"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

domingo, 13 de junio de 2010

Humanizar la Vida Religiosa y Sacerdotal.


Hace años Eugen Drewermann nos dió a conocer un estudio que fue muy polémico titulado “clérigos” en el que analizaba las patologías psicológicas unidas a la vida religiosa y sacerdotal.


En su estudio aparecían dos conclusiones importantes: La exaltación patológica de la dimensión sacrificial en la psicología de muchos curas y religiosos, que les llevaba a una entrega despersonalizadora a la institución eclesial, de modo que su persona quedaba absorbida por su función. Dejaban de ser “ellos mismos” para ser funcionarios de la institución, construyendo un yo no auténtico que intentaba responder a las demandas de la institución y de los grupos sociales que se identifican más con ella.

Las causas de esta patología las hallaba Drewermann, como buen psicoanalista, en la infancia de los curas y religiosos, en una relación ambivalente con los progenitores, que incapaces de responder a las necesidades afectivas del niño, respondían en cierta medida para generar esperanza en él y, a la vez, eran autoritarios y represivos con el niño, haciéndole desarrollar esa necesidad de “sacrificio” de su ser más auténtico para ser aceptados y simultáneamente para secretamente rebelarse, de manera neurótica y masoquista, contra el autoritarismo y frialdad que habían vivido.


Esta inseguridad del yo del niño o niña crecido en estos ambientes encontraba en la institución eclesial y en sus valores una seguridad para construir un yo inauténtico según el modelo de esos ideales. Estas personas, generalmente habiendo crecido en ambientes católicos autoritarios, encontrarían en esa adaptación a la institución una seguridad a costa de su autonomía y felicidad, pero sancionada socialmente de modo favorable por sus familiares y amigos, que los valorarían en la medida que respondieran a los valores eclesiales socialmente aceptados.De modo, que si en algún momento entraban en crisis con esos valores eran rechazados por esos familiares y amigos, que no desean de ellos, en realidad, nada más que la representación de esa función sacerdotal y eclesial, no amando de verdad a la persona que está más allá de esa función social sacerdotal.


Así, es muy habitual que el cura que se secularice deje de “ser interesante” para su amigos o amigas anteriores, que a partir de ese momento dejan de tener demasiado interés por él. Amaban al cura no a la persona.


Toda esta situación genera una patología profunda, una infelicidad grande pero ignorada muchas veces por el propio sujeto que la padece, el sacerdote o religioso, y va aparejada muchas veces a un deseo inconsciente de muerte, de ahí la idea constante de sacrificio de ciertos religiosos y sacerdotes.


No sé si Drewermann acierta en las causas de esta patología, pero creo que señala una realidad que se da en nuestra iglesia. No hay más que ver las biografías, novelas o películas hechas con ánimo apologético por la institución eclesial, en las que se exalta la dimensión sacrificial del biografiado, y se intenta que su persona responda en todo a los ideales que la institución propone de antemano que debe tener un sacerdote o religioso. Lo importante no es la persona en sí, sino el modelo, la función religiosa que cumple.


Es triste que personas buenas que en vida vivieron en ambientes eclesiales fríos, autoritarios, encorsetadas por tener que responder a las demandas que la institución les hacía, sean luego puestas por modelo de felicidad humana.

Toda esta reflexión me recuerda una película que han realizado hace poco, sobre la vida de un sacerdote al que conocí brevemente, buena gente sin duda, posiblemente un hombre bueno que fue rodeado desde pequeño por un ambiente muy autoritario y conservador que nunca le permitió ser él mismo. En mi breve contacto con él se percibía su bondad y su tristeza, tristeza de la que él creo no era muy consciente, ya que siempre intentaba parecer alegre y jovial. Uno intuía bajo aquella supuesta alegría, un drama, ya que ¿Cómo podría aceptar alguien, que era un ídolo para el sector más conservador de la iglesia, que parte de su tristeza podría deberse al ambiente eclesial frío y rígido que le rodeaba y que él defendía a capa y espada?.


Creo que ese drama todavía se vive en muchos ambientes eclesiales. Por eso, sería bueno afrontar sin miedos esta realidad e intentar ayudar a humanizar la vida religiosa y sacerdotal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, Bienvenid@s.


Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.