"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

domingo, 21 de febrero de 2010

La Dualidad, por Unsui (blogger de El Evangelio a la luz del Zen)




Al venir a escribir me he acordado de que, ayer, mi amigo Francesco Universalista, sacó a relucir una cuestión que yo recuerdo de la época en que me dedicaba al estudio de la Física Teórica. Habló de uno de los koans más apasionantes de la Ciencia, conocido como "dualidad onda-corpúsculo". Como muchos de los lectores y participantes del blog no estarán quizás al tanto de estos detalles, no me extenderé sobre ello. Diré tan solo que la luz a veces se comporta como una onda, y otras como si estuviese hecha de minúsculas partículas de un tamaño mucho más pequeño que un átomo. ¡Pero la luz es una!

Podríamos derivar esa cuestión física a otra más espiritual, tal y como Francesco proponía, diciendo que la experiencia religiosa a veces se manifiesta como vacío, y a veces como persona. Es una forma magnífica de enfocar el tema, no podía haberse elegido otra mejor. Ante tal argumento, siento que no hay posible réplica. La experiencia budista es la vacuidad (la vertiente ondulatoria del espíritu), y la experiencia cristiana es el Padre, Dios como Persona (la vertiente corpuscular). Viéndolo de este modo, todos quedamos satisfechos, en efecto. No hay porqué pelear sobre quienes tienen razón, porque todo depende simplemente del experimento que realicemos.

Ahora bien, ¿la experiencia mística puede equipararse a una experiencia científica? ¿Puede realizarse un tipo de práctica u otro para obtener un resultado u otro? Si este es el caso, podríamos diseñar la experiencia cristiana, (tal como la oración del corazón), y una experiencia budista, (como el zazen), para obtener resultados comprobables, pero yo tengo para mí que esos experimentos están condenados al fracaso.

A pesar de ello, soy un entusiasta de la participación de la Ciencia en el campo de la mística, y sigo con mucho interés as pruebas que se diseñan para "medir" la experiencia religiosa. He visto un vídeo recientemente (bravo por Youtube) en el que un equipo de jóvenes investigadores canadienses ponen a una monja carmelita dentro de una cámara insonorizada, y le llenan de cables la cabeza, y luego hacen eso mismo con un monje budista occidental, de la tradición del Tibet. (Era fantástico ver la manera en que la monja hacía oración metida en el cubículo con todos los cables colgando a su alrededor, ajena a todo, con sus ojos cerrados y su sonrisa dulce. El monje budista tibetano occidental, no sonreía tanto, pero es que es difícil sonreír cuando te están escrutando hasta los más íntimos pensamientos). El resultado del experimente, por supuesto, no fue concluyente.

Yo no sé si Dios es como la luz, con dos vertientes. El Dios al que yo me dirijo, cuando hago zazen cristiano (así voy a llamarlo, asumiendo el riesgo de ser tachado como hereje), no es un Dios con dos vertientes. Es la luz que brilla en el origen. Una luz que no es onda ni partícula, pues a ese nivel no hay ondas ni partículas. Ni hay pensamientos ni palabras. Es una luz, que no es una luz.

Cuando estudiaba la filosofía budista, los lamas afirmaban que el yo no existía independientemente de causas y condiciones. Era un yo condicionado. Mucho después, cuando ya había realizado un largo entrenamiento en el budismo Zen, fui de nuevo a un lama y le oí disertar sobre la vacuidad durante largo tiempo. Cuando terminó de hablar, mis piernas estaban tan molidas, que supuse que la charla habría durado una buena hora y media. Entonces le espeté "¿La vacuidad puede realizarse mediante razonamiento intelectual?". Para mi asombro y sorpresa, la respuesta del lama fue exactamente esta: "Si, si, si y si".

Yo me dije que la vacuidad de la que hablaba el lama no era la vacuidad que yo había experimentado durante los años que había dedicado al Zen. Por supuesto, esa vacuidad no habría manera de realizarla por razonamiento intelectual, por la sencilla razón de que el intelecto no alcanza a llegar a ella. Y ahora, pensando en esa vacuidad del Zen (que no la vacuidad del lama) me pregunto si es onda o partícula, (vacío o persona para este caso). Y es curioso, pero la única respuesta que puedo hallar es "no sé". ¿Cómo saberlo si allí no hay nadie que sepa?

La experiencia mística empieza, según veo, donde termina la experiencia científica. Pero no he hecho ningún descubrimiento excepcional, pues ya Pascal dijo algo así como que la función más noble de la razón es la de llevarte hasta sus propios límites. ¿Podemos afirmar entonces que la experiencia budista es impersonal y que la experiencia cristiana es personal? ¿Es el vacío algo impersonal? ¿Es Dios una Persona? Todas estas preguntas están muy bien, y puede ser objeto de un simposio donde podemos invitar a aquel lama, (que me pareció un gran experto en vacuidad, dicho sea de paso) y podemos invitar también a un equipo de teólogos, si se quiere. Pero si uno está interesado en la verdad, no debería esperar a la conclusión del simposio. ¿Porqué?

Porque la respuesta, amigos, no será concluyente. La respuesta no será nunca concluyente, igual que no fueron concluyentes los experimentos realizados con la monja carmelita y el monje tibetano occidental. Después de una pregunta viene otra, y otra, y otra... ¿Es personal?¿Es impersonal? ¿Es ambas cosas a la vez? ¿Ninguna de las dos? Yo, en vez de darle vueltas, volvería una y otra vez al aquí y ahora. El aquí y ahora de esta respiración, si se quiere, o el koan, o shikantaza.

Pero en mi caso es volver una y otra vez al camino, la verdad y la vida. A Cristo mismo. Y, me creais o no, tengo serios motivos para creer que muchos budistas zen hacen lo mismo exáctamente.

2 comentarios:

  1. Cierto para mi también...la respuesta no será concluyente...

    Y el lama en cuestión abordaría el aspecto de que la vacuidad se puede entender si vamos observando y comprendiendo la naturaleza condicionada e interdependiente de las cosas... Mesa... madera...objeto... 4 patas... moléculas...nombre...átomos... y así con todo... nada existe como TAL. Y luego de la naturaleza del yo... con cada conciencia... y no encontrarlo... y enteneder que tampoco tiene existencia propia....aunque se manifieste en una realidad relativa. Fenómenos y vacuidad conviven juntos...pero nuestro despertar es el que nos hace ver la diferencia...y nos lleva más allá de ellos... nos hace desidentificar.


    Otra cosa es REALIZAR esa vacuidad y eso no se consigue con la razón...más bien es experiencia más allá de esa mente discursiva.

    Bueno... yo también volví desde el budismo a mis raíces cristianas... para poder abrazar a CRISTO.

    Bueno...lo dejo aquí... y como ya sabréis... entre vosotros me siento en família.

    Un abrazo compartido...

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  2. Carmen, se nota que conoces el budismo tibetano a fondo y estás cualificada para entender en qué sentido decía lo que decía este monje tibetano.

    Confieso qeu me siento más cercano del zen y que el budismo tibetano me resultó siempre un poco extraño, en especial, ciertos rasgos de culto al guru, que me parecían muy lejanos de nuestra cultura y "peligrosos" en nuestro contexto. De todas maneras, no duda de la verdad, belleza y santidad de esta tradición.

    Un abrazo también para ti y gracias por tu contribución siempre enriquecedora.

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