"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

lunes, 13 de junio de 2011

El crucifijo de J. Cotino en la Cortes Valencianas, legal ¿e inadecuado?


El 9 de Junio juró su cargo como presidente de las Cortes Valencianas Juan Cotino, conocido miembro del Opus Dei y del PP, acompañado de un Estatuto de Autonomía, un ejemplar de la Constitución, una Biblia y un crucifijo.

La presencia del crucifijo ha sido motivo de enfado para muchos que consideran que en un estado aconfesional no deben presidir un parlamento símbolos de una confesión religiosa, de manera que pueda parecer que se apodera del espacio de todos. Para otros el gesto de Cotino es digno de alabanza, sería un ejemplo del estilo que debería tener el cristiano de hoy, que no debe avergonzarse de su fe y, por tanto, debe visibilizarla.

Hay que decir que el gesto de Juan Cotino es perfectamente legal, dado que nada lo prohibe. Y es que, referente a los símbolos, actualmente, cada institución se rige por lo que indica su propia normativa. En este caso, el reglamento de Les Corts no aborda la presencia o no de símbolos pero sí que los diputados que juren su cargo deberán hacerlo sobre una Biblia abierta y decir: “Sí, Dios me ayuda y estos Santos Evangelios de Dios”.

Otra cosa es que este gesto sea el más adecuado y el que expresa el mejor modo de presencia de los católicos en la sociedad hoy.

Una de las mayores novedades del Concilio Vaticano II fue el reconocimiento de la libertad religiosa, hasta ese momento la Iglesia no sólo no la reconocía sino que, en la medida que podía, propiciaba regímenes políticos que declararan al catolicismo la religión oficial.

A partir de la Declaración Dignitatis Humanae se declara que “el derecho a la libertad religiosa está fundado en la dignidad misma de la persona” (n.2) de modo que el Estado no debe dirigir ni impedir las decisiones religiosas.

Se rechaza así los estados confesionales y se propicia un modelo de estado plural y democrático: “en el ejercicio de sus derechos, cada uno de los hombres y grupos sociales están obligados… a tener en cuenta los derechos de los otros” (n.7).

Se reconoce así la libertad religiosa de todos y se rechaza que sean privilegiadas unas religiones o ideologías sobre otras. Es más se habla específicamente de que con el pretexto de la libertad religiosa no debe haber abusos y se legitima que el estado regule esa libertad por razón del bien común y el orden público (n.7), de forma que no se excluya o se privilegie arbitrariamente una creencia sobre otra.

Este giro fue uan de las razones por las que una pequeña minoría de católicos, entre ellos Lefebvre, abandonó la fidelidad a la iglesia y rechazando el Vaticano II.

Los Documentos del Concilio son extremadamente cuidadosos para no repetir los errores pasados, para evitar un estilo de catolicismo arrogante, prepotente, que busque privilegios sobre los demás componentes de la sociedad. Una iglesia que quiere estar al servicio de todos, también de los que no son miembros de ella y no quiere imponerse ni dominar sobre la sociedad.

Esta sensibilidad es tan manifiesta en los documentos que en ellos podemos encontrar afirmaciones como: “(La Iglesia) no pone… sus esperanzas en privilegios dados por el poder civil; más aún renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposición” (Gaudium et Spes n. 77).

Me pregunto si este gesto de Cotino, visto por una parte importante de la sociedad como un gesto de prepotencia no podría haber entrado en este apartado que nos anima a promover la renuncia a derechos legítimos para no empañar la pureza del testimonio cristiano que no busca privilegios del poder civil.

Por sus frutos los conoceréis, no sé que frutos puede traer este gesto, por ahora veo que ha sido muy criticado por los sectores más anticlericales y muy alabado por los sectores que parecen añorar los tiempos del nacionalcatolicismo.

La mayoría de los fieles creo que nos sentimos ajenos a estas polémicas y disgustados con quienes intentan utilizar la religión para arrimar el ascua a su sardina política particular o para sembrar cizaña.

Sospecho que el testimonio de la mayoría de los cristianos de a pie va por otro lado menos estridente y más cosntructivo.



1 comentario:

  1. Hola José Antonio, pareciera que con el crucifijo y los golpes de pecho se quisiera tapar todo lo que de podrido hay en esa Comunidad, me hace recordar lo de los sepulcros blanqueados. Saludos

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