchos de nosotros seguimos tan implacablemente están las riquezas, el éxito y la fama. Sin embargo el dinero no da las satisfacciones internas que son las que hacen que la vida merezca la pena vivirse. En muchos casos la tendencia a ganar dinero desvía la energía de actividades más creativas y auto-expresivas, con lo cual el espíritu se empobrece.


A su vez, la tendencia de la fama y el éxito se basa en la ilusión de que no sólo incrementarán nuestra autoestima, sino que además lograremos esa aceptación y aprobación de los demás que parece que necesitamos. Es cierto que el éxito y la fama aumentan nuestra autoestima e incrementan nuestro prestigio en la comunidad, pero estos logros aparentes contribuyen bien poco a la persona interior. Muchos triunfadores se han suicidado en la cumbre del éxito. Nadie ha encontrado el verdadero amor a través de la fama, y muy pocos han superado la sensación interna de soledad gracias a ella. La verdadera vida se vive a un nivel mucho más personal

.
Por lo tanto, se puede definir como meta irreal aquella que conlleva expectativas poco realistas. El verdadero objetivo que hay tras la lucha por el dinero, el éxito o la fama es la auto-aceptación, la autoestima y la auto-expresión. (...) De hecho, cuando una persona tiene que proyectar la imagen de “ser alguien”, indica que en su interior se siente un “Don nadie”.

Si queremos encontrar a la verdadera persona tras la fachada de su conducta social tenemos que mirar a su cuerpo, sentir sus sentimientos y entender sus relaciones. Sus ojos nos dirán si puede amar, su cara nos dirá si es auto-expresivo y sus movimientos nos revelarán el grado de libertad interior. Cuando estamos en contacto con un cuerpo vivo y vibrante, sentimos inmediatamente que estamos en presencia de “alguien”, sin tener en cuenta su posición social. A pesar de lo que se no ha enseñado, la vida se vive realmente en este nivel personal donde un cuerpo se relaciona con otro o con su entorno natural. Todo lo demás es pura tramoya, y si confundimos el teatro con el drama de la vida, estamos en realidad bajo el dominio de la ilusión.


Una meta ilusoria exige una manera de ser, aprobada, porque detrás de esta meta está la necesidad de aceptación. La meta se fija inicialmente durante la infancia, con el deseo de aceptación de los padres, transferido más tarde a los demás.


(...) la lucha por conseguir la perfección reduce la humanidad el individuo y acaba siendo autodestructivo; sólo sirve para ver la imperfección de otra persona.

(...) la cantidad de energía y esfuerzo que se invierte en satisfacer metas irreales es enorme. La depresión se puede contemplar como un aviso que da la naturaleza para pedir que se detenga el insensato gasto de energía y dar tiempo para recuperarse. Aunque una depresión es patológica también es un fenómeno recuperativo. El derrumbamiento es como la vuelta a un estado infantil, y, con el tiempo, la mayoría de la gente se recupera espontáneamente.


La recuperación, por desgracia, no es permanente. Tan pronto como recobra la energía, la persona antes deprimida reanuda su esfuerzo por satisfacer su sueño. Ese rebote desde la depresión es a veces tan brusco e incontrolable que la persona sube tanto arriba como abajo había estado antes. Estos bruscos estado de ánimo que oscilan entre la depresión y la euforia e incluso la manía presagian la inevitabilidad de una nueva reacción depresiva. La euforia se debe a la exagerada presunción de que “esta vez todo será distinto”, de la misma forma que un alcohólico jura que no beberá ni una gota más. Mientras persista una meta ilusoria en el inconsciente y dirija la conducta, la depresión será inevitable.


Si la depresión es tan común hoy en día, es por la irrealidad en que trascurre buena parte de nuestras vidas, por la energía que se dedica a la persecución de metas irreales.

jueves, 10 de marzo de 2011

CONTEMPLACIÓN EN LA VIDA DIARIA (Thomas Merton)




La vida de contemplación en la acción y la pureza de corazón es, pues, una vida de gran sencillez y de libertad interior.


Uno no busca en ella nada especial ni pretende ninguna satisfacción en particular, sino que se contenta con lo que es. Hace lo que hay que hacer, y cuanto más concreto sea, mejor, sin preocuparse por los resultados. Se siente satisfecho con tener buenos motivos para llevarlo a cabo y el pensar que puede cometer errores no le produce demasiada ansiedad.


De ese modo puede nadar en la viva corriente de la vida y estar constantemente en contacto con Dios, en el anonimato y la cotidianidad del momento presente en su evidente tarea.

En este tipo de momentos, andar por la calle, barrer el suelo, lavar los platos, pasar la azada por la tierra para cuidar las alubias, leer un libro, dar un paseo por el bosque… todo ello puede enriquecerse con la contemplación y con la oscura sensación de la presencia de Dios.


Esta contemplación es más pura si cabe porque uno no la “observa” para ver si está ahí. Semejante “caminar con Dios” es una de las formas más sencillas y seguras de llevar una vida de oración, y de una de las más infalibles. Nunca atrae la atención de nadie, y menos aún la atención del que la vive. Y uno pronto aprende a no desear ver nada especial en sí mismo. Este es el precio de su libertad. (Thomas Merton)

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuaresma: Cambiar el luto en danza, por Dolores Aleixandre, teóloga.





Biblioteca de l'École Biblique de los dominicos en Jerusalén: dos de mediodía, allá por abril del año 87. La sala desierta y yo sentada delante de una mesa llena de libros y diccionarios, con toda una tarde de estudio por delante y conectada, como único consuelo, a una emisora de música clásica a través de un pequeño transistor. Desde mi vocación frustrada de directora de orquesta y aprovechando la soledad, me puse a dirigir con la derecha la Sinfonía 40 de Mozart, mientras sostenía un libro con la otra mano. Al cabo de un rato, levanto los ojos y veo a un cura pakistaní, vecino habitual de mesa, parado en el umbral de la puerta mirando hacia mí con asombro. Como de lejos mis pequeños auriculares eran invisibles y sólo percibía el frenesí descontrolado de mi mano, debía pensar: "Esta pobre mujer, tantas horas aquí sentada, ha debido trastornarse un poco...". Hice como que me rascaba la cabeza para disimular, suspendiendo en el acto el concierto. De entrada, me reí por dentro por lo ridículo de la situación, pero luego empecé a verla como una preciosa parábola: ¿y si la fe fuera la música interior a la que damos oído, que nos hace movernos con un determinado ritmo y a realizar unos gestos incomprensibles para quienes no la escuchan?. Y cuando decae nuestra danza ¿no será porque nos hemos desconectado de la frecuencia del Evangelio?

Recuerdo la anécdota al comenzar esta Cuaresma porque me sigue pareciendo que a este tiempo litúrgico le quedan resabios de las costumbres preconciliares y están presentes más componentes de "luto" que de danza. Es verdad que ya no nos dicen aquello de "Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás...", ni vestimos los santos de morado, ni necesitamos tomar la bula (en el colegio nos advertían que no se podía decir "comprar" porque entonces era simonía, pecado con nombre propio que me resultaba a la vez amenazador e interesante). Quizá cantamos otras cosas en vez del "Perdón oh Dios mío, perdón y clemencia, perdón e indulgencia, perdón y piedad", pero aún escucho en alguna parroquia el espantoso "No estés eternamente enojado" que sigue grabando en las conciencias la imagen de un dios enfurecido e iracundo, que se aplaca inexplicablemente cuando nos ve haciendo el Via Crucis o comiendo los viernes pescadilla en vez de pollo.

Pero eso no son más que anécdotas intrascendentes, porque creo que hay algo que nos paraliza más es una excesiva y monotemática insistencia en los aspectos éticos del cristianismo, que hacen de él una cuestión fría y sin alegría. Comentando las consecuencias de fomentar casi únicamente los "imperativos" en vez de los "indicativos", dice Klaus Berger: "Es probable, que esta "espiritualidad", quizá no precisamente dichosa, requiera la ayuda que puede llegarle del modelo del amor y la alegría. Pues probablemente por eso hablan tanto los místicos del siglo XII de amor, de amistad, de abrazar y besar, de alegría contagiosa y de la ternura del corazón: porque la seriedad de la vida austera siempre corre el peligro de malograr el alegre mensaje del Evangelio.(...) Posiblemente son dos las expresiones fundamentales de la espiritualidad cristiana. Una está orientada al Viernes Santo, por mencionar un lugar común, y pone en el centro el pecado, la culpa, el juicio vicario sobre Jesús y la sentencia absolutoria. La otra está orientada hacia la Pascua y pone en el centro la alegría, la bienaventuranza, la transformación y la risa que tiene por objeto la muerte y el diablo. Y no se trata de contraponerlas entre sí, sino de reconocerlas como formas complementarias de piedad." ["¿Qué es espiritualidad bíblica?. Fuentes de la mística cristiana." Sal Terrae, Santander 2001, 202.204]

Vivir la Cuaresma desde la insistencia en nuestra necesidad de conversión como única "banda sonora", puede tener el efecto contrario de lo que pretende y convertirnos (mira por donde...) en gente frustrada por no alcanzar tan altas metas de perfección o, siguiendo la metáfora de la danza, agarrotados tímidamente en un rincón de la sala de baile, torpes de pies y duros de oído para captar la música que intenta seducirnos con su ritmo, incapaces de aventurarnos en un movimiento que no sabemos dónde puede conducirnos.

"¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños que, sentados en la plaza, gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis". (Lc 7,31-32). Así se quejaba Jesús, tratando de sacudir, por medio de un refrán popular, la incapacidad de los que le oían para salir de su anquilosamiento y comenzar a moverse en otra dirección diferente de la que esclerotizaba su mente.

Aquí está de nuevo la Cuaresma, dándonos la buena noticia de que tenemos otra oportunidad para danzar, como la tuvo para dar fruto aquella higuera estéril de la parábola de Jesús (Mt 21,18-19). Otra vez resuena en nuestros oídos la invitación de la carta a los Hebreos: "Así pues, nosotros, rodeados de una nube tan densa de testigos, desprendámonos de cualquier carga y del pecado que nos acorrala; corramos con constancia la carrera que nos espera, fijos los ojos en el iniciador y consumador de la fe, en Jesús." (Hb 12,1-2) El término griego archegós evoca al que va delante, al cabeza de fila, al que inicia la danza, podríamos traducir nosotros, sin equivocarnos demasiado.

martes, 8 de marzo de 2011

La Iglesia tiene algo que decir… pero también tiene mucho que aprender. Entrevista a Rafael Aguirre.




(Jesús Bastante).- Rafael Aguirre es sacerdote, profesor de Teología en Deusto, conferenciante, experto en ética... y, también, coordinador de "Así empezó el Cristianismo" (Ed. Verbo Divino). Un libro "hecho en equipo" entre expertos de varias universidades (Comillas, Deusto y Salamanca). Un libro hecho con "pluralidad capaz de estar en comunión. Sin eliminar las diferencias, respetando las diversidades, y arrimar el hombro para una obra que es de todos". "El Cristianismo de los orígenes era bastante más plural que el Cristianismo de nuestro tiempo", sostiene.


¿Cómo empezó el Cristianismo?


No cayó del Cielo, ni responde a unos decretos fundacionales de Cristo, sino que surge de un proceso conflictivo, que va del año 30 a finales del siglo II.

¿Qué papel tuvo Cristo en el Cristianismo como institución?

El impacto que él produjo en sus seguidores fue absolutamente decisivo, y puso en movimiento una serie de grupos diversos que se vinculaban de diferentes maneras con la figura de Jesús. Asistimos a la salida de Palestina, con los judeohelenistas (Pablo), y se da el paso a un movimiento universal. En un proceso complejo va surgiendo la Iglesia universal, el Cristianismo

¿Qué diferencia hay en el Cristianismo original hacia lo que hoy es la Iglesia?


Desde el punto de vista de los seguidores de Jesús, van construyendo la Iglesia (Ecclesia), lo que ocurre que desde el comienzo ya se va utilizando el término cristianismo. Ecclesia es el grupo de los que se dicen seguidores de Jesús, mientras que el Cristianismo es la cultura que tiene su inspiración en los valores evangélicos y llega al Imperio Romano, y que esto lo realizan mucho antes de contar con el apoyo imperial.

Jesús muere en el año 30-33, y el Edicto de Constantino es de comienzos del S IV...

Podíamos considerar que el proceso constitutivo del Cristianismo concluye en el siglo II. Con sus propias escrituras, elementos organizativos, sus propios ritos... Es muy anterior al apoyo imperial. También es verdad que la ortodoxia surge con los Concilios Ecuménicos, el primero de Nicea (325), que sí cuenta con el apoyo de Constantino. Antes, las decisiones fundamentales ya estaban tomadas. Ya hay un sistema organizativo, ritos propios y una comunidad diferenciada. El Cristianismo de los orígenes era bastante más plural que el Cristianismo de nuestro tiempo. Ya en los orígenes apareció como un movimiento muy plural.


¿Por qué triunfa el Cristianismo?


Por varias razones. Eran comunidades que ofrecían identidad y ayuda material. En un momento de crisis en la ideología oficial. Eran comunidades socialmente heterogéneas y culturalmente mestizas, y esto suponía una cierta novedad histórica. Eran comunidades que, por una parte, muy pronto desarrollaron una capacidad de diálogo con las élites culturales, pero por otra parte, con todo el sistema sacramental, eran comunidades que ofrecían un ámbito de acogida, incluso emocional, a la gente más sencilla.

A lo largo de los siglos, sí se ha impuesto la tesis de que la Iglesia y el poder político han ido de la mano...

Sí, pero eso viene después, con la oficialización de la Iglesia como religión del Imperio. Aquí estamos hablando del Cristianismo de los orígenes, que es el que llega hasta finales del siglo II. Es uno de los fenómenos más apasionantes que se pueden investigar. Es un fenómeno con una gran influencia en la historia anterior. No se puede entender Europa sin entender ese componente esencial, que es el Cristianismo y cómo se forjó. Y desde el punto de vista creyente, la Iglesia ha de volver los ojos a los orígenes, sobre todo en momentos de crisis, para descubrir futuros nuevos.


Estamos en ese momento. Tanto política, como cultural y religiosamente estamos en un momento de crisis que nos obliga a volver a los orígenes. Pero insisto: miramos a los orígenes porque nos interesa el futuro, y porque en los orígenes podemos encontrar posibilidades inexplotadas. Los orígenes a veces se han idealizado, pero en ellos encontramos virtualidades muy importantes.


¿Qué podemos utilizar en la Iglesia que vive hoy que nos sirva en esos orígenes?


Por ejemplo, que el cristianismo tenía un carácter más participativo. Hoy en Europa nos encontramos con un Cristianismo mucho más pasivo, más clericalizado, lo cual quiere decir burocratizado, hay un estamento que parece que lo tiene que realizar todo. En el Cristianismo de los orígenes las comunidades eran enormemente participativas. Era un movimiento muy plural, con gran capacidad de acogida e integración de la diversidad. Encontramos desde la carta a los Gálatas a la de Santiago, y ambas se reconocen, se aceptan. Esta capacidad de aceptación de la diversidad es una de las grandes lecciones que tenemos que aprender en la actualidad.


La Iglesia institución hoy, ¿ha perdido alguno de sus orígenes o valores?

Con el paso del tiempo, el proceso de institucionalización.... Hay mucho polvo del camino que se va pegando. Hay una evolución perfectamente legítima: sería anacrónico pensar que en los orígenes encontramos un retrato fiel de lo que debe ser la actualidad. Encontramos inspiración y posibilidades que no se desarrollaron. Por ejemplo: un protagonismo muy notable de la mujer, que se constata en los Evangelios y en las cartas de Pablo. Quizá ese es un elemento que la Iglesia debe desarrollar en profundidad. En los orígenes encontramos la capacidad de expresar lo ocurrido en Galilea, y hoy tenemos que distinguir entre lo que es fe cristiana y la expresión cultural. El paradigma cultural ha cambiado: tenemos que hacer lo que hicieron en su tiempo. Expresar la fe en el mundo en el que nos ha tocado vivir. En un mundo globalizado, el cristianismo tendrá que saber expresarse en culturas muy diversas.


Esa apertura fue el primer paso de lo que luego fue el Concilio Vaticano II....

Esa fue la gran aventura del Concilio. Lo que pasa es que cuando se toman decisiones innovadoras, se plantean problemas nuevos. Y eso ocurrió en el Concilio. Cuando se trata de recorrer caminos inexplorados, te encuentras con problemas que no conocías. El problema es que entonces te encuentras con mucha gente que quiere dar marcha atrás. Yo no creo que esa es la postura adecuada: habrá que corregir defectos, enderezar rumbos... pero las opciones que tomó el Concilio Vaticano II fueron muy importantes. Es semejante al I Concilio de Jerusalén, cuando los jerosolimitanos aceptaron lo incomprensible: la decisión de los judeocristianos de Antioquía de abrirse a los gentiles. El Cristianismo se estaba jugando en ser una secta judía o convertirse en universal. Quizá hay una opción semejante en el momento del Vaticano II. Nos abrimos de verdad a la cultura de la modernidad, o permanecemos encerrados en nuestro eurocentrismo. Y todavía seguimos debatiéndonos.


Pedro y Pablo se enfrentaron, riñeron... Y sus tradiciones se reconciliaron, pero la tensión entre ellos fue muy dura. Hay que saber gestionar los conflictos, pero una comunidad viva tiene que tener conflictos, si no, no crece. Cuando hablamos en cristiano, con doble razón: porque tenemos que saber comportarnos como hermanos incluso en medio de conflictos. Tenemos que ser respetuosos y fraternos siempre.


Hablando de Pablo, de los gentiles, de la apertura... Benedicto XVI ha hecho suya la recreación del "atrio de los gentiles". Tenemos un proyecto en París a finales de marzo. ¿Cómo ves esos proyectos?

Yo lo veo muy bien. Todo lo que sea el diálogo franco y sincero con la sociedad es absolutamente necesario. Este Papa está muy preocupado con el diálogo con la cultura europea, y es legítimo. Pero el Cristianismo tiene que dialogar con otras culturas en el mundo globalizado. Y pienso especialmente en Asia. Que la Iglesia más que madre y maestra, se considere hermana de la Humanidad, que camina fraternamente con la Humanidad. La Iglesia tiene algo que decir, no lo oculta, lo propone, pero también tiene mucho que aprender. Tiene que tener capacidad de escucha para legitimar su capacidad de propuesta. El diálogo no es una simple estrategia para "vender" nuestra mercancía. Cuando nosotros dialogamos porque estamos convencidos de que tenemos que aprender. Eso no es debilidad de nuestras convicciones, sino la limitación de nuestros horizontes.

domingo, 6 de marzo de 2011

La necesidad de avanzar en las reformas iniciadas en la Liturgia de las Horas tras el Concilio Vaticano II, por Xabier Pikaza.





Introducción. Liturgia, la “obra de Dios”

Esa oración cristiana se arraiga, por un lado, en la plegaria de los sacerdotes y levitas de Israel que veneraban a Yahvé mañana y tarde, en el ámbito del templo, con salmos y con cantos, con incienso y sacrificios. Por el otro, ella se funda en la historia más antigua de los pueblos que han alzado a Dios su canto y su plegaria, en las jornadas especiales de júbilo y de fiesta.

Cantar y bailar de gozo por la vida, por el don de existir, y así decirlo juntos cada día, al Dios de la mañana y de la tarde. Esa es la obra de Dios, el gozo de los hombres, algo que está por encima de toda obligación.

Nosotros, los cristianos, asumimos gozosos la herencia universal de la oración de los diversos
pueblos de la tierra, pero hemos querido retomarla y recrearla desde Cristo, nuestro Hermano Orante.

Sabemos con Pablo que la auténtica liturgia está enla vida. Es la vida de Jesús que se ha ofrecido al Padre, en un camino de entrega por los hombres (cf.Heb 8-10). Es la vida de los fieles que presentan ante Dios su misma voz y su existencia como ofrenda inmaculada, pura y santa (cf. Rom 12, 1-2).

En ese aspecto, no podemos olvidar que la liturgia verdadera es la existencia en cuanto tal, es el conjunto de la vida interpretada como don y realizada como ofrenda, abierta a Dios, en comunión de amor hacia los hombres.



Sólo si la vida entera es ya liturgia, puede haber unos momentos especiales de liturgia dentro de la vida. Son momentos que explicitan y concretan en forma de alabanza externa y canto, de vivencia y sentimiento, lo que expresa cada día nuestra vida.

Es normal que los cristianos, desde tiempos muy antiguos, hayan cultivado momentos especiales de alabanza, transformando su existencia y la existencia de este mundo en voz de canto. Actuando de esa forma, no han querido inventar nada: asumen la vida de Jesús y, desde dentro del camino de este mundo, con los pueblos de la tierra, hacen del mundo flor y canto de acción celebrativa.

Una liturgia de este tipo debe hallarse muy fundada en la experiencia concreta de los hombres. Por eso ha de brotar, casi espontánea, de la vida de los fieles: explícita en voz de canto, en plegaria compartida, el ritmo y alabanza de la misma vida. Por eso, junto a los salmos de Israel, actualizados por Jesús, resultan necesarios en esta perspectiva los salmos y los cantos de plegaria de los pueblos y culturas de la tierra. Esto es lo que, partiendo del Concilio Vaticano II, ha querido explicitar la nueva Liturgia de las horas.

Lo ha querido hacer, pero quizá no lo ha logrado de manera suficiente, al menos a mi juicio. El modelo que el «orden» de liturgia que la iglesia Católica sigue presentado a los diversos pueblos de la tierra es todavía, tras el Concilio Vaticano II, un orden demasiado romano, muy centralizado y hierático.

Creo que no asume de manera suficiente las distintas experiencias orantes de los pueblos y culturas de la tierra. Pero la intención de fondo es buena y el camino se ha empezado. Quizá en algunos años, los cristianos de la India, China, África y América Latina... podrán re formular sus formularios de alabanza litúrgica, partiendo de los salmos de Israel, del evangelio y de sus propias tradiciones religiosas.



Por ahora pensamos que se puede y debe ahondar en el modelo latino ya existente, que ofrece todavía grandes posibilidades de oración abierta, compartida, gozosa y hasta creadora.

1. EL FORMULARIO LITÚRGICO.
Vaticano II, Pablo VI

El Vaticano II, en su Constitución sobre la Sagrada Liturgia (83-101), habló del Oficio Divino (Opus Dei, alabanza), resaltando su carácter de oración eclesial.



Sobre esa base, Pablo VI inició una reforma que ha quedado reflejada en la Ordenación General de la Liturgia de las Horas (Laudis Canticum, 1970). Éstos son, a mi juicio, sus aspectos principales:

• El Oficio divino se ha desclericalizado.

Deja de ser oración casi secreta para clérigos y monjas y se viene a convertir en formulario de plegaria para todos los creyentes. De ese modo quiebra la antigua división que separaba oraciones litúrgico-oficiales (especiales para el clero) y otras formas de oración piadosa propias de los simples fieles. De ahora en adelante, los diversos grupos de creyentes se encuentran invitados a participar en una misma oración oficial y solemne de la iglesia, celebrada en lengua popular y adaptada a las variantes de cultura y tiempo.

• Esta oración se ha vuelto más comunitaria.

Ciertamente, religiosos y canónigos rezaban en común su breviario (Oficio divino). Pero los clérigos normales (seculares) lo rezaban en privado, como devoción particular de consagrados. Pues bien, de ahora en adelante, sin perder su carácter personal, la Liturgia de las horas cobra un carácter más comunitario, como forma de plegaria abierta a grupos parroquiales, movimientos de cristianos y diversas comunidades «de base». Parece normal que el presbítero o pastor celebre su Liturgia de las horas, de manera normal, con los creyentes que forman su parroquia o grupo de alabanza.

Esta oración puede ser más creadora.

La escisión que antes había entre oraciones oficiales y plegarias más privadas (más devocionales) de los fieles ha venido a ser causa de escándalo y motivo de ruptura dentro de la iglesia. La oración oficial no enriquecía la vida de los fieles. Por su parte, esos fieles, un poco abandonados a su propia forma de plegaria, han terminado cayendo muchas veces en formas de piedad emocional, sin hondura teológica ni fuerza cristiana. La causa de ello ha de buscarse en la falta de creatividad de una jerarquía que se hallaba demasiado centrada en sus propias tradiciones y seguridades.

2. RENOVAR LA LITURGIA

Han pasado 40 años desde la reforma del Vaticano II y de Pablo VI, y son muchos (entre ellos, quizá, el responsable vaticano: Card. D. A. Cañizares),los que piensan que se ha ido demasiado lejos, que tenemos que “atar y muy atar” la liturgia orante de la Iglesia, trataré este tema en los próximos días, pero pienso que el problema no está en volver atrás, sino en avanzar, en la línea del evangelio.

Ha llegado el momento en que, junto a la celebración del recuerdo de Jesús (eucaristía), los fieles de la iglesia puedan acceder, personal y comunitariamente, a unos esquemas de oraciónque, siendo oficiales o litúrgicos, resulten creadores y gratificantes. Hasta el día en que la iglesia sea capaz de ofrecer a sus distintos grupos de creyentes un espacio de oración abierta y creadora, hay algo que no marcha en la llamada reforma del Oficio de las horas.

• Esta oración será más cristológica
, es decir, más arraigada en el misterio de Jesús, el Cristo, en su libertad y entrega orante, en su gozo desmedido.

Hasta ahora, la Liturgia de las horas resultaba demasiado veterotestamentaria, muy centrada en los salmos de Israel. Por su parte, las devociones populares de los fieles se encontraban teñidas de sentimentalismo poco denso. Juzgo que ese estado de cosas debe terminar. Queda el AT con sus salmos, deben aceptarse las modas de los tiempos. Pero, más allá de todo eso, la liturgia de la iglesia habrá de hallarse mucho más centrada en la apertura haciaJesús, el Cristo. A no ser que la presencia cristológica se exprese con más fuerza de misterio, de exigencia y de poesía, mucho temo que el esfuerzo de reforma venga a resultar baldío.

Ha llegado el momento de asumir con plena madurez y seriedad la palabra originaria de la iglesia: «lex credendi, lex orandi», la oración refleja y explícita el contenido de la fe. Por eso, una oración que no resulte radicalmente centrada en Jesucristo y su evangelio de amor hacia los pobres es contraria a la exigencia y al misterio de la iglesia.

• Finalmente, esta oración ha de encontrarse más unida con la vida.

Tenemos una especie de divorcio entre liturgia y existencia
... Por eso la oración se entiende como refugio peculiar para guardarnos de los males de este mundo. Pues bien, es necesario que unamos estos dos momentos. ¿Cómo? Haciendo que ore nuestra misma vida: la existencia plena, el ser del mundo debe ponerse ante el Señor en gesto y palabra de alabanza. A través de la oración, dejamos que la vida se expanda ante el Señor y se refleje, en toda su dureza, su esperanza, su exigencia. Sólo así podremos recuperar la vida en Dios y realizarla, sabiendo que Dios mismo la potencia, la sostiene y transfigura.

Todos estos elementos de la nueva adaptación del Oficio divino se han venido a explicitar (al menos inicialmente) en el nuevo formulario de la Liturgia de las horas que los fieles celebran en la iglesia.



Interpretado al trasluz de una casuística jurídica de tiempos anteriores, ese formulario debería cumplirse hasta el último detalle, en rúbricas, palabras, gestos, por el orbe entero de la tierra. Hoy entendemos mejor esa exigencia, en un nivel más hondo de creatividad y compromiso orante.

Los esquemas que ofrece la Liturgia de las horas constituyen un modelo de oración abierta, rica, universal, que nos permite asumir día tras día, año tras año, el ritmo de plegaria del conjunto de la iglesia. Normalmente ha de seguirse. Pero los orantes saben emplear la libertad que les ofrece ya el espíritu eclesial para adaptar su ritmo de oración en días y tiempos especiales, conforme a las culturas que están vivas dentro de la iglesia. Cada comunidad cristiana asumirá su propia tarea creadora, adaptando su esquema de oración, a partir del formulario oficial de la Liturgia de las horas.




Sólo de ese modo se mantienen vivas las palabras viejas. Partiendo de los textos oficiales, cada comunidad concretará su ritmo de alabanza, en un esquema donde caben tiempos de silencio, de meditación compartida y de plegarias personales.

3. CONSAGRACIÓN DEL TIEMPO

La oración es una forma privilegiada de asumir el tiempo como don de Dios y de crearlo humanamente como ritmo significativo de realización para los hombres
. Desde el modelo de liturgia cristiana, trazaré unos rasgos de oración del tiempo, destacando las horas del día, los días del año, los años de la vida.

A) LAS HORAS DEL DÍA

La liturgia es oración de las horas que aparecen definidas como tiempo de misterio. La alternancia de día y de tiniebla trasciende el ritmo cósmico y se viene a convertir en expresión de gracia: gracia es la mañana con su luz recién amanecida, y gracia la llegada de la tarde con las sombras que invitan a plegaria. Partiendo de los ritos de Israel, que se suponen cumplidos por Jesús, la iglesia ha establecido desde antiguo un ritmo de plegaria que destaca algunos elementos de eso que llamamos la Liturgia de las horas.

1. Hay una oración de la mañana

que es el tiempo de alabanza (Laudes): al romper el día, con el sol que emerge de las sombras, celebramos la pascua de Jesús que triunfa de la muerte. Este es el tiempo de la luz y de la vida, es el momento en que asumimos otra vez la creación y así cantamos la grandeza de Dios en cada una de las cosas. Por eso reasumimos los salmos de alabanza de Israel y con su anciano sacerdote Zacarías preparamos la llegada de Jesús, el sol que nace de lo alto (cf. Benedictus, en Le 1, 68-79).

2. Hay una oración de la tarde,

que es tiempo de recogimiento agradecido (Vísperas): al acabar el día, los creyentes vuelven del trabajo a la plegaria, celebrando la grandeza de Dios que nos invita a su descanso. Este es el tiempo de la acción de gracias, que convoca en unión fraterna a los hermanos; por eso ellos evocan la presencia de María y cantan con ella su Magníficat, pidiendo a Dios que eleve a los pequeños-oprimidos y que sacie de pan a los hambrientos (Le 1, 46-55), de manera que todos podamos ya sentarnos a la mesa del amor común y la alabanza.

3. Hora intermedia.

Entre esos dos momentos fuertes de plegaria, la iglesia ha introducido otro que, a falta de un nombre mejor, solemos llamar Hora intermedia; ella se viene a celebrar y realizar en un momento de descanso en medio del trabajo. Estrictamente hablando, esta es la plegaria del trabajo. Por eso evocamos el canto del martillo, el giro de la rueda, la eficacia de la mano, el cansancio de la mente (cf. himnos de este tiempo). Envueltos en un mundo que labora, elevamos hacia Dios nuestro latido: el gozo de una tarea realizada o la vivencia del fracaso; la alegría de los campos en sazón o la fatiga de una tierra que parece estéril; la ganancia del esfuerzo o la fatiga inútil, angustiada, de la falta de trabajo. Desde el centro del día, en eso que llamamos Hora intermedia, elevamos a Dios nuestra plegaria de la vida, mientras vamos cumpliendo su palabra de labrar y fecundar la tierra.

4. También hay una oración de la noche,

como tiempo de entrega de la vida en manos de Dios, conforme a la palabra del anciano Simeón (Le 2, 29-32). Esta es la oración del hombre que, al final de la jornada, hace un examen de conciencia de sus horas y pone su existencia en manos del descanso, que es el signo de la muerte-pascua. Esta es la oración del sueño que ofrecemos ante Dios como alabanza en el reposo del cuerpo, al ritmo lento de la respiración, en el sosiego de la mente que nos lleva hacia el descanso de Dios mientras dormimos. Esta es oración de pasividad y muerte, allí donde los límites del hombre se tornan más patentes y Dios mismo viene a revelarse ya como descanso (muerte y pascua). Ciertamente, esta plegaria no se puede interpretar sin más como un somnífero en sentido corporal, pero ella lleva en sí una garantía misteriosa de descanso y esperanza. Por eso se ha llamado oración de las Completas, es decir, de aquello que llena y plenifica nuestra vida.

5. Hay finalmente una oración meditativa,

que en la nueva liturgia se ha llamado Oficio de Lecturas. Antiguamente se solía celebrar de madrugada, en los nocturnos de «maitines» (primera mañana, antes de amanecer). Pienso que sería conveniente conservar algunas veces este encuadre de silencio y noche: los creyentes meditan y reviven el misterio cuando el mundo duerme, preparando así la vida y el trabajo que deben reasumir en la jornada. Pero esta oración meditativa, centrada en la lectura reposada de la Biblia y de los libros santos de la iglesia (y de la historia), tendrá que realizarse de ordinario en los momentos que resulten más estimulantes y apropiados para los creyentes. La oración se vuelve así meditación, tiempo de encuentro personal con el misterio que yo asumo y recreo cada día en mi experiencia.

B) LOS DÍAS DEL AÑO.

El tiempo de oración tiene otro ritmo más extenso, más lento y sosegado, de manera que ella viene a presentarse como liturgia de los días en un plano cósmico, cristiano y personal.



Hay una oración de los tiempos del cosmos que se expanden, se completan y repiten cada año. A través de la alternancia de las estaciones, con el ritmo de la siembra y la cosecha y el retorno de las posiciones solares (y lunares), el año constituye para todos los pueblos agrícolas antiguos un espacio unitario de plegaria: vuelven las mismas situaciones, se reiteran las palabras de gozo, invocación o llanto, se celebran las mismas ceremonias.

También nosotros, los cristianos, conservamos y, de un modo muy profundo, recreamos este ritmo anual de la plegaria: Cristo es sol que se levanta, Cristo es pascua; a Dios miramos y cantamos, como creador primero y salvador final, mientras respira y rueda año tras año el viejo cosmos. Invierno y primavera, verano y otoño son para nosotros «estaciones» o paradas diferentes de una misma marcha de plegaria. Pero esa marcha tiene ya un ritmo cristiano, de manera que los días del año se dividen en un tipo de esquema trinitario.

Desgraciadamente, la nueva ordenación de la liturgia, pensada de manera demasiado racional (racionalista), ha diluido los momentos de ese esquema al suprimir el ciclo de Pentecostés y convertirlo en «tiempo ordinario». Pienso que debemos conservar el orden más antiguo de los días del «año cristiano», destacando desde Cristo sus tres grandes estaciones o sus tiempos.


• Primero se halla el tiempo de adviento-navidad, más vinculado al misterio de Dios Padre:
es tiempo de esperanza que nos lleva hacia Israel, para encarnarnos nuevamente en Cristo, naciendo con él a la existencia de la gracia.

• Luego viene el tiempo de cuaresma-pascua, que nos introduce en el camino de Jesús, el Hijo: es tiempo de entrega en el que todo está dispuesto para que muramos con el Cristo, renaciendo o mejor resucitando en actitud de pascua.

• Finalmente, el tiempo de pentecostés se encuentra vinculado al misterio del Espíritu y se extiende desde su venida (domingo de pentecostés) hasta el final del año cristiano (domingo de Cristo rey, día del juicio/perdón del Señor o parusía). Este es tiempo de vida renovada y compromiso misionero abierto a todos los hombres de la tierra.

Esta oración de los días del año debe actualizarse de manera personal. Como hemos visto, el año tiene un ritmo cósmico (cuatro estaciones) y otro cristiano (tres tiempos litúrgicos). Lógicamente, nosotros reasumimos esos ritmos y los transformamos muy por dentro de manera que podemos celebrar y celebramos un «año personal» de encuentro con Dios y de plegaria, que sólo puede precisar y valorar aquel que lo realiza. De esa forma, los ciclos del cosmos (khronoi) y los momentos salvadores del año cristiano (kairoi) se convierten para nosotros enpunto de partida o signos de un «kairos personal»: debo asumir y realizar mi propio ritmo de encuentro con Jesús, en un camino que comienza en el Antiguo Testamento (adviento) y me conduce por la muerte-pascua hasta la gloria final (la parusía). Dentro de ese ritmo voy hallando mis momentos de gracia y conversión, de entrega y esperanza. De esa forma voy trazando y recorriendo mis años de plegaria, en un camino siempre repetido y siempre nuevo.

C) LOS AÑOS DE LA HISTORIA

Esos años de plegaria a que aludía el apartado precedente enmarcan un camino que no puede ya planificarse. Por eso, al llegar a este nivel terminan los esquemas objetivos, más universales, y comienza la aventura personal de la existencia, abierta a Dios en Cristo.

Comienza la aventura, pero no es búsqueda ciega en un camino sin señales. Tenemos, ante todo, la señal israelita. Cuando oramos y buscamos, nos valemos de los salmos: avanzamos con el pueblo de la alianza, con los hombres y mujeres que tendieron desde lejos al misterio. Por eso, en actitud de nuevo adviento, podemos revivir en nuestra historia personal los años de la historia israelita: así escuchamos la llamada con Abrahán y caminamos con Moisés por el desierto; pasamos por el mar con los hebreos liberados, sufrimos cautiverio en Babilonia y esperamos la liberación de Dios que prometieron los profetas. De ese modo, los años de nuestra oración están prefigurados y anunciados en los años de plegaria de la historia israelita.

Tenemos, ante todo, la señal de Jesucristo. Por eso cuando oramos volvemos a su historia para actualizar todo el camino de su vida y de sus gestos. Así aprendemos a orar al encarnarnos, descubriendo que la auténtica plegaria es gesto de inmersión en nuestra historia. Y descubrimos también que la oración es siempre pascua: estar muriendo con Jesús, actitud de entrega abierta hacia los otros. Esta señal de Jesús va definiendo y enmarcando nuestros tiempos de plegaria como vocación (llamada de Dios), tentación (riesgo de perdernos, buscando otro camino), transfiguración gloriosa, etc. Por eso, los anillos que definen y señalan nuestro verdadero crecimiento humano son anillos de plegaria: nuestros años de vida sólo pueden contarse en relación a Cristo, como espacios o momentos de un acercamiento dialogal que ya culmina con la parusía...

CONCLUSIÓN. ANOTACIONES PRÁCTICAS.

Pero dejemos ese plano de principios. Sabemos ya que la Liturgia de las horas constituye la conciencia orante de la iglesia. Por eso debe ser cuidadosamente preparada y celebrada. No basta repetir unas fórmulas, debemos recrearlas. No basta con oír unas palabras, es preciso convertirlas en principio de alabanza. Por eso hay que insistir en la exigencia creadora de las comunidades cristianas, a fin de que el esquema oficial de la Liturgia de las horas pueda abrirse suscitando espacios de oración intensa y jubilosa. Sin oración, la iglesia acaba perdiendo la conciencia de sí misma.

Si la oración no es fuerte, o si ella o se diluye entre repliegues de puro sentimiento, esa conciencia acaba haciéndose alienada. La Liturgia de las horas sólo puede llegar a convertirse en oración auténtica si, uniéndonos a Cristo, nos permite vivir desde la urgencia de este mundo.


Hasta ahora, esa liturgia se encontraba demasiado ligada a una visión estática del cosmos. Por eso se alababa a Dios partiendo del sosiego y equilibrio de la naturaleza. Sin perder ese valor, hay que expresar más la vivencia del trabajo que transforma los objetos de la tierra. Hemos de orar desde la entraña de este mundo conflictivo donde son fundamentales el trabajo, la justicia, la hermandad entre los hombres. Pienso que esta perspectiva no ha incidido de manera suficiente en nuestros rezos.

La verdadera reforma del Opus Dei, Oficio divino, no ha empezado todavía. Éste es quizá el tiempo dispuesto para el cambio, pues algunos en el Vaticano quieren volver atrás e imponer unos ritos y ritmos de oración cerrados en lo puramente sacral.

son muchas las comunidades que en Europa y América Latina, en todo el mundo, han empezado a orar en gesto activo, desde el mismo campo de trabajo y compromiso de la tierra. Por eso, ahora, partiendo del camino de Jesús, van a surgir en el contexto de la iglesia formas nuevas de oración comunitaria.


Ha de surgir una liturgia más profunda y creadora, más abierta hacia el misterio, pero, al mismo tiempo, más cercana a los dolores y trabajos de los hombres de este tiempo.

Esa oración será recuerdo de Jesús, plegaria que se eleva hacia el misterio con las voces más pequeñas de este mundo, recitada en común o compartida. Será también oración meditativa, que permita recoger en lo más hondo del propio corazón el gran misterio del amor de Jesucristo, de su entrega por los hombres. Pero, al mismo tiempo, habrá de ser Plegaria abierta a lo contemplativo: capaz de convertir nuestra existencia en un camino de inmersión en el gran cuerpo mesiánico y divino de Jesús,el Cristo.

Para que esto se realice, es necesario que, fundados en el compromiso de Jesús en favor de los pequeños y los pobres, vivamos la Liturgia de las horas como fiesta de alabanza. Esa actitud de fiesta no se puede asumir todos los días con igual intensidad.

Por eso habrá jornadas de oración sencilla, en que se siga sobriamente el ritmo de los textos oficiales.

Pero en días especiales de domingos y de fiestas, juzgo necesario que se ponga de relieve el valor celebrad lo que implica la alabanza. Es conveniente que el espacio de plegaria se prepare con símbolos de fiesta. Es necesario que los mismos orantes se preparen para el gozo y alabanza, no sólo en lo interior, sino también en forma externa. Es aquí y no en la vida ordinaria de trabajo donde tienen su sentido los vestidos corales de los monjes y las monjas (es decir, los hábitos). La misma actitud celebrativa ha de expresarse en cada uno de los gestos: los ritos exteriores y lecturas, las luces y los cantos. Si no tiende a reflejarse algunas veces como gesto de alabanza bien gozosa, bien festiva, la Liturgia de las horas pierde pronto su valor y su sentido. Sólo así puede surgir la fiesta de la fraternidad.


La liturgia no se entiende como gesto de evasión de unos creyentes especiales que han huido de este mundo; es ámbito de encuentro, lugar donde los fieles oyen y celebran la palabra, para convertirse de esa forma en compañeros de Dios sobre la tierra, hermanos. Como hermanos buscan la justicia, superan los problemas, cantan. Cesan de esa forma las antiguas divisiones, los enfrentamientos, las rupturas. Los creyentes participan de la gracia común en la plegaria. Así se vuelven capaces de entender lo que supone la justicia sobre el mundo, estando ya comprometidos por lograrla.

APLICACIÓN

Nivel personal. Estudiar la estructura y elementos de las horas del Oficio divino, precisando sus aspectos más significativos. En esta perspectiva pueden ayudar estas sencillas reflexiones: laudes y vísperas se muestran como liturgia de alabanza al comenzar el día y al caer la tarde; la hora intermedia es liturgia del trabajo, expresión de la obediencia de los hombres que, siguiendo la palabra de su Dios, laboran en la tierra; completas es liturgia del descanso, la expresión del sueño como signo de misterio; finalmente, el oficio de lecturas es liturgia de la meditación, tiempo de encuentro personal con la palabra. ¿Cómo vivimos cada una de esas horas? ¿Cómo venimos a expresarlas después en nuestra vida?

• Nivel comunitario. Nuestra comunidad o grupo orante ¿celebra la Liturgia de las horas?, ¿con qué intensidad y frecuencia?; ¿cómo se vincula esa liturgia con otras formas de plegaria (carismática, liberadora, eucarística...) que también utilizamos? Programar una posible celebración comunitaria (¿diaria? ¿semanal? ¿mensual?) de la Liturgia de las horas en comunidades de base, en grupos de reflexión cristiana o parroquias.

(Tomado de X. Pikaza, Para vivir la oración cristiana, Verbo Divino, Estella)

viernes, 4 de marzo de 2011

La poetisa, la mística y la gata por Leonardo Boff.




La Iglesia católica italiana viene presentando a lo largo de su historia una contradicción fecunda. Por un lado está la fuerte presencia del Vaticano, representando a la Iglesia oficial con su masa de fieles mantenidos bajo un vigilante control social por las doctrinas y especialmente por la moral familiar y sexual. Por otro, está la presencia de cristianos, laicos y laicas, no alineados, resistentes al poder monárquico e implacable de la burocracia de la Curia romana, pero abiertos al evangelio y a los valores cristianos; sin romper con el papado, aunque críticos de sus prácticas y del apoyo que da a regímenes conservadores e incluso autoritarios.

Así tenemos en el siglo XIX la figura de Antonio Rosmini, fino filósofo y crítico del antimodernismo de los Papas. En tiempos recientes identificamos a figuras como Mazzolari, Raniero La Valle, Arturo Paoli, la eremita Maria Campello. Entre todos destaca Adriana Zarri, eremita, teóloga, poetisa y eximia escritora. Además de varios libros, escribía semanalmente en el diario Il Manifesto y quincenalmente en la revista de cultura Rocca.

Era durísima con respecto al actual curso de la Iglesia bajo los papas Wojtyla y Ratzinger, a quienes acusaba directamente de traicionar los intentos de reforma aprobados por el Concilio Vaticano II (1962-1965) y de volver a un modelo medieval de ejercicio de poder y de presencia de la Iglesia en la sociedad. Falleció el 18 de noviembre de 2010 con más de 90 años.


La visité algunas veces en su eremitorio cerca de Strambino en el norte de Italia. Vivía sola en un enorme y vetusto caserón, lleno de rosas y con su querida gata Archibalda. Tenía una capilla con el Santísimo expuesto donde se recogía varias horas al día en oración y profunda meditación.


En nuestras conversaciones, ella quería saber todo sobre las comunidades eclesiales de base, el compromiso de la Iglesia en la causa de los pobres, de los negros y de los indígenas. Tenía un especial cariño por los teólogos de la liberación, al ver la persecución que sufrían por parte de las autoridades del Vaticano que los trataban, según ella, «a bastonazos», mientras que usaban guantes de seda con los seguidores del cismático Mons. Lefèbvre.

Su último artículo, publicado tres días antes de su muerte, se lo dedicó a su querida Archibalda. Con ella, como pude testimoniar personalmente, tenía una relación afectuosa, como de íntimos amigos. Aquello que nuestra gran psicoanalista junguiana Nise da Silveira describió en su libro Gatos, la emoción de convivir, lo confirmó Zarri: «el gato tiene la capacidad de captar nuestro estado de ánimo; si me ve llorando, inmediatamente viene a lamer mis lágrimas». Cuentan que la gata estuvo junto a ella mientras expiraba. Al ver llegar a los amigos para el velatorio se enrollaba, nerviosa, en la cortina de la sala. Poco antes de que cerrasen el féretro, como si supiese la hora, entró discretamente en la capilla.


Alguien, sabiendo del amor de la gata por Adriana Zarri, la cogió por el cuello y la acercó al rostro de la difunta. La miró largamente; parecía que lagrimeaba. Después se puso debajo de féretro y permaneció allí en absoluta quietud.

Esto me hace recordar a nuestra gata Blanquita. Parece una niña frágil y elegante. Se apegó de tal manera a mi compañera Márcia que la acompaña siempre y duerme a sus pies, especialmente cuando tiene algún disgusto. Capta su estado de ánimo y procura consolarla restregándose contra ella y maullando suavemente.

Adriana Zarri dejó escrito su epitafio que vale la pena reproducir: «No me vistan de negro: es triste y fúnebre. Ni de blanco, porque es soberbio y retórico. Vístanme de flores amarillas y rojas, y con alas de pajarillos. Y Tú, Señor, mira mis manos. Tal vez me han puesto un rosario o una cruz. Pero se equivocaron. En las manos tengo hojas verdes y sobre la cruz, tu resurrección. No coloquen sobre mi tumba un mármol frío, con las mentiras acostumbradas para consolar a los vivos. Dejen que la tierra escriba, en primavera, un epitafio de yerbas. Allí se dirá que viví y que espero. Entonces, Señor, tú escribirás tu nombre y el mío, unidos como dos pétalos de amapolas»


La escritora y mística de los ojos abiertos, Adriana Zarri, nos mostró cómo vivir y morir bella y dulcemente.

jueves, 3 de marzo de 2011

Postmodernismo sin salida y el salto hacia el pensamiento integral. Entrevista a Ken Wilber.





Aspectos positivos y negativos del enfoque postmoderno: inclusión de perspectivas, multiculturalidad; relativismo sin salida y nihilismo de techo. El salto hacia el pensamiento integral. Ya hay líderes políticos, como Bill Clinton, que reconocen este enfoque. Pero, ¿cómo expandir la revolución integral? En el medio de todo esto: la recreación de la democracia, los derechos humanos y la Organización de Naciones Unidas.


Entrevista y traducción: Gaspar Segafredo


-¿Cuáles fueron los aportes del pensamiento postmoderno, pluralista y multicultural, que considera orientador del mundo académico contemporáneo, y por qué sostiene que llegó a su fin?


-El postmodernismo empezó a descubrir que lo que llamamos realidad es afectado por nuestras estructuras socioculturales. Indagó las construcciones lingüísticas y los sistemas de significados que pasaban desapercibidos a la fenomenología. Nos presenta determinada verdad, aunque parcial. Sostiene, por ejemplo, que un enfoque de la realidad, supongamos el de un investigador de ciencias sociales en California, no se podrá aplicar a todas las culturas; como pretendía hacer el pensamiento occidental moderno. El postmodernismo señala todo lo que se marginó; como lo femenino, la versión de la realidad de los homosexuales, la gente de color y otras perspectivas excluidas. Hay un intento de corregir todo esto, pero el problema es que el postmodernismo termina absolutizándose para deconstruir todo, incluso a sí mismo.


-¿Qué es lo que absolutiza?


-Llega a dictar que todo conocimiento es sólo construcción social; hasta la ciencia empírica racional no reflejaría datos universales sino productos de la actividad social. Es un absolutismo de uno de los cuatro cuadrantes que desde el enfoque integral llamamos Nosotros, el de la cultura, el interior-colectivo, donde están los valores, significados y formas semánticas comunes. Olvida a los otros tres cuadrantes: Yo (interior-individual), Ello (exterior-individual) y Ellos (exterior-colectivo).

-Usted se refiere a una especie de fundamentalismo de cuadrante, que sería el extremismo de una dimensión humana.


-Sí. Existen varias perspectivas que toman un sólo cuadrante como si fuera el único verdadero e importante. Están los que lo hacen con el interior-individual, como ciertos enfoques de la fenomenología o del budismo zen. También está el ejemplo del materialismo científico que focaliza sólo en la parte exterior del individuo, lo objetivo.

-¿Puede explicar la contradicción del postmodernismo que usted señala a lo largo de su obra?


-Según esta visión, el mundo sería un rejunte de construcciones sociales. Las culturas o sub-culturas quedan aisladas entre sí, porque no se percibe relación alguna entre los fragmentos multiculturales. Este aislamiento tiende a la regresión etnocéntrica, fundamentalista, con una pretensión de cada grupo cultural de tener derechos absolutos. Esto sucede hoy. Sin embargo, la paradoja es que todo este planteo postmoderno contiene una contradicción funcional, porque reivindica su propia verdad acerca de que no hay universales, y de que todas las culturas tienen el mismo valor, como directiva universal. Pensadores como Jürgen Habermas o Charles Taylor señalaron esa contradicción fundamental. Es uno demostración cabal de que el postmodernismo arribó a una calle sin salida, para encontrar refugio sólo en el nihilismo y en su propio narcisismo. Hay que pasar al siguiente estadio para salir de esa trampa y percibir los patrones comunes y la relación entre aquellos fragmentos multiculturales. Aunque, en general, los principales intelectuales contemporáneos se mantengan todavía en la etapa pluralista, el desarrollo de este nivel integral pareciera estar incrementando (ver: Desarrollo: individuo y sociedad).

-En cuanto a realidades como la democracia, las Naciones Unidas y los derechos humanos, ¿tienen una orientación pluralista hoy en día? ¿Cree que podremos superar el trasfondo etnocéntrico occidental del discurso universalista para realmente llegar a una práctica global, sin antes abandonar la tarea por la tendencia relativista-nihilista?


-Pienso que en gran medida la ONUy otros intentos de federaciones mundiales son lideradas hoy por esta orientación postmoderna. Esto es un cambio respecto de su matriz original, que surge del nivel moderno y universalista de desarrollo. La idea era la igualdad de todo hombre y mujer, y también de las naciones. Pero cuando la postura postmoderna comenzó a desarrollarse muchas de estas estructuras comenzaron a ir de módulos modernos a módulos postmodernos, especialmente las Naciones Unidas. Y despertó la conciencia acerca de que los planteos universales aún eran parciales, sustancialmente eurocéntricos u occidentales. Por un lado es positivo porque la crítica del postmodernismo pone luz sobre todo lo que había olvidado el modernismo; culturas asiáticas, africanas… Lo malo es que muchas personas todavía están en niveles premodernos de desarrollo. Y, a pesar de todas sus fallas, la modernidad es el primer estadio que sale de estructuras completamente etnocéntricas para entrar en una comprensión mundicéntrica.

-¿El peligro es que se critique toda la modernidad y que se deseche por completo?


-El problema es exactamente eso; la crítica a la modernidad terminó siendo un ataque a toda característica moderna, inclusive a sus logros. Por lo tanto, en lugar de suplementar el proyecto universal de la modernidad con verdades necesarias, resolviendo el eurocentrismo y agregando puntos de vista marginalizados, el postmodernismo llegó a deconstruir el iluminismo occidental casi por completo. En la modernidad se extienden los derechos a todos los seres humanos por primera vez en la historia. En un siglo se erradicó la esclavitud -que existió en todas las anteriores formas de sociedad- de las naciones industrializadas, con el proyecto de hacerlo para el mundo entero. Fue el primer intento de tratar a todos justa y equitativamente.


-Usted mencionaba su preocupación respecto de esta deconstrucción postmoderna de la modernidad, en relación a que gran parte de la población mundial todavía no ha llegado a estadios de conciencia correlativos a la modernidad, racionales-mundicéntricos…


-El 70% de la población mundial todavía no llegó a ese nivel. Eso significa que aún están en módulos egocéntricos o etnocéntricos. Reflejados tanto en actos terroristas de extremistas islámicos, o de baptistas estadounidenses que hacen explotar clínicas abortistas, o budistas que atentan con gas sarín en los subtes de Tokyo, u otras acciones de este tipo. Mientras los individuos se hallen en niveles etnocéntricos o más bajos, habrá algún tipo de guerra de valores. Y cuando la postmodernidad desecha todo lo moderno, está desechando el estadio necesario para que se pueda llegar al postmodernismo. Es una especie de suicidio. Es que ataca a lo moderno mientras defiende a lo premoderno también porque confunde postmoderno con premoderno, lo preracional con lo transracional.

-¿Qué está sucediendo con la ONU y otras creaciones universalistas en el medio de esta lucha?


-Creo que hoy estas organizaciones políticas buscan tratar a todos los individuos, las creencias y las culturas, equitativamente, con la orientación pluralista. Pero no están siendo realmente inclusivas, porque, por ejemplo, rechazan los valores modernos. Comenzarán a ser realmente inclusivas cuando los estadios integrales empiecen a orientarlas; cuando el 20, 30, 40, 50% de los individuos que forman esos organismos hayan llegado a niveles integrales de desarrollo. Así como cambiaron de moderno a postmoderno en los últimos veinte años, creo que en los próximos diez o veinte años habrá un punto de inflexión que traerá la perspectiva integral, con la inclusión de las importantes verdades postmodernas, modernas y premodernas. Creo que la transformación está empezando ahora. A medida que esto suceda irá emergiendo una cultura realmente inclusiva.

-Lo que está diciendo implica un antes y un después en la historia humana.

-Creo que hay algo en el aire, algo realmente fundamental empieza a cambiar. Mucha gente está tomando conciencia de la perspectiva integral, mía o de otros… Hay muchos enfoque que están tratando de ser más integrales. Hay un gran entusiasmo. Como si estuviéramos viviendo una de las grandes transformaciones de la historia humana; que pasó de la estructura recolectora a la hortícola, a la agraria, a la industrial y a la informática. Estaríamos pasando al siguiente estadio, y pareciera ser un cambio realmente profundo, porque es la primera transformación que lleva a la gente a un estadio que incluye a todos los anteriores. Es el primer nivel que considera a las verdades descubiertas por los niveles precedentes y que comprende que toda persona pasa por cada uno de los escalones del desarrollo: arcaico, mágico, mítico, racional, pluralista… No es simplemente una idea. Esta transformación no se aprende, se basa en un estadio de crecimiento humano interno, es algo en lo que uno se desarrolla. Comparable a un árbol que tiene hojas; es simplemente algo intrínseco de la naturaleza humana que se está empezando a revelar.

-Supongo que es importante que los líderes mundiales reconozcan y asuman el enfoque integral.


-Sí. De hecho ya hay un número considerable de líderes políticos que son concientes del enfoque integral. Tanto el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, como su ex vicepresidente, Al Gore, lo endosaron públicamente. Los varios líderes que empiezan a reconocer y avocar esta perspectiva tendrán impacto en la transformación de los demás estadios, pero ayudarán especialmente a quienes se encuentran en el nivel pluralista y estén listos para moverse hacia el integral. Está sucediendo especialmente en organismos como la ONU y en ONG, porque han operado con una orientación pluralista ya por dos décadas y están empezando a encontrar las contradicciones y limitaciones. Pero creo que incrementará el número de líderes que apoyarán públicamente al enfoque integral. Ya puede sentirse el entusiasmo por la revolución integral.

Fuente: Myriades 1. Siglo XXI en construcción.

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.