Los que conocemos algo de la vida monástica, y es muy similar en casi todas las culturas, podemos entender el perjuicio que puede producir el mantenimiento de estructuras muy poco respetuosas de las personas, propias de sociedades medievales, que desconocían los derechos humanos y demás.
Los monjes no pueden ser personas con menos derechos que los seres humanos que los rodean, porque entonces los monasterios dejan de ser lo que fueron en un primer momento, comunidades utópicas que querían organizar la vida de forma más humana. El conservadurismo de las tradiciones termina haciendo daño a las personas. En el Tibet y en Europa.
Es necesaria una democratización de las estructuras y una cultura del respeto y la promoción de la autonomía de las personas; el reclamar esto es algo que aún hoy en los monasterios occidentales se sigue viendo como egoista e impropio del camino espiritual. En el caso de las mujeres la situación ha sido terrible.
En fin, esto del Lama Osel debería servir para ponernos alerta a monjes y no monjes sobre la deshumanización a que muchas estructuras y prácticas monásticas pueden conducir.
Y mucho ánimo a Osel, tiene toda la vida por delante.
Aquí os dejo el relato publicado por el blog rumores de ángeles sobre el famoso lama español,
Sólo tenía 2 años cuando el granadino Osel fue señalado por el Dalai Lama como la reencarnación del Lama Yeshe. Hasta que cumplió 18, vivió sometido a las reglas monásticas en un templo budista en el sur de la India. Pero al cumplir la mayoría de edad decidió dejar aquel sistema estricto y volver a Madrid, donde estudia cine y ya no cree en la religión. En una entrevista concedida al diario «El Mundo», Osel, el niño Lama, se explica: «La infancia es el período más importante de la vida porque es cuando se forma la persona, y la mía fue frustrante y llena de sufrimiento. Mi crecimiento se frenó y hay muchos aspectos en los que aún tengo que madurar: convivencia, sociabilidad, conocerme mejor y saber quién soy...».
Durante estos años de libertad desde su regreso a Madrid, el joven dice «sorprenderse a sí mismo» con reacciones inesperadas. La mitad de su vida, pasada por el tamiz del adoctrinamiento religioso, le ha dejado huella. «Con 14 meses ya me habían reconocido y llevado a la India. Me vistieron con un gorro amarillo, me sentaron en un trono, la gente me veneraba... Me sacaron de mi familia y me metieron en una situación medieval en la que he sufrido muchísimo», relata.
Ahora, Osel ha vuelto para quedarse y, aunque recuerda al Lama Thubet Yeshe como un hombre cordial, cercano y risueño, se confiesa «desnortado». Se ha dejado melena y perilla para intentar que nadie le señale.
Al menos ha conseguido salir del lugar donde fue llevado sin preguntarle. Su educación la llevará como marca indeleble durante toda su vida pero seguro que continuará buscando su camino hasta que encuentre el sentido de su existencia como hacemos todos. Tal vez su educación religiosa sea una ayuda o un impedimente pero sólo él podrá averiguarlo.
ResponderEliminarEfectivamente ha podido salir de una actitud de pasividad y aceptación sin análisis personal de las cosas a una situación de autonomía y búsqueda personal la única actitud que puede hacer a alguien persona y experimentar el sentido o no de la espiritualidad. Los monasterios como "Talleres" que quieren ser lugares para conseguir esa humanización en plenitud, desgraciadamente siguen sin ver la necesidad de potenciar la autonomía y la capacidad crítica en los monjes, viendo en ello algo sopechoso. Esto puede explicar algo de la decadencia de muchas tradiciones monásticas.
ResponderEliminarHola Jose Antonio:
ResponderEliminarEl tema que planteas del lama Osel está mal enfocado. El problema no es el momasterio, ni la disciplina monástica, sino el hecho de que esta persona entró siendo un niño y al margen de su voluntad, sin uso de razón y de forma equivocada. La ascesis espiritual, sea cual sea su forma, debe ser acogida con completo uso de razón, por vocación, libre y voluntariamente. El monje renuncia al mundo para conquistar "otro mundo", el de la gloria de Cristo (el monje cristiano, se entiende). Y para renunciar a este mundo hay que renunciar al ego que se forja y se apega a las formas de este mundo. Es un camino de renuncia, pero de renuncia buscada y deseada. Evidentemente que hay formas más solidarias y humanizantes en las relaciones personales y sociales, pero quizá no sean las propias del monacato. Hoy en día existen multitud de ONGs que se encargan de ayudar altruistamente y esta labor se hace con más efectividad desde este tipo de organizaciones, lo cual no quita para que instituciones eclasiásticas sigan practicando la caridad cristiana con los necesitados. Vías de ascesis hay muchas, y puede que todas conduzcan al mismo sitio, pero cada uno debe encontrar la suya. En esta era de la información todo se conecta y todo se diluye, pero si queremos llegar al fondo de las cosas, o de "la cosa", tenemos que mantenernos centrados.
Un saludo
Hor, tienes razón en una cosa y es que Osel fue "elegido", cuando era prácticamente un bebé -recuerdo el caso- y en lo que dices al respecto estoy de acuerdo.
ResponderEliminarSin embargo, no lo estoy en cuanto a la labor social que pueden desempeñar los monjes. Si las monjas pueden actuar como cooperantes allí dónde se las necesita ¿por qué no pueden hacerlo también los monjes? Es más o menos lo mismo que si los hombres pueden ser sacerdotes ¿por qué no pueden serlo las mujeres?.
Creo que estás haciendo una "selección", que es la aceptada, de quien puede llevar a cabo según qué cosas. Monjes y frailes antiguamente llevaban a cabo una labor social importante en su relación con el pueblo llano; es decir, con la sociedad.
La frase: "instituciones eclasiásticas sigan practicando la caridad cristiana con los necesitados", creo que es despectiva hacia una parte de la sociedad que, desgraciadamente no puede acceder por sus propios medios a mejores puestos sociales. Mejor dicho, no es que no pueda, es que la empujamos para que cada vez estén más abajo.
Esa parte de la sociedad, además de comer todos los días, de disfrutar de una educación, y de las cosas que dispone cualquir persona, también necesitan que se les dé amor, ternura, compresión, solidaridad. Lo que menos necesitan son limosnas. Lázaro prefería comer las migajas del rico a pedirle limosna. Tenía dignidad.
Y mira, vería muy bien que un monje o muchos monjes se "arremangasen" los hábitos para ponerse a predicar y practicar esa "caridad" en el sentido de entrega a los demás, sean necesitados o no. A veces nos ayuda más una palabra de ánimo, una palmada de compresión que, ese sentido de "caridad" que viene siendo sinónimo de limosna y a la que tanto somos dados quienes estamos en una mejor situación económica. Los pobres tienen también, aunque no lo parezca, dignidad.
Saludos
Sofi
PD: Siento discrepar.
Hola HOR:
ResponderEliminarCreo que comparto alguna de las cosas que dices, y otras que planteas creo que no afectan a lo que propongo, ya que no es una contraposición entre activismo y contemplación sino su integración. Si un monje cree que por vivir en un monasterio ha renunciado al mundo muy rápido saldrá de su error y te aseguro que abandonará el monasterio decepcionado porque los monjes no son los ángeles que creía.
Lo que critico es la potenciación de actitudes escapistas e infantiles, dándoles el nombre de espirituales al miedo a la vida o a la huida de la propia responsabilidad humana. El monje es un hombre y debe serlo en plenitud, no escapa a las mismas realidades y responsabilidades de los demás.
Creo que tampoco la renuncia es lo esencial, ni la ascesis (la ascesis puede ser un medio pero también un impedimento muy adecuado a los más integrados en el sistema competitivo capitalista actual para evitar la desinstalación que exige el camino espiritual, la entrega del control egoico), sino que el monje llegue a ser un ser humano en plenitud, lo cual incluye dimensiones espirituales. No contrapondría las ONG y los monasterios porque pueden ser vías de realización espiritual ambas, no basta decir que algo es espiritual para que lo sea.
En el fondo se trata de ver qué es la experiencia monástica más allá de pertenecer a una institución con ese nombre. Quizá haya muchos nuevos monjes como dice Panikkar viviendo fuera de las instituciones monásticas y posiblemente muchos en ONG o similares.
Qué agradable sorpresa Hor, la de pasar por aquí.
ResponderEliminarEl tema de debate es más que interesante. Creo que las antiguas dicotomías; mundo secular y monástico vienen desde antiguo a dividir las experiencias religiosas en inflexibles compartimientos. Como todo en la vida la vocación religiosa y monástica se elige, se siente y se practica. Como bien haz expresado, para poder elegir hay que que haber construido una personalidad y a partir de ella determinar el camino para llegar a ser y hacer en el mundo.
Hace poco tiempo conocí a una monja tibetana y estudié con ella durante algunos días. La sentí muy sola y con ganas de hablar y compartir con las personas su soledad, su religión y sus sentimientos de zozobra con respecto a algunas cuestiones.Mi idealismo , aunque soy católica,en cuanto al mundo oriental y su educación, hecharon por tierra , todo el imaginario que tenemos construído acerca de los monjes. Las necesidades y manifestaciones humanas de empatía, escucha, depresión, rigidez pueden surgir en la vida monástica con la misma virulencia que en un laico, padre de familia.
Entonces pensé y me llené de compasión, para entenderme a mí misma y a todos los seres que me rodean, atrapados en alguna forma de sufrimiento y que empujados por la Fe seguimos buscando con anhelo el camino integrador del Espíritu en la tierra.
Un abrazo de luz
Adriana
Qué agradable sorpresa Hor, la de pasar por aquí.
ResponderEliminarEl tema de debate es más que interesante. Creo que las antiguas dicotomías; mundo secular y monástico vienen desde antiguo a dividir las experiencias religiosas en inflexibles compartimientos. Como todo en la vida la vocación religiosa y monástica se elige, se siente y se practica. Como bien haz expresado, para poder elegir hay que que haber construido una personalidad y a partir de ella determinar el camino para llegar a ser y hacer en el mundo.
Hace poco tiempo conocí a una monja tibetana y estudié con ella durante algunos días. La sentí muy sola y con ganas de hablar y compartir con las personas su soledad, su religión y sus sentimientos de zozobra con respecto a algunas cuestiones.Mi idealismo , aunque soy católica,en cuanto al mundo oriental y su educación, hecharon por tierra , todo el imaginario que tenemos construído acerca de los monjes. Las necesidades y manifestaciones humanas de empatía, escucha, depresión, rigidez pueden surgir en la vida monástica con la misma virulencia que en un laico, padre de familia.
Entonces pensé y me llené de compasión, para entenderme a mí misma y a todos los seres que me rodean, atrapados en alguna forma de sufrimiento y que empujados por la Fe seguimos buscando con anhelo el camino integrador del Espíritu en la tierra.
Un abrazo de luz
Adriana