¿Se prohibirá también a los nazarenos de Semana Santa?
Tomado de http://www.webislam.com/?idt=16242
La moción presentada este miércoles por el PP en el Senado, que insta al Gobierno central a la prohibición del burka y el niqab en los espacios públicos, está generando una gran polémica. No queda mucho para las elecciones catalanas y ha sido precisamente la presidenta del partido conservador en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, la portavoz de esta iniciativa en la Cámara Alta.
Cataluña es una Comunidad con una importante presencia de inmigrantes -musulmanes y de otras religiones, etnias y nacionalidades- que ha generado en las últimas fechas algunas noticias relacionadas con supuestos problemas de convivencia. El Partido Popular de Badalona repartió hace unos meses pasquines muy críticos con los inmigrantes; en estos figuraba una foto con una pancarta colgada en un vecindario que rezaba "no queremos rumanos".
Pero en la comunidad catalana hay un protagonista que va cobrando relevancia conforme pasa el tiempo. Es el caso de Josep Anglada y su partido, Plataforma per Catalunya, que afirma luchar "contra la invasión islámica" y que ha liderado en diversos ayuntamientos iniciativas contra los inmigrantes que profesan esta religión. No es una coincidencia que en la localidad de Vic, donde Anglada es concejal junto a tres compañeros de partido, se aprobara una moción para retirar el padrón municipal -y con ello, la posibilidad de ser atendidos por una Sanidad que en España es universal- a aquellos inmigrantes que no estuvieran regularizados.
Los tiempos políticos no favorecen precisamente los debates sosegados; mientras los comicios autonómicos se acercan, en plena crisis económica y social, diversos consistorios catalanes ya están preparados para debatir esta proposición. Procede en este sentido plantearnos la pertinencia de este debate: ¿representan prendas como el niqab y el burka actualmente un problema ante el que haya que tomar medidas inmediatas? ¿Hay intereses que no se han puesto de manifiesto con la misma intensidad que los supuestos problemas a debatir?
Artificial e interesado
Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia y activo luchador contra agresiones xenófobas y delitos de odio desde hace décadas, se muestra claro: "Para nosotros, ni el niqab ni el burka deberían ser permitidos porque la ocultación total del rostro implica trasladar problemas de seguridad ciudadana a terceros. Pero más allá de estas dos prendas, opinamos que no hay que plantear ningún otro veto a símbolos religiosos como el pañuelo -hiyab- o el velo, ya que no generan ningún tipo de contradicción con la legislación religiosa en España".
No obstante, Ibarra alerta de lo que parece más importante: "De todos modos no es un elemento sobre el que haya que debatir ahora mismo, no se trata de un problema real. El tipo de Islam que tenemos no utiliza el burka ni el niqab, por eso consideramos que es una polémica artificial, que pretende desviar la atención de los principales problemas. Por eso advertimos de que introducir esta polémica va a provocar un crecimiento de la islamofobia".
La extrema derecha europea y catalana
El Movimiento contra la Intolerancia percibe también un importante factor político en una posible apertura interesada de este debate: "Hay una islamofobia creciente alentada por una formación de ultraderecha, Plataforma per Catalunya, que ha pedido que se elimine el derecho a construir mezquitas en Cataluña. Nos preocupa que partidos democráticos como CiU o el PP incorporen discursos que defiende esta formación".
Un fenómeno que no es exclusivo de la comunidad catalana: "En estos momentos la ultraderecha europea está agitando la islamofobia de manera visceral: Austria, Holanda, etc. Nos encontramos con los mismos carteles en toda Europa. Pedimos a los partidos democráticos que no se dejen embaucar por la ultraderecha xenófoba e islamófoba".
Los musulmanes responden: una asociación perversa
En este tipo de casos, son pocos los medios de comunicación que se dirigen a recabar la opinión de las comunidades islámicas asentadas en España. El testimonio de Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica de Cataluña, nos ofrece un punto de vista sumamente interesante, en el que coincide con Esteban Ibarra: "Nos parece un debate y una polémica absolutamente artificial. No hay apenas burkas en Cataluña ni en España. Están queriendo poner en primer plano de actualidad un fenómeno prácticamente inexistente".
¿Una cortina de humo? Muchos manuales de sociología critican ciertas medidas represivas como el reflejo del fracaso de las administraciones a la hora de integrar a los distintos colectivos cuando existen situaciones de fuerte desigualdad; Abdennur Prado lo expresa de otro modo: "Lo peor es que esto sucede mientras los problemas reales de las comunidades musulmanas no les importan. Esta cortina de humo cubre un debate que debería estar teniendo lugar: las dificultades que tenemos los musulmanes para abrir mezquitas, para ser enterrados de acuerdo con nuestras creencias... Estamos hablando de derechos que no nos son concedidos. Estamos discriminados en muchos sentidos por la religión mayoritaria. Muchas veces no somos tratados como ciudadanos".
"Lo que queda al final en el imaginario colectivo no tiene nada que ver con el Islam: resulta completamente artificial vincular a los musulmanes con estas dos prendas; hay un millón y medio de musulmanes en España, ¿cuántos burkas hay? ¿Entonces, por qué estamos debatiendo sobre esto?" afirma el presidente de la Junta Islámica catalana.
Lógicamente en este problema se produce una asociación entre intereses políticos y la función, no siempre rigurosa, de los medios de comunicación social: "Todo el tema del Islam en la agenda política y en los medios implica asociación con temas negativos; en el imaginario colectivo se acaba vinculando Islam a burka y niqab cuando eso es absolutamente falso. Esto alimenta los recelos por parte de muchos sectores de la sociedad y derechiza la política. Los partidos democráticos están abriendo ese espacio a la extrema derecha", afirma Abdennur Prado.
Este tipo de colectivos, no siempre tenidos en cuenta por las administraciones, destacan la perversidad que se puede producir en estos debates: "Claro que hay corrientes fundamentalistas, pero, por qué no "empoderamos" corrientes ya existentes que impulsan un Islam democrático y de igualdad de género? Si hiciéramos una encuesta veríamos que somos mayoría. ¿Por qué no nos apoyan entonces?" Preguntas que, por ahora, se quedarán en el tintero.
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