Uno de los logros de la modernidad es sin duda la revalorización de la persona. En las sociedades premodernas el individuo casi no contaba, su valor estaba en función de la tribu, la etnia, la clase social, etc… a la que pertenecía. Podía sentirse oprimido por el grupo,que muchas veces no respetaba sus derechos.
Con la modernidad hemos tomado conciencia del valor de cada ser humano, como un ser único e irrepetible, dotado de libertad y con una dignidad absoluta (limitada por la de los demás), que lo convierte en un fin y nunca en un medio.
En cualquier caso, siendo una gran verdad y un gran bien este descubrimiento de la persona, se ha terminado convirtiendo en muchos casos en una defensa cerrada del individualismo y el egocentrismo, que pueden considerarse los valores centrales del modelo de antropología capitalista que nos domina.
Ser persona es ser un ser único, pro también es ser relación, las dos cosas, ser comunión. Esta es la antropología cristiana y la antropología socialista, bien entendida.
Ya Aristóteles definió al ser humano como “zoos politicós”, un ser social, y también diría un ser estructural. Sin quedar reducidos a lo social, lo social y estructural tiene en nosotros un peso muy importante. Diríamos que es la base de todo el conjunto de dimensiones que nos constituyen, que a su vez se influencian entre sí, pero que se sustentan en último término en las estructuras en las que vivimos.
De cara a la actuación ética esto reviste una gran importancia. Normalmente tendemos a dar mucha importancia a nuestra actuación individual (ética personal) y se nos pasa la ética de las estructuras en las que vivimos.
Como señaló Max Weber hay una relación entre el capitalismo y al ética puritana calvinista, que se fija sobretodo en el comportamiento personal y se olvida de las repercusiones sociales del mismo. Un capitalista renacentista podía ser muy estricto en su moral sexual y de trabajo, mientras dirigía una compañía de esclavos o explotaba a sus trabajadores. Hoy me temo no ha cambiado mucho la cosa.
Hay dictadores extremadamente estrictos en su moral personal, hasta llegar a los escrúpulos, mientras tiranizan toda una nación sin el menor remordimiento.
Para poder vivir nuestra ética personal debemos primero fijarnos en las estructuras en las que colaboramos si son justas y humanizadoras o son injustas y despiadadas. No podemos caer en el extremismo de una pureza absoluta, claro, vivimos en un sistema injusto radicalmente, más allá de nuestra voluntad y ahí tenemos que desarrollarnos. No podemos escapar del sistema pero si podemos colaborar en transformarlo. El problema hoy no es tanto tener dinero o no (muchas veces el sistema nos pone en una situación de tener bienes) sino lo que hacemos con él. Si lo ponemos al servicio de los pobres y del cambio social, o no.
Por supuesto el cambio estructural no basta, sin un nuevo corazón volveremos a repetir las injusticias, pero sólo el cambio personal tampoco es suficiente. Y desde una antropología relacional o social del ser humano la base de todo cambio personal pasa por el compromiso por el cambio social.
De ahí, la importancia actual del compromiso político. Asumir un compromiso con los movimientos políticos que se ponen de parte de los más débiles, de los pobres es la base de un compromiso cristiano en la política.
Hay que decir que en la política los movimientos responden también a condiciones objetivas más allá de la moralidad de sus miembros, sin que se pueda obviar, claro, esta necesidad de moralidad privada. Quiero decir, que un movimiento político es ético o no, más allá de que quienes lo defienden en un momento determinado lo sean o no (si bien si no lo son dudo que el movimiento pueda ser ético de verdad). Lo mejor claro, es que lo sean. Es decir, un movimiento racista es un movimiento injusto, por muy majos que sean quienes lo integren, quizá sin ser conscientes de lo que supone participar en un movimiento así. Y un movimiento por la paz es ético al margen de que quienes lo integren no sean tan pacíficos como debieran. Ya digo que esto no excluye sui obligación personal de serlo, pero no podemos juzgar el movimiento por cada uno de sus miembros sino por sus objetivos y los medios que utiliza para conseguirlos.
También hay que señalar que, por nuestra condición social, todos hacemos política lo queramos o no, los que dicen ser apolíticos simplemente están objetivamente a favor de lo que hay establecido, sean conscientes de ello o no.
Desde mi punto de vista, que puede ser erróneo, en la actualidad son los movimientos de izquierdas los que objetivamente defienden mejor los intereses de los pobres (al margen de que muchos movimientos de izquierda no lo sean de verdad).
Naturalmente conozco mucha gente de derechas estupenda y muy humana, quizá mejor que la gente de izquierdas pero hoy la derecha de manera objetiva representa los intereses de los que controlan la situación. Por eso, creo que hoy la opción ética está en la izquierda, con todas las críticas que tengamos que hacerle y sin caer en dogmatismos de ningún tipo.
Me parece una reflexión interesante la que haces en éste artículo y me gustaría dejar mi opinión. Estoy de acuerdo con algunas de las ideas que expones: el valor de la persona, la importancia de éste en cuanto que se define como un ser "en relación con" y no sólo como mero miembro de un grupo/sociedad o como individuo aislado, que somos políticos porque hasta decir que no lo somos ya es una postura política…etc.
ResponderEliminarSin embargo tengo dudas sobre qué es primero si la ética social o la personal y viceversa. En realidad creo que van de la mano y, esto mismo ocurre, con las luces y las sombras, lo positivo y negativo o el trigo y la cizaña y, es más, tampoco podemos controlar al detalle tanto las estructuras e instituciones en las que nos movemos para elegir una que sea “sin brechas ni fisura” por decirlo de algún modo, como tampoco nosotros mismos los somos. Las personas en general, creo yo, somos paradójicas y contradictorias en muchas ocasiones, es más a veces la razón nos invita a actuar de acuerdo con una ética y terminamos actuando de otra completamente distinta… por lo que se refiere a izquierdas y derechas creo que, aunque el estereotipo común es el que tú describes muy bien, la realidad a veces lo contradice.
Mientras la izquierda fundamenta sus propuestas en el consenso y en una distribución justa de la riqueza, los hechos muestran muchas veces que cuando tienen en sus manos el poder para llevar a cabo estos principios actúan en parte como la derecha: no poniendo obstáculos para que los que más tienen se sigan enriqueciendo y a los pobres se les calla la boca con subvenciones que tranquilizan y adormecen estimulando poco la motivación de logro y las altas expectativas que aportan dinamismo. Por otra parte, se muestran intolerantes con los que se adhieren a unos principios éticos revelados (aunque no entren en contradicción con los consensuados). En vez de buscar puntos comunes pasando por alto el fundamento que cada uno le quiera dar promueven la confrontación.
La derecha, en cambio, ofrece posibilidades que son aprovechadas por los que más recursos tienen, generando bolsas de excluidos que ven menguados sus derechos generando desigualdades sociales. Por otra parte si esos excluidos llegan a “primera clase”, vuelven a repetir el patrón de sus promotores. La ética que predomina es la del más fuerte, rico, sabio, guapo… ¿qué hacer entonces?... no hacer nada e indignarse también es una posición política…
Existen principios de la Doctrina Social de la Iglesia que, si no hubiera tanto prejuicio en contra, podrían esclarecer un poco la situación y llegar a cierto equilibrio, pero ¡claro!, tanto la izquierda como la derecha tienen cada uno sus propios dogmas así que en esas estamos… Por ejemplo, la atención preferente de la dignidad de la persona humana como centro, el principio de solidaridad (dar a cada uno según sus necesidades y que cada uno aporte según sus posibilidades), el principio de subsidiariedad (lo más parecido a una democracia participativa), el principio de justicia social donde los otros no son rivales sino hermanos, etc.
De todos modos soy optimista y, a veces las mismas circunstancias obligan a cambiar para mejor…lástima que sea a fuerza de golpes… pero así somos.
Acabo de hacer un comentario y sólo me deja hacerlo como anónimo. Mi nombre es Mónica Curbelo, intento seguirte pero mi icono tampoco aparece... llevo un rato y ¡¡ni caso!!¡¡las computadoras sigo sin entenderlas... aunque son tan útiles!! Saludos.
ResponderEliminarHola Mónica:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reflexión, me parece muy buena. No veo en todo igual pero es estupenda.
Creo que lo estructural es la base de lo prsoanl, en una sociedad injusta todos somos responsables más allá de nuestra ética personal, naturlamente esa también es importante, pero sin etica social en las estructuras nadie puede ser ético de manera plenani relaizarse como persona en plenitud (mientras hayaun pobre todos estamos oprimidos). si bien, no excluyo la importancia de la ética persoanl, la base es la social.
La docrina social de la Iglesia como muy bien señalas tiene valores muy importantes, si bien creo que no ha hecho un análisis riguroso de la economía de mercado capitalista y su injusticia intrínseca. Sigue sacralizando la propiedad privada, la libre empresa, etc... En la práctica defiende un capitalismo moderado con al acción del Estado, para mí esto no es la solución.
Sobre derecha e izquierda tienes toda la razón, muchos de lso llamados de izquierda no lo son, de hecho me pregunto si en el sistema que vivimos la izquierda de verdad puede llegar al poder. Lo que discrepo es que la izquierda margine por principio la religión, esto no es así, hay grupos laicista dogmáticos en al izquierda pero también muchos creyentes.
A mi tampoco me deja poner mi nombre, tengo que entrar como anónimo.
Un abrazo.
José Antonio.
El punto de vista psicológico no es baladí en todos estos asuntos, aparte de las ideologías y la estrcutura socioeconómica de cada periodo histórico. Así, hay algunas obras de Erich Fromm que plantean de modo muy acendrado la compleja interrelación entre lo social y lo individual, con lo que él llegó a conceptualizar "carácter social". No puedo recordar ahora exactamente donde habla de ello, cito de memoria, con riesgo de grave error, pero al respecto tal vez sea interesante la lectura de "Psicoanálisis de la sociedad contemporánea", "La revolución de la esperanza" y "Sociopsicoanálisis del campesino mexicano: estudio de la economía y la psicología de una comunidad rural", entre otras obras de este autor, lamentablemente todavía vigentes hoy día. Y digo lamentablemente porque desde que escribió muchas de sus avisadas obras analíticas no ha habido gran progreso me parece a mi sino que hemos ido a peor en cuanto a evolución humana...
ResponderEliminarMuchas gracias Daniel, los títulos que sugieres deben ser muy interesante, conozco el psicoanálisis de la sociedad contemporánea y em ha ayudado a entender cosas de nuesta realidad. gracias por la colaboración con el tema.
ResponderEliminarun abrazo.