Ni se ha arrodillado ante él, ni le ha besado el anillo del pescador. UN simple y cálido apretón de manos entre el Papa Ratzinger y el presidente Zapatero. En la bilioteca vaticana. Con las consabidas sonrisas diplomáticas y el intercambio protocolario de regalos. 30 minutos de encuentro a solas. entre un Papa sabio y un gobernante pragmático. Alejados en muchas cosas, pero que comparten el ya famoso "talante". Ambos son dialogantes, serenos y siempre dispuestos al consenso y al pacto. De hecho, Benedicto es el papa que acuñó la divisa de que "la Iglesia propone, no impone".
Al Papa sabio le interesan las cuestiones de fondo. Por ejemplo, el tipo de laicidad que tiene en la mente (y plasma en su acción de Gobierno)Zapatero. O su concepción antropológica. O su cosmovisión. Para pode rentender y encuadrar al personaje.
Algunas de estas cosas ya se las han explicado primero Rouco y, después, Cañizares. Pero el Papa quiere saber por experiencia propia. Porque al Papa le interesan las líneas de fondo. Para los detalles técnicos y pragmáticos, ya tiene a Bertone y a Mamberti.
El Papa sabe que, para muchos altos eclesiásticos, especialmente para los españoles, Zapatero es la encarnación de todo mal sin mezcla de bien alguno. Le han dicho que quiere acabar con la Iglesia, que quiere enterrarla o, al menos, encerrarla en las sacristías. Y que, para lograrlo, está descristianizando España a marchas forzadas. Y lo que es peor, extendiendo su modelo a Latinoamérica, la reserva espiritual de la Iglesia católica.
Sus conclusiones, después de la charla, habrá sacado el Papa. No necesita mucho tiempo para bucear en el alma de la gente, acostumbrado como está a hacerlo de continuo. Y quizás se haya dado cuenta de que no es tan fiero el león como se lo pintaban. Y quizás le haya sugerido que Roma es partidaria de mantener relaciones fluidas con el Gobierno socialista. Y que los obispos no volverán a salir a la calle. Y que dejarán de ir descaradamente de la mano del PP. Menos alineación y más independencia respetuosa. "Mutua independencia y sana colaboración", que decía el cardenal Tarancón.
La Iglesia es una institución esencialmente pragmática. Y, tras abordar con el Papa las cuestiones de fondo, Zapatero trató con Bertone las de forma. Lo concreto. Lo que interesa a ambos, Iglesia y Estado, en el corto plazo. Fundamentalmente, el próximo viaje papal a España. Y, esencialmente, quién va a correr con la parte del león de su coste, calculado en unos 50 millones de euros de los de los tiempos de la crisis. O más.
El Gobierno promete ayuda a cambio de que el diapasón de Rouco en España se mantenga (como se está manteniendo ya desde hace meses) en una tonalidad baja, asumible, civilizada.
Zapatero y su séquito también explicaron en Roma la nueva ley de libertad religiosa. Restándole dramatismo. Porque el fondo de la ley sigue respetando los Acuerdos Iglesia-Estado (auténtica madre del cordero de los privilegios eclesiásticos) y, además, los apuntala. Al consagrar la pluralidad religiosa, reparte café para todos. Y lógicamente le toca más a la religión mayoritaria.
El único escollo: la simbología religiosa. Algo a lo que Zapatero no le concede demasiada importancia,pero sí la Iglesia. Porque la Iglésia es símbolo. Pero hasta en eso el cambio será lento, gradual y asumible por ambas partes.
Zapatero regresa de Roma bendecido por el Papa. Nada menos.
José Manuel Vidal
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