"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

viernes, 22 de mayo de 2009

Una Ventana al Taoísmo: El Tao Te King

Publicado en "Intercambios Monásticos" por José Antonio Vázquez

En el artículo publicado en el anterior número, con el que se abrió esta nueva sección de la revista, intenté constatar algunas de las características del nuevo “fenómeno,” que está viviendo nuestro mundo globalizado, en torno al diálogo y encuentro entre las diversas religiones.

Señalaba cómo los impulsores del diálogo ecuménico interreligioso sostienen la necesidad de dar un salto de conciencia para poder alcanzar la visión ecuménica. El ecumenismo se manifiesta, en definitiva, como la expresión de una nueva conciencia, que intenta integrar todos los elementos y dimensiones de la realidad. Una conciencia que es, a la vez, mística y secular, espiritual y técnica, mental y corporal, profética y contemplativa. Una visión que, ante todo, intenta superar perspectivas dualistas y reduccionistas, que son las que llevan al conflicto, para alcanzar una visión pluralista e integral.

Esta conciencia es, en realidad, una nueva expresión de la experiencia mística que está en la base de todas las grandes tradiciones religiosas y laicas de la humanidad.

El conocimiento de esas tradiciones nos ayuda a entender las características de esta conciencia, a descubrir su realidad en todo tiempo y lugar y a caminar para alcanzar esa experiencia y poder expresarla en nuestra propia cultura y tradición, que en nuestro caso es la occidental, cristiana y cisterciense. Con ello, sin duda, es como podemos ayudar a acrecentar la conciencia y el bienestar, la fraternidad y reconciliación en la humanidad, siendo, en nuestra medida, constructores del Reino. Contribuir modestamente a ello es lo que intentamos con esta nueva sección.

Un modo de ir conociendo las otras tradiciones es el estudio de sus grandes libros, que contienen la experiencia fundacional que dio origen a esa tradición y que son referencia, ya permanente, para sus seguidores en todo tiempo y lugar. Por eso, para acercarnos a ellas, vamos a ir ofrececiendo diversas introducciones a estas obras que forman el patrimonio religioso de la humanidad, junto con información sobre la tradición que las sustenta y las posibilidades de enriquecimiento espiritual que el diálogo con ellas nos ofrece.

Comenzamos con una de las tradiciones más antiguas que conocemos, el Taoísmo, que ha creado uno de los libros más bellos y profundos de todos los tiempos: El Tao Te King, atribuido a Lao Tse.

El Taoísmo y el Tao Te King

Junto con el confucianismo, el Taoísmo es una de las tradiciones espirituales que hunden sus raíces en el pasado de China. Su origen exacto es difícil de determinar. Sus ideas básicas, el Tao y el yin-yang, se encuentran ya en el I Ching (Libro de las Mutaciones), que recoge enseñanzas provinientes de la más antigua cultura china, la Hoang-Ho.

“Esta escuela comenzó probablemente con los eremitas”[1], cuyas enseñanzas se habrían puesto por escrito a final del siglo IV a. c., constituyendo el estrato original del Tao Te King, al que después se fueron añadiendo sucesivas estratificaciones.

La tradición china considera como autor del libro a Lao Tse, un personaje que habría vivido en el siglo VI a.c. Pero hoy se piensa que Lao Tse es un personaje legendario, construido sobre la base histórica de un personaje real llamado Li Er, que habría vivido en la época de los reinos combatientes (403-222 a. c.).

El taoísmo se configura como religión organizada, por influencia del confucianismo y del budismo, en la segunda mitad del siglo segundo de nuestra era. Para entonces el taoísmo religioso ya había recogido gran parte de las prácticas religiosas populares chinas (práctica de la magia y la adivinación, de la alquimia, culto a diversas divinidades populares, prácticas respiratorias y terapeúticas corporales diversas…).

Hoy el taoísmo esta organizado en cinco escuelas diferentes, y cuenta con una institución no centralizada, formada por diversas agrupaciones de sacerdotes y monjes, con templos, culto propio, etc…

El Tao te king es el libro fundamental del taoísmo. Tao significa vía, camino. Te significa eficacia, manera de conformarse o virtud, y King significa tejido o libro. Por eso se suele traducir como el libro del Camino y la Virtud.

Es un libro breve (unos 5000 caracteres aproximadamente), que recoge una recopilación de aforismos, restos de poemas esotéricos y de fórmulas filosóficas, en las que se expone la sabiduría taoísta colectiva.

Se cuenta una leyenda para explicar el motivo de su redacción, atribuida a Lao Tse, a quien se le considera de naturaleza sobrehumana. Lao Tse, habría nacido de una virgen, que le dio a luz debajo de un ciruelo, tras comerse un huevo en forma de perla. Fue un niño anciano, que nació con canas y arrugas. Al crecer, realizó viajes por diversos países de Oriente y regresó a China, en la que trabajó como funcionario. Desapareció de China, cruzando la frontera, y es allí, al cruzar el límite del Imperio, donde el oficial de la frontera Yin hi, reconociendo su sabiduría, le pide que la ponga por escrito, naciendo así el Tao Te King.[2]

Enseñanzas del Tao Te King

La idea central del libro es la del Tao (palabra que aparece 76 veces). “se trata de lo real autosuficiente, que existe por sí mismo y que es origen de todo”.[3] Este Tao es inaprensible, sólo se puede percibir en la alternancia de sus dos aspectos, el yin y el yang.

Estos son dos principios metafísicos que regulan y se manifiestan en todo que existe. Yin es lo femenino, profundo, la fase de contracción de los fenómenos. Yang es lo masculino, manifiesto, la expansión. Ambos se mantienen en un equilibrio inestable, pero se necesitan mutuamente (el uno no puede existir sin el otro) y cada uno alberga el germen del otro.

“El Tao genera el uno.
El uno genera el dos.
El dos genera el tres.
Y el tres genera todas las cosas.
Todas las cosas contienen en su interior el yin y el yang
Y obtienen la armonía por la combinación de esas fuerzas”.[4]

El libro en realidad “habla… de un Tao , llamado ”.[5] Es decir, se ocupa sobre todo de la dimensión Yin de la realidad. No es, por tanto, un libro de filosofía metafísica o religiosa sino un libro práctico, que propone un camino místico, interior, yin.

Para Lao Tse la vía yin o femenina es superior a la vía yang (lo místico a lo puramente religioso). Sólo actuando desde nuestra dimensión más profunda nuestra acción puede ser correcta.

“Lo femenino por su quietud,
vence siempre a lo masculino”.[6]

Desde esta posición complementa y corrige al confucianismo, la ética china, que regula las relaciones personales y públicas a través de preceptos y principios externos. Por eso en China se dice: “el hombre perfecto es confuciano de día y taoista de noche”.

La mística taoista es una mística lo más vitalista y lo menos intelectual posible.

“el sabio no es culto
el culto no es sabio”.[7]

Por ello, el taoísmo se interesa por todas las prácticas que alimentan la vitalidad: prácticas respiratorias, movimentos corporales, técnicas sexuales, meditación (hay que decir que el taoísmo ha influido mucho en la meditación Zen budista).

Una idea-fuerza ha guiado estas prácticas taoístas: conseguir la inmortalidad o una larga longevidad. De hecho, influidos por la alquimia utilizan el cinabrio refinado como elixir para conseguir este objetivo.

Señalo dos prácticas taoístas muy características:

- La respiración “embrionaria”: que busca llevar la respiración hasta los pies, luego subirla hasta la cabeza y terminar llenando el pecho.

En el mismo Tao te King se hace mención a la importancia de la respiración.
“¿sabrías armonizar tu respiración
y volverte tan suave y dúctil como un recién nacido?”.[8]

- La visualización de dioses, como práctica de meditación. La piedad y la práctica corporal van unidas en el taoísmo.

Con estas prácticas se consigue situar a la persona en su centro interior, para que actúe desde este lugar. Es la doctrina del Wu-Wei (actuar sin actuar), es decir, volver a la acción espontánea, a la acción que surge desde lo profundo y que, por ello, siempre acierta. No es una doctrina “quietista” es una praxis para la vida cotidiana.

El taoísmo no invita a huir del mundo sino a actuar en él desde la interioridad, desde el yin. Actuar sin dejarse inundar por los acontecimientos. Con esta filosofía el taoísmo ha sido muy activo en la lucha contra el autoritarismo, la guerra, el ritualismo, el legalismo y moralismo…

“una victoria militar debería celebrarse
como si fuera un entierro”.[9]


“cuando se abandona el Tao
aparece la moralidad y el deber”.[10]

Lugares de encuentro con el cristianismo

En Tao te King es posible encontrar resonancias muy cercanas a nuestro corazón cristiano, que prima el amor, y al evangelio (la historia de Jesús).

“Yo poseo tres tesoros
que tengo en gran estima:
el primero el amor”.[11]

“Quien carga sobre sus espaldas
las desgracias de la humanidad
merece ser el rey del universo”.[12]


Incluso es curioso encontrar un simbolismo coincidente con el propio San Bernardo. Se trata de la referencia al valle.

Dice Bernardo:
“Elige los valles para caminar y para plantar… en los valles… se cosecha ciento por uno… al valle se le encomia siempre y a la humildad siempre se la ensalza… allí abundan los dones del Espíritu”.[13]

El Tao Te King afirma:
“Quien conoce la dignidad y conserva la humildad
es un valle que contiene el universo.
Siendo un valle que contiene el universo,
Conserva siempre la virtud”.[14]

Creo que a Bernardo le hubiera gustado esta frase del Tao Te King con la que concluyo, a modo de síntesis, esta breve introducción.

“El espíritu del valle nunca muere”.[15]

[1] P. Poupard (dir.), Diccionario de las Religiones, Herder, Barcelona, 1987, p.1706.
[2] Lao Tse, Tao Te Ching, integral, Barcelona, 2002, p. 12-13.
[3] P. Poupard, o. c. p. 410.
[4] Tao te King, cap. XLII.
[5] M. Eliade, Historia de las Creencias y de las Ideas Religiosas, Tomo II, Cristiandad, Madrid, 1979, p 42.
[6] Tao Te King, cap. LXI.
[7] Ibíd., cap. LXXXI.
[8] Ibíd., cap. X.
[9] Ibíd.. cap. XXX.
[10] Ibíd.. cap. XVIII.
[11] Ibíd.. cap. LXVII.
[12] Ibíd.. cap. LXXVIII.
[13] San Bernardo, Obras Completas, Tomo III, BAC, Madrid. p. 629. Sermón en el nacimiento de San Benito n. 4.
[14] Tao te King, cap. XXVIII.
[15] Ibíd.. cap. VI.

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