"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

lunes, 6 de junio de 2011

Un acercamiento al Concilio Vaticano II, el mayor acontecimiento eclesial de nuestro tiempo, para ser fieles a la necesaria Renovación de la Iglesia.


1. CONTEXTO EN EL QUE SURGE EL CONCILIO VATICANO II

Una vez calmada la borrasca de la crisis modernista, allá por el año 1930, el árbol de la Iglesia, seco, extenuado, aparentemente sin savia, comenzó a reverdecer, a producir retoños, a proyectar luego ramas hacia el espacio en busca de un poco de luz: presagios de la primavera del Vaticano II. Porque el concilio no fue fruto de una generación espontánea. Surgió de un contexto; germinó durante cuatro o cinco decenios. Antes de hablar del mismo acontecimiento, de su dimensión, de sus frutos, de sus realizaciones futuras, hay que decir unas palabras del contexto que lo precedió y preparó.


1.1. CONTEXTO HISTÓRICO ANTERIOR

La verdad es que el concilio salió al encuentro de unas exigencias profundas del cristianismo y de la humanidad entera. La Iglesia no podía mantener su actitud de recelo y de gueto ante una sociedad en plena evolución hacia una estructura planetaria, renovada en su mentalidad, en sus costumbres, en sus maneras de ser y de obrar. La Iglesia tenía que salir de su mutismo de ciento cincuenta años y entrar en diálogo con un interlocutor muy diferente a su vez del que había sido.

a) Una sociedad en cambio
Señalamos tres factores de este cambio social:

- La ascensión del tercer mundo y el fin del colonialismo en África y en Asia, lo mismo que había ocurrido con América en el siglo XIX
- La industrialización del mundo. Paralelamente, en los países occidentales, gracias a las aplicaciones de la técnica, la industria transforma una sociedad que había sido sobre todo agrícola
- La televisión, finalmente, penetra en el corazón de los hogares y transforma la tierra en una "inmensa aldea". Vivimos la hora del presente universal.

b) Una Iglesia en busca

Existe por todas partes un malestar generalizado, tanto en el mundo laico como en los clérigos. Dentro de las mismas regiones coexisten corrientes progresistas y otras conservadoras a ultranza. Sin embargo, se dibujan nuevas tendencias, cada vez más firmes, sobre todo en tres terrenos:

- Los laicos ocupan en la Iglesia un lugar cada vez más importante: una importancia que se concreta en la aparición de movimientos de Acción católica (JEC, JOC), institutos seculares, que viven los consejos evangélicos sin dejar sus ocupaciones profesionales…
Esto llevaba a plantear el problema de la autonomía del laicado frente al clero.
- Un segundo rasgo característico de la renovación iniciada es el retorno a las fuentes, concretamente a la Escritura. Ésta, prácticamente puesta en el índice después de la reforma, cobró nueva vida y vigor en los movimientos de Acción católica, en la difusión de la Biblia, en la multiplicación de cursillos bíblicos, en los comentarios bíblicos que acompañaban a la liturgia dominical.
- Una exigencia cada vez más viva de la época preconciliar era la voluntad de reconstruir la unión rota entre los cristianos.


1.2. TENSIONES DOCTRINALES EN EL SENO DE LA IGLESIA
En vísperas del Vaticano II no todo estaba tranquilo en el centro de la cristiandad, en el Vaticano. Primer hecho que hay que subrayar: de 1944 a 1958 seguía estando vacante el cargo de secretario de Estado; Pío XII centraba el poder en sus manos, convirtiéndose en un pontífice aislado, sin contactos personales suficientes, rodeado de consejeros de la misma tendencia. La curia conocía un período de estancamiento.

El mismo pensamiento católico está lejos de constituir un bloque unido. Por una parte está el grupo de teólogos que viven en la periferia, atentos a las exigencias de un mundo nuevo; por otra, el grupo de conservadores, situados más bien en el Vaticano, tímidos, timoratos y hasta llenos de miedo y de pánico, que resultan agresivos y peligrosos. Consiguientemente, varios teólogos de fama fueron objeto de sospechas, de medidas disciplinares. Pero, por justa compensación, esos perseguidos fueron rehabilitados y se convirtieron luego en artífices del concilio y hasta en cardenales (De Lubac, Daniélou); por su parte, los acusadores cayeron en el olvido.

Esta yuxtaposición de corrientes opuestas, que llegó hasta la condenación de los mejores teólogos de la Iglesia, ilustra muy bien el clima que reinaba en Roma en vísperas del concilio. En varios países de Europa y de América se declaraba que podía temerse lo peor si las cosas no cambiaban.

2. ALGUNOS DATOS INTRODUCTORIOS

El concilio fue inaugurado por el papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 y clausurado por el papa Pablo VI el 8 de diciembre de 1965.
El Concilio se desarrolló a lo largo de cuatro sesiones, desde el 11 de octubre de 1962 hasta el 7 de diciembre de 1965. Al día siguiente, 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Concilio fue clausurado con una solemne Eucaristía en la Basílica Vaticana.
Fueron sesiones bimestrales (octubre-diciembre) en los años 1962, 1963, 1964 y 1965. Fue presidido sucesivamente por los Papas Juan XXIII (1962) y Pablo VI (1963-1965). Los asistentes pasaban de 2500 y pertenecían a uno de estos cuatro grupos:

Padres Conciliares: grupo formado por los obispos de los cinco continentes y por los superiores generales de las congregaciones religiosas masculinas. El 38% eran europeos; el 31% americanos; el 21% de Asia y Oceanía y el 10% de África. Muchos obispos de países comunistas no pudieron acudir debido a los impedimentos de las autoridades civiles.
Asesores expertos: elegidos por el Papa o los obispos, y que colaboraban en los trabajos de las comisiones.
Observadores: delegados de otras confesiones cristianas; en los comienzos fueron 31 y terminaron siendo 93.
Auditores: 36 hombres y 7 mujeres, representantes del laicado o de congregaciones religiosas femeninas.

Se inició el concilio sin tener claramente decidida su orientación. Después de una consulta general a obispos y universidades, la curia romana había preparado unos esquemas y esperaba que fueran aprobados en un corto plazo. Pero las dificultades que fueron surgiendo y las modificaciones que introdujeron los propios participantes llevaron a la clausura de la primera sesión sin aprobar ningún texto definitivo.
La orientación de los trabajos quedó fijada con el discurso del Papa Pablo VI, que había sucedido a Juan XXIII, al comenzar la segunda sesión. También fueron clave sus intervenciones temas como la colegialidad y la libertad religiosa.

3. INTENCIONES DEL CONCILIO

El Concilio Vaticano II pretendía, en palabras de Juan XXIII, que entrara aire fresco en la Iglesia y ésta pudiera renovarse y adaptarse a las exigencias del mundo moderno. El propio papa, al comenzar escribía:

“La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad. Un nuevo orden se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas más trágicas de la historia. Porque lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del evangelio”.

En este contexto, el concilio se propuso como objetivos importantes:

a) La puesta al día “aggiornamento” o actualización de la Iglesia

Para ello era preciso, por una parte, fijarse en todo lo bueno que hay en el mundo actual como la “tierra buena” donde puede germinar y crecer la semilla del evangelio. Por otra, profundizar en los criterios evangélicos para adaptar las estructuras de la Iglesia a las necesidades del mundo y vivir la fe cristiana de una forma renovada, más auténtica y comprometida con la marcha de la humanidad.

b) La unidad de los cristianos

Un cambio de actitud, más abierta, comprensiva y dialogante, que propiciara la unidad de los cristianos, poniendo el énfasis en las coincidencias más que en las divergencias.

4. UN CONCILIO RENOVADOR

El Concilio Vaticano II, fiel a su identidad, no pretendió definir dogmáticamente nada nuevo. Su cometido fue la reflexión profunda y pastoral de la doctrina de salvación recibida de los Apóstoles y su actualización según lo demandaban las presentes circunstancias sociales e históricas. Hemos pasado en la historia de la Iglesia de concilios fundamentalmente apologéticos a un concilio pastoral.

4.1. SUS DOCUMENTOS

La primera etapa del concilio concluyó sin promulgar ningún documento. Seis meses después murió Juan XXIII y su sucesor, Pablo VI, reanudó el concilio y lo llevó a su término. Sus conclusiones se plasmaron en cuatro constituciones, nueve decretos y tres declaraciones. Tales conclusiones abrieron el camino a la renovación de la Iglesia y a sus relaciones con la sociedad.

Hablamos así de 16 documentos emanados de esta magna asamblea eclesial universal. El primero en ser promulgado fue la Constitución dogmática sobre la Sagrada Liturgia, "Sacrosatum concilium", y el decreto sobre los Medios de Comunicación Social, "Inter Mirifica". Era el 4 de diciembre de 1963. El 7 de diciembre de 1965, un día antes de la Clausura del Concilio, se promulgan los últimos decretos conciliares: "Dignitatis humanae", "Presbyterorum ordinis", "Ad Gentes Divinitus" y la importantísima Constitución dogmática sobre la Iglesia en el mundo "Gaudium et spes".
Estamos, tal vez, ante la más genuina obra del Vaticano II, cuya relación completa es esta:

4.1.1. Cuatro Constituciones

Constitución: es un documento que posee un valor teológico o doctrinal permanente.

a) "Lumen gentium", sobre la Iglesia (LG)
La Iglesia es el pueblo de Dios, en el cual todos los cristianos son responsables y solidarios. María es madre en la Iglesia.
Nació de un deseo de la Iglesia misma para renovarse en su misión de salvación. En la constitución el Pueblo de Dios está presente en primer lugar; no interviniendo la jerarquía más que en segundo lugar y al servicio del primero. Todos misioneros, todos responsables.
La autoridad: un servicio.
El obispo: pastor querido por Cristo.
La colegialidad de los obispos: solidaridad y responsabilidad universales.
La Iglesia: comunión, institución, misión.

b) "Sacrosatum Concilium", sobre la liturgia y su reforma (SC)
Oración litúrgica y sacramentos piden la participación activa de todos.
La renovación litúrgica se remonta hasta Pío X. Toma su base y prolonga la Encíclica de Pío XII "Mediador Dei" (1947) sobre la liturgia. Afirma que en la liturgia, Jesucristo mismo obra como sacerdote, unido a todos los bautizados. El fin esencial de la reforma litúrgica es obtener la participación activa de todos, la cual es "la fuente primera e indispensable donde los fieles deben obtener un espíritu verdaderamente cristiano". La liturgia tiene una parte inmutable, la que es institución divina y otras partes sujetas a cambios que pueden variar en el curso del tiempo, incluso deben, si se han vuelto inadaptadas. (art. 21). El misterio Pascual es el corazón de la liturgia. La Constitución insiste sobre el lugar primordial que debe dársele a la Palabra de Dios. La Constitución revisó la liturgia de todos los Sacramentos.

c) "Gaudium et spes" sobre la iglesia en el mundo actual (GS)
La comunidad cristiana se reconoce solidaria del genero humano y de su historia. Quiere salvar al hombre en su totalidad.
En esta Constitución la Iglesia ha querido hoy considerar al mundo en todas sus expresiones: cósmicas, humanas, históricas. Afirma que la Iglesia es solidaria, íntimamente solidaria con el genero humano. Constata que ante los formidables cambios que sacuden a este mundo, muchos hombres se interrogan. Afirma que se debe reconocer la "igualdad" fundamental de los hombres. Explica lo que la Iglesia puede hacer para ayudar a los hombres.

Aborda 5 problemas que cree urgente:
1. la familia.
2. la cultura.
3. la vida económico - social.
4. la vida política.
5. vida internacional.

d) "Dei Verbum", sobre la divina Revelación y la Palabra de Dios (DV)
Los impulsos escriturísticos cobraron impulso decisivo con León XIII, Pío X, Benedicto XV y más tarde Pío XII. Se paso de un excesivo apegamiento a la palabra material del texto a una penetración más profunda de los hechos y dichos de Dios como portadores de un mensaje de salvación para los hombres. Se propuso una interpretación desde un ángulo contextual y no meramente textual de la palabra escrita.

4.1.2. Los nueve decretos

Decreto: es una decisión o un conjunto de decisiones que tienen un alcance práctico normativo o disciplinar.

a) "Ad Gentes divinitus”, sobre la actividad misionera de la Iglesia (AG)
La Iglesia debe insertarse en todos los grupos humanos respetando sus condiciones sociales y culturales.

b) "Presbyterorum ordinis", sobre el ministerio y vida de los sacerdotes (PO)
Los sacerdotes, cooperadores de los obispos, son servidores de Cristo y de sus hermanos para la palabra de Dios, el don de los sacramentos y la constitución de la Iglesia.

c) "Perfectae caritatis", sobre la adecuada renovación de la vida religiosa (PC)
Retornó a las fuentes evangélicas y participación en la vida de la Iglesia son las condiciones de vitalidad de las órdenes religiosas.

d) "Inter Mirifica", sobre los Medios de Comunicación Social (IM)
Prensa, cine, radio, TV, deben contribuir a la justicia y a la verdad.

e) "Christus Dominus", sobre el oficio pastoral de los obispos (CH D)
Los obispos participan en el cuidado de todas las Iglesias.

f) "Optatam totius", sobre la formación sacerdotal (OT)
A toda la comunidad cristiana incumbe el deber de suscitar vocaciones.

g) "Apostolicam actuositatem", sobre el apostolado de los seglares (AA)
Los laicos tienen, por su unión con Cristo, deber y derecho de ser apóstoles.

La vocación cristiana es por su misma naturaleza, vocación también para el apostolado. El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma unión con Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, robustecidas por la confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, es el mismo Señor el que los destina al apostolado. Las circunstancias actuales piden un apostolado seglar mucho más intenso y más amplio.

h) "Orientalium ecclesiarum", sobre las iglesias orientales católicas (OE)
La variedad en la Iglesia no daña su unidad, sino que manifiesta su riqueza espiritual.

i) "Unitatis redintegratio", sobre el Ecumenismo (UR)
Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos.

Las primeras iniciativas nacieron de los protestantes. El impulso decisivo por parte católica vino de Juan XXIII, que en 1961 creó el Secretariado para la Unidad de los Cristianos. Frutos del movimiento ecuménico son: la revalorización católica de la lectura de la Escritura, la revisión de la Institución demasiado autoritaria y uniforme y el uso de obras escritas por teólogos protestantes.

4.1.3. Las tres declaraciones

Declaración: es la expresión de una etapa en la investigación y la aclaración.


a) “Dignitatis humanae”,sobre la libertad religiosa (DH)
La verdad no se impone más que por la fuerza de la verdad.

b) "Gravisimum educationis", sobre la educación cristiana de la juventud (GE)
Todo hombre tiene derecho a educación. La familia es la primera responsable.

c) "Nostra aetate", sobre las relaciones de la Iglesia con la religiones no cristianas (NA)
La Iglesia mira con estima las demás religiones, porque contienen una parte de verdad. Rechaza toda discriminación racial o religiosa.

4.2. RESONANCIA DE LOS DOCUMENTOS

En algunas cuestiones hubo cambios profundos: la reforma litúrgica permitió el uso de las lenguas nacionales en lugar del latín; la aceptación de la libertad religiosa significó una valoración positiva de todas las religiones del mundo; el reconocimiento del papel de los laicos dio a éstos el protagonismo que les corresponde dentro de la Iglesia; la vocación de los cristianos de tomar parte en la sociedad significó un fuerte impulso a la presencia activa de la Iglesia en el mundo actual, a su capacidad para discernir valores y desarrollarlos, y a su colaboración en la construcción de un mundo mejor.

Para los cristianos, el concilio supuso un impulso renovador sin precedentes. Para los no cristianos, fue notable contemplar cómo una institución tan rígida y fuerte como la Iglesia era capaz de evolucionar, cambiar y transformarse en muy poco tiempo, y de cuestionarse a sí misma con mucha libertad.

5. UN CONCILIO ECUMÉNICO

Ecuménico significa universal, y el concilio lo fue. No sólo porque reunió a todos los obispos del mundo, sino también porque abrió sus puertas a los representantes de otras Iglesias cristianas. El llamado ecumenismo designa el esfuerzo por restaurar la unidad de todos los cristianos. Este aspecto fue una cuestión clave para el concilio.

El concilio reconoció que las diferentes confesiones cristianas no católicas también eran comunidades eclesiales y que era más importante lo que unía que lo que separaba; en otras palabras, todos los cristianos somos hermanos en la fe.

El concilio no logró la unidad, pero hizo avances importantes y abrió un nuevo campo de colaboración: la búsqueda de concordia entre todas las religiones y el trabajo común en la lucha por la paz y la justicia en el mundo.

6. DIEZ PALABRAS CLAVES DEL CONCILIO

1. "AGGIORNAMENTO"

La palabra expresa el esfuerzo de toda la Iglesia para mirar positivamente al mundo, abrirse a él y buscar estar al día en la lectura de los "signos de los tiempos" que se presentan en la realidad.

2. COLEGIALIDAD

Es la renovación del "colegio" de los obispos presidido por el obispo de Roma, el Papa. Es evocación y actualización del Colegio Apostólico. La colegialidad se expresa por medio de algunos organismos a nivel mundial, como el Sínodo de los obispos, y a nivel nacional, como las Conferencias Episcopales.

3. DIÁLOGO

El Concilio ha promovido un diálogo hacia todas las direcciones siguiendo la propuesta de la encíclica programática de Pablo VI, Ecclesiam suam, del 6 de agosto de 1964. De aquí en más el diálogo será herramienta fundamental del anuncio y de la misión de la Iglesia en su anuncio de Jesucristo.

4. COMUNIÓN

El proyecto de Dios es un proyecto de comunión. La Iglesia Católica se define como una comunión de Iglesias locales. A nivel más profundo, la Iglesia es Comunión con Dios y entre los hombres. La Iglesia es misterio y gracia de comunión.

5. LIBERTAD RELIGIOSA

Una de las más grandes innovaciones del Vaticano II es la afirmación de la libertad religiosa, que va asociada a la libertad de conciencia.

6. LITURGIA

Un deseo de los obispos presentes en el Concilio era llegar pronto a una reforma litúrgica cercana al pueblo que permitiera su participación. Redescubriendo las antiguas tradiciones litúrgicas, el pueblo vuelve a ser protagonista de las celebraciones y de la vida eclesial.

7. ECUMENISMO

A partir del Concilio Vaticano II, la palabra ecumenismo adquiere legitimidad plena en la Iglesia católica. Las diferentes Iglesias o comunidades eclesiales cristianas, en comunión imperfecta pero real con la Iglesia católica, forman parte de la única Iglesia de Cristo. La finalidad del camino ecuménico es la búsqueda de un diálogo serio y exigente para favorecer el encuentro y la unidad de los cristianos.

8. PALABRA DE DIOS

El Vaticano II ha restaurado el lugar de la Palabra de Dios como fundamento de toda la vida cristiana. El Magisterio explicita y sirve la Palabra de Dios. Todo el Pueblo de Dios puede y debe acercarse a la Biblia para que ésta ilumine su vida.

9. PUEBLO DE DIOS

Esta definición de la Iglesia valoriza la condición cristiana de todos los integrantes de la Iglesia, laicos y ministros. Propone también una nueva inserción en la historia y en el mundo y una nueva configuración de relaciones en el interior de la Iglesia.

10. PRESENCIA

La Iglesia se percibe como presencia frente a Dios y frente a los hombres. En el mundo esta presencia es una presencia de servicio. La Iglesia centrada en el Evangelio se abre al mundo y se hace presente en él.


7. LOS PAPAS DEL CONCILIO

7.1. JUAN XXIII

El 28 de octubre de 1958 fue elegido papa Juan XXIII. Dada su edad –setenta y siete años-, muchos pensaron que se trataba de un papa de transición que pasaría sin pena ni gloria. Sin embargo, con su sencillez, bondad y simpatía, se ganó la admiración y el entusiasmo de todo el mundo.

Pocos meses después de ser elegido papa, Juan XXIII anunció la convocatoria de un concilio ecuménico o universal para que la Iglesia abriera sus puertas y entraran en ella aires frescos de renovación. Intensificó el contacto con los líderes políticos del mundo e inició el diálogo con los representantes de la diversas religiones.

Dos de sus encíclicas causaron un gran impacto en la sociedad mundial: la Mater et Magistra (1961), sobra la cuestión social, y la Pacem in terris (1963), sobre la paz en el mundo. Esta última era “una carta abierta al universo” y dirigida a todos los hombres de buena voluntad. En ella podemos leer: “La paz entre todos los pueblos exige la verdad como fundamento, la justicia como regla, el amor como motor y la libertad como clima”.

Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963 habiéndose ganado el cariño y el respeto de todos los hombres, sin distinción de raza, ideología o religión.


7.2. PABLO VI

El papa Pablo VI continuó la obra emprendida por Juan XXIII. Llevó a cabo el concilio, promovió con tenacidad las decisiones tomadas en el mismo y las puso en práctica. Fue un hombre de una gran talla intelectual y visión de futuro que, en tiempos difíciles para la Iglesia, la condujo por el camino de la renovación y de su adaptación al mundo.

Reformó las estructuras vaticanas, impulsó la reforma litúrgica y creó la comisión Justicia y Paz. Propició una nueva relación entre la Iglesia y la religión judía, abrió una etapa de entendimiento con las Iglesias orientales y ejerció una gran influencia a favor de la paz mundial y de la solidaridad con los pueblos del Tercer Mundo.

Pablo VI escribió encíclicas importantes como la Humanae vital, en defensa de la vida, y la Populorum progressio, sobre la importancia del desarrollo solidario para progresar en la paz. “La civilización del amor –decía- prevalecerá sobre el afán de las implacables luchas sociales y dará al mundo la soñada transfiguración de una humanidad finalmente cristiana”.

Pablo VI murió en agosto de 1978. Le siguió Juan Pablo I, llamado el papa de la sonrisa, que murió de muerte repentina al mes de ser elegido.


8. RECEPCIÓN DEL CONCILIO HOY

Lo que se ha llamado "recepción del concilio" está lejos de ser una operación terminada. La gran mayoría de los fieles comprendieron que el concilio respondía a una extrema urgencia, y le dieron un apoyo sincero e incondicionado.Pero, por ejemplo, el "asunto Lefebvre" manifiesta en algunos una actitud de resistencia y hasta de rechazo.
Están también los que mantienen la nostalgia de un pasado irrevocablemente superado. Y el grupo de los que sueñan con un Vaticano III, sin haber leído el Vaticano Il, y sobre todo sin haber asimilado sus riquezas.
No faltan tampoco los que se esfuerzan en reducir la importancia del concilio hasta la insignificancia mediante discursos más sutiles, pero no menos insidiosos; en resumen, este grupo difunde las siguientes ideas: "No exageremos la importancia del Vaticano II.

Después de todo, entre los 16 documentos conciliares, tres no son más que declaraciones; los nueve decretos no hacen más que recoger y detallar los capítulos de la LG; la GS es sólo una constitución pastoral; la constitución sobre la liturgia se refiere sobre todo a reformas disciplinares y prácticas; la DV es el hueso a roer que se ha dejado a los exegetas para tranquilizarlos; el núcleo duro del concilio es la LG (sobre todo la Nota previa), que, por otra parte, no hace más que recoger la enseñanza tradicional de la Iglesia".
Seguramente serán necesarios varios decenios para medir el impacto real del Vaticano II.

Pero podemos perfectamente afirmar que las resistencias humanas no conseguirán anular un concilio tan visiblemente sostenido por la fuerza del Espíritu.

2 comentarios:

  1. Como estudioso y como experimentador del Concilio Vaticano II , puedo decir que los mandatarios, quedaran asustados de donde les llevaba, la libertad de conciencia y el reconocimiento de no ser la única y verdadera religión, por lo que dieron marcha atras, aun cuando el "mal" ya estaba hecho, muchos fieles dejamos de serlo, y ahora combatimos la jerarquía que ya sabemos ha traicionado a Cristo y a toda la humanidad.

    Un abrazo Jose Antonio.

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  2. pedasos de mierda cojan oficio

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