Publicado en el blog de francisco Margallo http://blogs.periodistadigital.com/franciscomargallo.php
Los jesuítas en América Central han decidido reabrir el caso del asesinato de Ignacio Ellacuría. Como recordarán el trágico suceso ocurrió en noviembre de 1989. Es una ocasión más para seguir desenmascarando a los instigadores de tantos crímenes que se cometieron en esas décadas en América Latina y valorar en su justa medida la labor de muchos religiosos, religiosas y cristianos de base que entregaron su vida por la justicia y la libertad de las masas empobrecidas de ese continente.
La primera pregunta que nos hacemos es ésta: ¿qué es lo que ha motivado tanta persecución y muerte de sacerdotes nativos o extranjeros y sobre todo de tantos cristianos comprometidos en el proceso de liberación en un pueblo mayoritariamente cristiano?.
En todo este proceso está muy presente la teología de la liberación. Según ella, el Evangelio es, a la vez que una fuerza salvífica, una fuerza histórica, es decir, que la salvación cristiana que anuncia incluye la liberación del hombre/mujer de toda suerte de injusticias y opresiones. Ellacuría intentó demostrar en su libro Teología política que la historia de la salvación es una salvación en la historia, lo que provocó que los más fanáticos vincularan la teología de la liberación al marxismo.
A él esto no le preocupaba demasiado puesto que no representa lo esencial de dicha teología. La mayor preocupación en ella es erradicar las estructuras injustas en que vive el pueblo latinoamericano. Lo que explica que no tuviera reparos en servirse de análisis históricos aparentemente no cristianos, porque en semejantes situaciones de injusticia esos análisis los consideraba lícitos y necesarios.
Reconoce, efectivamente, que la teología de la liberación, como forma plena de entender la fe cristiana y de llevarla a la práctica, no es suficiente por sí misma para traer la salvación integral a las personas y a los pueblos. Por eso ve positivo el acercamiento de la teología a otras fuerzas que se han conmovido ante la situación de opresión en que viven las mayorías populares y se han propuesto liberarlas. Por eso su proyecto era construir una teología que partiera del presente real que vivía el país, incorporando así su fe a la situación vivida.
Eso le valió que se le acusara de estar de parte de los guerrilleros revolucionarios y de ser marxista y comunista, que en aquella época se consideraba incompatible con la fe cristiana. Pero lo que él pretendía era hacer frente a un verdadero drama humano, puesto que en los años setenta y ochenta había en El Salvador muchos asesinatos de gente indefensa organizados por los paramilitares. El mismo arzobispo Oscar Romero fue asesinado en 1982 mientras celebraba la eucaristía en un hosptial donde residía.
Es de notar que las críticas y la persecución no les venía a los teólogos de la liberación sólo de los grupos económicos y políticamente interesados sino también de algunas autoridades eclesiásticas, que veían en esta teología una interpretación del cristianismo, que cuestionaba la fe tal como se había expuesto durante siglos en la Iglesia y amenazaba a su misma institución jerárquica.
Sin embargo, elpropósito de la teología de la liberación fue y sigue siendo cambiar no sólo a las personas, sino a las estructuras sociales de los países, lo que equivale a la liberación de todo aquello que oprime al hombre/mujer y les impide vivir dignamente. Y yo me pregunto ¿no merecen todos los que han sido asesinados por ese ideal el título de mártires?.
Leí el otro día la noticia y luego la vi en el canal 24 horas de TVE. En cuanto a la respuesta a tu pregunta está bastante clara: la defensa de los más desfavorecidos frente a los poderosos y el enfrentamiento con los grandes en países envueltos en regímes tiránicos bajo mantos más dulces. Y a mi modo de ver un escaso apoyo de quienes desde la Iglesia deberían enorgullecerse de su trabajo pero que en vez de eso lo critican, lo silencian y lo acallan.
ResponderEliminarNo soy comunista ni marxista, soy socialista, pero creo un error mezclar la Teología de la Liberación con una ideología política concreta; pienso que va mucho más allá, que sigue la línea que pretendía abrir Juan XXIII, cuando convocó el Concilio Vaticano II. Es decir, abrir la iglesia a los pobres. Abrir puertas y ventanas a toda la sociedad.
ResponderEliminarSi miramos la vida de Jesús, nada tiene distinto de aquellos que intentaron e intentan sacar a los pobres de su miseria. Jesús se movía entre el pueblo llano, con los Lázaros del mundo, por mucho que asistiese a las bodas de Cannaá -no recuerdo el nombre exacto-.
Pero aunque que fuesen marxistas o comunistas ¿qué importa cuando lo que se persigue es el bien de tus semejantes?
No puede acabar mis estudios en la escuela. A los 11 años tuve que dejarlos. Más tarde tuve la suerte de estudiar en una escuela a distancia de los Jesuitas, y fue un grano de trigo sumado a otros -uno de ellos, Víctor Jara, del que parece que han encontrado a sus asesinos; aunque como siempre ocurre, a los mandados- que me hizo ser como soy hoy, ni mejor ni peor, pero distinta.
Me ha dolido leer en algunas páginas de religiosas el tono despreciativo hacia los teólogos de la liberación y hacia los Jesuitas calificándolos de "esos rojor", cuando Dios y Jesús, que son Amor, jamás despreciarían a nadie por estar al lados de los pobres.
Un abrazo
Sofi