"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

domingo, 3 de mayo de 2009

Experiencia o ritos. Seguir creyendo en la utopía.

Como sabéis estamos en Pascua, un tiempo litúrgico en el que se celebra y actualiza el misterio de la resurrección de Jesús, la experiencia central del cristianismo.
Hace ya tiempo que muchos, desde dentro y desde fuera, vienen denunciando cómo el cristianismo, que es ante todo una experiencia mística política o integral, se ha ido reduciendo al cumplimiento de unos ritos, la creencia en unas ideas, la práctica mayor o menor de una moral y la defensa de los intereses de una institución religiosa.
Es curioso cómo en la historia del cristianismo se ha ido reproduciendo la historia de Jesús, un progresivo enfrentamiento del aparato institucional con los místicos, que han sido perseguidos o manipuladas sus ideas para acomodarlas a los intereses nada espirituales y sí muy políticos, en el peor sentido de la palabra, de una burocracia clerical celosa de su status.
Willigis Jäger dice que la experiencia de Jesús estaría resumida en esta frase: "el Padre y yo somos uno". Es, por lo tanto, la experiencia de un místico que se siente en comunión con la totalidad y con el Otro. Fue esta pretensión de relación directa, sin intermediarios institucionales, la que alarmó al aparato religioso de la época. Hasta buscar su eliminación física.
Pero Jesús no sólo tuvo como enemigos a los representantes oficiales de la religión, también desconcertó y enfadó a los más espirituales del momento. La experiencia de Jesús no fue simplemente una experiencia interna, descomprometida con la realidad, fue una experiencia integral, que intentó vivir en todos los ámbitos de su vida: corporales, psicológicos, espirituales, y sobre todo, sociales.
La experiencia de Jesús fue una experiencia subversiva para el orden injusto dominante porque quiso tener una expresión social, en forma de comunidades igualitarias y de tendencia socialista. Su experiencia expiritual le llevó a un compromiso con los cercanos y con la sociedad entera, en especial, con los que más sufrían o eran excluidos.
Y aquí se labró la enemistad de los poderes laicos, su proclamación del Reino de Dios, era una declaración subversiva contra la ideología imperial, proclamar que sólo Dios es rey y tod@s somos herman@s, era atacar a la fundamentación religiosa del poder imperial: la divinización del gobernante.
El misterio pascual de Jesús es una memoria subversiva, decía Metz, subversiva contra una religión decadente, contra una espiritualidad descomprometida, contra todo poder absoluto (¿Recordáis algún monarca absoluto actual?).
Celebrar su resurrección es celebrar que, pese a los fracasos parciales, el movimiento de emancipación, de contemplación comprometida, de democratización e inspìración socialista sigue vivo en las comunidades que intentan encarnarlo y en la vida y corazones de todos los que lo viven de manera más o menos perfecta (que al final esto no es lo más importante). Sigue vivo, sobre todo, en los pobres y marginados que luchan por su liberación,
Ser seguidor de Jesús es seguir creyendo, o mejor, comprometiéndose desde la experiencia profunda de comunión con Todo y tod@s, en la Utopía del Reino: una sociedad más igualitaria, más libre, más fraterna, más mística y más humana en toda la amplitud de la palabra.

2 comentarios:

  1. Desgraciadamente la religiosidad pública en la que predomina el folclore parece que ha ganado la batalla a la religiosidad interior, al hecho de sentir la fe y el misterio dentro de uno mismo. Parece que si no lo expresas eres menos cristiano. Si no participas en según que celebraciones más o menos pomposas quedas al margen y si no asientes a los sermones desde el altar -antes púlpito- eres casi un apestado. La experiencia con mi parroquia, en este sentido, es más que frustrante.

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  2. Sí, es verdad. Cada día es más dificil encontrar parroquias que no sean meros supermercados de sacramentos o lugares de reunión y exaltación de la ideología de una clase media de derechas, que identifica su visión d ela vida con el cristianismo.
    Un regalo es encontrar grupos renovadores como las comunidades populares o de base o algo similar. Sin embargo, estás comunidades también están envejeciendo y creo que deben renovarse, sin romper su opción de compromiso social, pero abriéndose a la espiritualidad renovada.
    A mí una de las vías de renovación que me parece que puede dar más frutos y está atrayendo a la gente joven es la vía de gente como Willigis Jager, o un sacerdote amigo como Martinez Lozano.
    Hace poco Jager dio una conferencia en Madrid y había mucho público muy interesado.
    Un poco de aire fresco también se puede respirar en Septiembre, en los congresos de la Juan XXIII, en los que además se puede conocer comunidades y gente renovadora.
    En fin, aunque poco conocida mediáticamente,y también con dificultades, hay otra iglesia.
    un abrazo.

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.