"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

miércoles, 25 de abril de 2012

Iglesia privilegiada, anticristianismo y visiones reduccionistas de la crisis o alianza de cristianos y no cristianos contra el capitalismo


             Una de las situaciones actuales más dolorosas para muchos cristian@s es ver cómo la Iglesia institucional se posiciona, en muchas ocasiones, ante la sociedad como una institución privilegiada, aliada de las clases dominantes, que le ofrecen apoyos interesados a cambio de su “legitimación” moral del actual sistema económico, el sistema que nos ha llevado a la crisis, pues la crisis es inevitable en un modelo económico como el nuestro.



Toda situación de privilegio genera enfado y resentimiento en los demás, lógicamente, y es indudable que la institución católica cuenta con un trato legal muy favorable en España: El Estado recauda sus impuestos, paga a los profesores de religión, está obligado a tener capellanes católicos en el ejército, la Iglesia no tiene que pagar el IBI, actúa como notario en algunas comunidades autónomas como en Navarra…



Es evidente que no se puede reducir la labor de los miembros de la Iglesia sólo a estos aspectos, pero estos aspectos empañan, en gran parte, la actividad solidaria y liberadora que muchos y muchas cristian@s realizan a diario. Son muchos los cristianos que no son partidarios de esta manera de estar presente en la sociedad. Podríamos decir que, seguramente, son la mayoría los cristianos que reclaman que la iglesia católica esté claramente con los menos favorecidos y renuncie a cualquier posición legal que pueda parecer privilegio o alianza con los poderes dominantes. Esto es lo que pedía el Concilio Vaticano II a través de la Gaudium et Spes, que se renunciara a cualquier trato de favor, aún legal, para no empañar la misión de la iglesia que es ser signo e instrumento del Reino, anuncio y construcción de un mundo sin injusticias en comunión con Dios, el hombre y el cosmos, ser iglesia con y de los pobres.



Creo que, en muchos casos, estos posicionamientos de los responsables eclesiales se deben a que los análisis, que realizan estas personas con responsabilidad en la Iglesia, utilizando los instrumento propios de la socialdemocracia, del liberalismo o del neoconservadurismo imperante, son manifiestamente equivocados y reduccionistas. Es lo que la teología de la liberación descubrió, que nuestros instrumentos habituales de análisis de la sociedad y de la economía, difundidos por medios de comunicación o universidades occidentales como los únicos válidos, están claramente orientados a justificar el modelo social capitalista ( y legitimar así a las minorías sociales privilegiadas que lo sostienen) y ocultan, más que desvelan, la verdadera naturaleza de los problemas que vivimos. La teología de la liberación descubrió que el análisis marxista era y es el instrumento más adecuado para analizar la sociedad capitalista actual desde la óptica de los pobres, que es (o debería ser) la óptica del cristiano y de la Iglesia.


Recientemente veía un video (llamado “simiocracia”) que es un ejemplo de estos análisis superficiales, analizaba el video la crisis económica en España de un modo reduccionista, como si la razón de la crisis la tuviera la incompetencia y la inmoralidad de políticos y directivos de los bancos (que por supuesto que también han contribuido a ella es en muchos casos). Pareciera que pretendiera, de este modo, salvar el modelo económico en el que estamos, sin profundizar más para preguntarse cómo es posible que esta incompetencia e inmoralidad esté aparentemente tan generalizada. ¿No será que el sistema es inmoral en sí mismo? Esto es lo que nos dice el análisis marxista: que, aunque haya personas que intenten actuar con honradez, y sean mayoría, y aunque tuviéramos a los políticos y banqueros más inteligentes del mundo, el sistema en el que vivimos es estructuralmente injusto, ineficaz e inmoral, de manera que mientras tengamos un sistema capitalista siempre habrá una minoría que domine a una mayoría, y siempre habrá crisis económicas que se lleven por delante a los menos favorecidos; y no es necesario creer que haya una mano oculta que maneje los hilos, es la injusticia y el desorden estructural el que de un modo casi impersonal hace que unos pocos se lucren a costa de muchos, devorándose a su vez entre ellos (como vemos que ocurre ahora entre las diversas altas burguesías del mundo).



Esta falta de un instrumento de análisis adecuado puede determinar que la Iglesia institucional, en ocasiones, se deje enredar por los diversos poderes económicos y políticos dominantes, y no defienda adecuadamente la posición de los pobres frente a ellos. Para tentarla más, estos poderes le ofrecen, de modo interesado por parte de los donantes, un trato favorable si se mantiene dentro de los límites que ellos, las clases dominantes, señalen, claro. Estas alianzas con los poderosos son el verdadero origen de muchas actitudes anticristianas posteriores, que identifican el cristianismo con este modo injusto de actuar. Por otro lado, en el momento que algún representante cualificado de la iglesia comienza a denunciar a estas clases dominantes (p. e. Monseñor Romero) la Iglesia pasa a ser perseguida por ellas, que antes eran tan supuestamente fieles a la institución.



Creo que no es este modelo de alianza con los poderes sociales y económicos el que encaja mejor en sentir de la mayoría de los católicos hoy. También dentro de la Iglesia una minoría se impone, en ocasiones, al sentir de la mayoría, que reclama un posicionamiento claro del lado de los pobres y a favor de otro modelo social y económico, que no genere tanta injusticia como éste.



Entre los cristianos de a pie y muchos no cristianos, que buscan una sociedad más justa, hay muchas más coincidencias que diferencias. Habría pues que unir fuerzas y no caer en la trampa de quienes quieren que cristianos y no cristianos, renovadores, se enfrenten entre ellos, para que no se unan contra el modelo social actual. No caigamos en la trampa. El enemigo es la injusticia y no la fe o la no fe.




domingo, 15 de abril de 2012

¿Semana Santa liberadora o semana sacralizada y alienante?



Un año más
hemos celebrado la Semana Santa, el centro de todo el año litúrgico, ya que en
ella se hace memoria, de modo específico, del misterio pascual, el misterio
central del cristianismo: la muerte y Resurrección de Cristo.

La Semana
Santa cristiana debería ser mucho más que una fiesta religiosa, ya que el
cristianismo no es simplemente una religión (de hecho, en él hay una crítica
muy dura contra la religión cuando se pone por encima de la vida,
cuando se
sacraliza), debería ser una verdadera “memoria subversiva integral” contra todo
lo que oprime al hombre, en especial, a los pobres, dado que esas fuerzas
opresoras ( en especial, autoridades religiosas y políticas injustas y
dominadoras de los pobres) fueron las
que mataron a Jesús y quedaron desautorizadas por el Padre cuando lo
resucitó.

En la
Semana Santa hay una fuerza de liberación muy grande cuando se vive desde
parámetros evangélicos y místicos, y no desde meros parámetros religiosos.


Recordamos en ella que la Vida está sobre la religión, que la religión
sacralizada mató a Jesús y es una fuerza de alienación que utiliza a Dios para
oprimir a los hombres.
Que esta religión se une a la política para justificar
la situación de dominación y alienar a
la gente, generando en ella miedo y culpa, que luego se pretenden “liberar”
provocando una catarsis emocional religiosa no terapéutica, en vez de tomando
conciencia de la injusticia y adquiriendo lucidez para combatirla de modo
ético. Hay en ocasiones una verdadera parodia del verdadero sentido del
cristianismo.


En muchas
ocasiones, pareciera que el cristianismo, que nació para combatir ese tipo de
mentalidad religiosa alienada, ha sido pervertido hasta el punto de convertirlo
en una fuente de alienación colectiva, como denunciara Marx, con mucha razón.

La semana
santa se ha sacralizado en muchas ocasiones,
convirtiéndose en una fiesta religiosa que se vive desde parámetros sacrificiales
como una gran catarsis colectiva contra un miedo y una culpa malsanas e
inoculadas socialmente, que las clases dominantes utilizan para lograr una
“válvula de escape” emocional que haga que los dominados se “aligeren”
momentáneamente de su malestar, sin tomar conciencia de las causas sociales y
políticas, entre otras, que lo están causando.div>


Teniendo
en cuenta este peligro, creo que, en la Iglesia actual, continúa habiendo un
excesivo peso de las celebraciones litúrgicas religiosas como si ellas fueran
la expresión fundamental del ser cristiano
. Este estilo de “iglesia de
celebraciones” es propio de otro momento, del momento de cristiandad, cuando la
Iglesia era una organización de masas que regulaba la vida social. Hoy
deberíamos caminar hacia un modelo de iglesia que, sin abandonar la expresión
simbólica y religiosa (no sacralizada), de la fe, ponga su centro en la
experiencia mística y en el compromiso ético en la vida. La iglesia desde el
vaticano II renuncia a un modelo de iglesia de cristiandad que pretende tener
el protagonismo en la sociedad, y pasa a un modelo de iglesia de compromiso
personal de la fe, con una dimensión social también, centrada en la defensa del
ser humano frente a los poderes y sistemas sociales que le oprimen, en especial,
centrada en la defensa de los más débiles y empobrecidos frente a los ricos.
Pero realizado sin protagonismos, colaborando con todos y todas las que
combaten por un mundo más justo y más humano.


Es
importante recordar el sentido de la liturgia en el cristianismo, ya que la
liturgia cristiana es en realidad toda la vida del cristiano y no sólo el
momento de una celebración religiosa
, en el cual sólo se hace visible de un
modo especial lo que está en toda la vida. La Vida está sobre la celebración
litúrgica en el cristianismo. Entendida de este modo (toda la vida como
sacramento) la liturgia es el centro y la meta de toda vida cristiana como más
o menos recordaba el Concilio Vaticano II en la “sacrosantum concilium”, pues toda la vida es liturgia.


La liturgia
cristiana relativiza la celebración religiosa, poniéndola al servicio de la
vida y no al contrario (el sábado para el hombre y no al contrario decía
Cristo). Esto no anula la necesidad y el valor de las celebraciones religiosas,
formando parte también de la vida del hombre.


Cuando
vemos como se vive y se celebra la semana santa no queda la menor duda de que
aún queda mucho que caminar, si bien, son muchos/as cristianos/as los que lo
viven de un modo muy distinto y mucho más evangélico que religioso, gracias a
Dios.





Hola, Bienvenid@s.


Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.