"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

miércoles, 14 de abril de 2010

Un mapa cisterciense del Camino espiritual a la luz del zen cristiano.



En el zen cristiano, por influencia del shingaku zen, los teisho o charlas animadoras de la meditación son llamadas “Charlas del Camino”. Charlas que nos explican mapas del camino que vamos a ir recorriendo para crecer en humanidad y en Amor, hasta recuperar nuestra verdadera imagen y semejanza divinas, nuestro verdadero rostro, conformándonos y reformándonos según el Rostro del Padre, que, para los cristianos, es Cristo.

Para San Bernardo la libertad es la imagen de Dios en el hombre, libertad que no se ha perdido por el pecado pero que debe ir reformándose y madurando hasta llegar al Amor, la meta a la que Dios nos ha llamado desde antes de la creación del Mundo (carta a los efesios). En el zen se dice que el camino nos llama desde antes de que nacieran nuestros padres.


Para San Bernardo debemos ir creciendo en tres libertades:


1) Libertad de la Necesidad:


Se trata de la libertad humana fundamental, ir creciendo como personas con razón y emoción equilibradas, de modo que podamos dirigir voluntariamente nuestra vida. Si no hay persona no hay posible camino espiritual.

El camino espiritual por tanto, exige una sanación psicológica, un desbloqueo de nuestros sentimientos y heridas olvidados y reprimidos, de manera que podamos volver a sentir el dolor y liberar la energía que ese bloqueo mantiene retenida, privándonos de libertad de actuación y de fuerza.


Llorar, gritar en ámbitos controlados, mediante ejercicios como los de la bioenergética, nos pueden ayudar a recordar estas heridas, a sentirlas y así sanarlas, ganando en libertad.

Nuestros sentimientos dependen en gran medida de nuestras ideas sobre la realidad, es habitual que todos hayamos asumido en mayor o menor medida alguna de estas ideas erróneas (yo no sé, yo no valgo o yo no puedo). Trabajar con el sistema de afirmaciones positivas inspirado en el método antirrhético de Evagrio Póntico y en metodologías del rebirthing, pueden ir cambiando nuestra metalidad errónea e introduciendo ideas correctas que nos lleven a sentimientos de autoestima sana.

Ganar en libertad de la necesidad, es salir de los hábitos negativos hacia nuevas formas de actuación, salir del sentimiento de culpa que paraliza al de responsabilidad que nos llena de energía para tomar la vida en nuestras manos. Crecer como personas.

La atención a la psicología con esta perspectiva espiritual es algo propio de los padres cistercienses que escribieron en muchos casos tratados “De ánima” (acerca de la psique).

2) Libertad del Pecado:


La antropología cisterciense no considera que el ser humano se limite a sus aspectos racionales , emocionales o corporales, sino que considera que tiene una dimensión más allá de ellos, la dimensión espiritual.

El pecado es la traducción del término griego Hamartia, que según explica Aristóteles en su ética a Nicómaco significa error por ignorancia. Ignorar esa dimensión espiritual de la realidad.

Desde el ego no podemos salir de este “error” necesitamos que otro, el Misterio más allá de ego, el Espíritu o Dios tome la iniciativa de” abrir” nuestro ego a esta dimensión. Esta relación con Alguien que nos lleva a esa nueva dimensión es la Gracia. Sólo la Gracia puede sacarnos de esta ignorancia- pecado.

De ahí la necesidad de la Revelación, de la Religión, de las Escrituras, los sacramentos, la vida de la Iglesia que “desde fuera” del ego nos descubre esa dimensión que ignoramos.

No basta pues un trabajo interno, un esfuerzo, necesitamos la ayuda de “algo” (mejor Alguien) que nos saqué del ego.

Sin la acción primera de Dios, sin Cristo y sin la Iglesia no es posible recorrer el camino espiritual cristiano.


Este encuentro con el Otro, por supuesto, exige también nuestra apertura, de ahí la necesidad de combatir los vicios y alcanzar la virtudes para salir del Pecado y abrirnos a la Gracia. No basta sólo meditar, ni mucho menos, la actitud ética es fundamental. Intentar vivir la humildad, la compasión, la paciencia, la diligencia, la generosidad, la castidad y la templanza) para crecer en las virtudes que indican el crecimiento en esta libertad del pecado: la templanza, fortaleza, prudencia, justicia y fe , esperanza y caridad.


El ayuno y las vigilias son métodos monásticos habituales para ir creciendo en esta apertura a la gracia, además de los ya mencionados.


3) La Libertad de la Miseria


Salimos de la miseria o angustia en la medida que vamos más allá del ego al amor. Esta es la libertad que se alcanza al vivir el Amor, que es más que un sentimiento, una clase de conciencia contemplativa que nos transforma existencialmente haciéndonos estar en comunión con Dios, el Cosmos y los demás (Amor ipse intellectus est- el amor es una forma de conocimiento dicen los cistercienses).

La meditación-contemplación-iluminación es el camino por excelencia para alcanzar este amor, pero no es la meta. La meta es vivir la vida cotidiana, concreta, la realidad existencial en ese estado de comunión, dando la mano a otros, en especial a los más pequeños, más marginados, excluidos. Ahí es donde más se manifiesta el misterio, es lo que en Císter llamaron la experiencia de la pobreza fecunda. El Amor vivido en la vida cotidiana y en todas las dimensiones mencionadas, sin excluir ninguna, (humana, religiosa, mística) es el final siempre inacabado del Camino.


La libertad de la miseria supone unificar todas las dimensiones humanas y ser unificador y redentor, liberador de los que nos rodean, siendo así discípulo de Cristo y seguidor del Maestro desde la propia pobreza y humildad. El camino al final nos debe llevar a darnos a los demás, siendo conscientes de que sólo desde Cristo, y no desde nosotros mismos, podemos realizarnos plenamente y ser constructores del Reino.

Sólo siendo cada vez más pequeños y dejando que él sea cada vez más grande y encontrándole por excelencia en los pobres y pequeños, aquellos que el ego desprecia, incluso el ego religioso, podemos alcanzar la meta de la vocación al Amor que Dios nos ha dado desde siempre.



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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.