"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

lunes, 6 de junio de 2011

La hospitalidad, un valor monástico que algunos se quieren “cargar” en la Iglesia. Contra el “cibermatonismo”de ciertos grupos pseudotradicionales.


Si hay un valor por excelencia propio del monacato es la hospitalidad, San Benito en su Regla (RB) en el capítulo 53 dice: “A todos los forasteros que se presenten (en el monasterio) se les acogerá como a Cristo… “. No dice a los cristianos que se presenten sino “a todos”. Pide además que los reciban el superior y los hermanos, que les den al abrazo de paz, que los saluden con la cabeza inclinada e incluso se postren ante ellos adorando en ellos a Cristo.

Si hay algo que llama la atención a los no cristianos de los monasterios cristianos es precisamente su capacidad de acogida a todos. Nunca se pide a nadie que acude a un monasterio su “partida de bautismo”, sólo que busquen un tiempo de recogimiento y de interiorización, de búsqueda espiritual, para lo cual el monasterio es un lugar ideal, y por supuesto, que se respeten unas mínimas normas de convivencia.

Precisamente esta actitud acogedora hace que el apostolado de los monasterios sea muy eficaz en algunos casos, en especial, con aquellos que se sienten rechazados por ciertas actitudes de cristianos demasiado agresivas y triunfalistas. El monasterio vive la hospitalidad de modo gratuito, sin buscar nada más allá de ella misma y esto, en muchas ocasiones, ha hecho que muchos alejados se hayan reencontrado con la Iglesia y hayan visto un rostro que desconocían de la misma.

En ocasiones me sorprende la actitud de ciertos cristianos autodenominados tradicionalistas que critican que se acoja a no cristianos o no católicos en los monasterios y casas de espiritualidad católicas. Digo que es curioso, porque precisamente los llamados tradicionalistas que dicen estas cosas están cargándose la tradición monástica precisamente al pretender que no se viva esa acogida que forma parte de algo esencial del monacato.

Algunos hasta organizan campañas en internet donde intentan amedrentar a los superiores y, hasta a los obispos, para que no permitan que se viva este valor fundamental del carisma monástico. Y en ocasiones parece que lo consiguen.

Si desapareciera este valor monástico se perdería algo fundamental del carisma monástico y se sería infiel a él.

Espero que las autoridades eclesiales y los superiores no se dejen llevar por estas presiones de grupos que actúan en ocasiones como pandilleros en internet, denunciando y amenazando, generando miedo y división en vez de promoviendo la comunión y atacando los valores valiosos de la Tradición en nombre de un falso tradicionalismo sin Tradición.
Mal iríamos si nos dejáramos asustar por estos falsos defensores de la Tradición y por sus campañas de presión en internet propias de pandilleros de barrio o de acosadores de colegio.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por tus bellas palabras, tan cargadas de razón. A ver si los verdaderos cristianos conseguimos unirnos para echar a todos estos mercaderes del templo

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  2. Estupendo y valiente artículo. La verdad debe prevalecer frente al abuso y la mentira de estos míseros y resecos tradicionalistas, catolicorros de boina calada; pero los abusadores, los mentirosos y los coaccionadores tienen un poderoso aliado, el miedo. Como dijo el apóstol la letra mata pero el espíritu vivifica, y sin embargo, letra y espíritu son necesarios.

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  3. Desde el Valle de los Caídos el Prior me ha impelido a no admitir sin discriminación , nos ofende porque no somos inquisidores de los que piden ser admitidos en la Hospedería, quiere que solo los que piensan como él sean admitidos, ya le contestamos dándole con la puerta en las narices. En esta hospedería solo se pide reserva y respeto de horarios. Vaya con algunos que no saben seguir elbespiritu de San Benito y luego "cargan con la buena fama" sin merecerla.

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


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