"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

jueves, 29 de julio de 2010

Nueve razones para abolir las corridas de toros, por FERNANDO ÁLVAREZ




Mientras hoy unos abogan por la supresión de la lidia, otros apelan a la raigambre de la tradición. En mi opinión, la fiesta debería abolirse y baso esta pretensión en las siguientes razones:

El toro sí sufre durante las corridas. Podemos aproximarnos al dolor de otros seres vivos determinando si rechazan ciertas situaciones, menoscaban su salud o producen estrés.

Al no poder huir, el toro no puede expresar su rechazo a la lidia. Le sigue la abundante hemorragia y los desgarros producidos por la puya y las banderillas en músculos, nervios y huesos, hasta que las repetidas estocadas y el consiguiente encharcamiento pulmonar y asfixia acaban con su vida. La alta producción en esos momentos de muy altos niveles de beta-endorfinas (opioideos cerebrales de efecto analgésico) revelan su dolor. Se añaden las lesiones del mediador neurológico y del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, la insuficiencia adrenal, hipoxia, parálisis y estrés (alarma, resistencia, agotamiento), que afectarán al animal durante la captura, transporte, estabulación, manipulación y lidia.

El toro no disfruta de una especial buena vida ni de una muerte digna. Como el cerdo ibérico lleva en la dehesa la mejor vida para producir buenos jamones, las condiciones del toro en el campo son las elegidas por el ganadero para su uso en la plaza. Si el trato fuera excepcionalmente bueno, la morbidez hallada en los toros lidiados sería inferior a la de otros animales sacrificados y no parece serlo. En el concepto de muerte digna, no cabe el morir acuchillado en un espectáculo, sino ser bien tratado hasta el último momento, evitándose el sufrimiento. ¿Qué hacer además con la picaresca del afeitado de los cuernos, la irritación de las pezuñas o las purgas debilitantes?

La supresión de la lidia no implica la extinción del toro bravo ni de su hábitat. Hoy, ambos se conservan con fines económicos y, de suprimirse la fiesta serían conservados, como lo son otros ecosistemas y razas de bovinos, incluido el uro primigenio.

El sufrimiento de los humanos y otros seres no justifica la tortura del toro en la plaza. ¿Puede el dolor de unos justificar el sufrimiento de otros, o no convendría más bien intentar erradicar el de todos ellos? Ocuparnos ante todo del sufrimiento de otros seres humanos no es pretexto para continuar produciendo dolor en los animales. Así lo entendieron los abolicionistas Jeremy Bentham y Henry Salt, esperanzados en el buen trato a nuestros esclavos animales.

La existencia de otros espectáculos agresivos no disculpa la agresión en la lidia. ¿Tomaremos ejemplo de la violencia televisiva o del espectáculo de dos púgiles golpeándose en el ring, o nos ocuparemos de las formas de agresión de las que sí somos responsables, entre ellas la dirigida hacia los animales?

El aspecto artístico y tradicional de la lidia no justifica su componente sádico. La lidia puede quizá expresar un cierto sentimiento heroico de la vida y algunos experimentan una emoción estética en el ambiente colorista de la plaza. Para muchos otros, esa emoción la anulan los mugidos y jadeos del animal desesperado y los chorros y vómitos de sangre.

La machacona alabanza de la fiesta en prensa, radio y televisión habitúa desde la infancia al ciudadano, quien llega a no ver al toro como un ser que siente. Hasta las instituciones del Estado participan en este embotamiento, subvencionando o asistiendo sus cabezas visibles a las corridas.

La lidia no es una seña adecuada de identidad de España. No todas las regiones españolas se identifican con la lidia y, en todas ellas, muchos ciudadanos no consideramos que la lidia nos represente.

Hemos eliminado algunos de los usos más dañinos de nuestros antepasados, ¿seguiremos ciegamente todas nuestras tradiciones? La población no está dispuesta a ello: al 72% de los españoles, no les interesa la fiesta (frente al 55% en la década de 1970), porcentaje que se incrementa entre los jóvenes (81-82%) y las mujeres (79%).

El beneficio económico de la lidia está manchado de sangre. Justificar el espectáculo del sufrimiento con el beneficio económico es enormemente inmoral. La campaña a favor de la lidia está a cargo de críticos taurinos, ganaderos, toreros y empresarios. ¿No es de lo más natural que ellos promuevan las corridas?

La oposición a la lidia ha sido una constante en la historia de España. Isabel la Católica, Lope de Vega, Tirso de Molina y Quevedo mostraron su aversión a la lidia. Para los ilustrados, la fiesta era bárbara, sangrienta y cruel, y varios reyes borbones la prohibieron. Su restauración por José I y Fernando VII fue fuertemente protestada. A los taurófobos escritores del 98 les siguió el afán taurino de los poetas del 27, deslumbrados por el enfrentamiento hombre-animal, y Ferrater Mora era la discordante voz antitaurina en la dictadura.

Si la lidia ha iluminado grandes obras pictóricas y poéticas, fue mayúsculo en sus autores el olvido del toro, sacrificado a sus entelequias. En contrapartida, se han manifestado respecto a ella como fiesta bárbara de desprecio al animal figuras extranjeras y de cultura ibérica. Entre las últimas, Balmes, Campomanes, Jovellanos, Blanco White, Larra, Joaquín Costa, Pío Baroja, Caro Baroja, Jacinto Benavente, Leopoldo Alas, Ramón y Cajal, Unamuno, Gregorio Marañón, Sorozábal, Ferrater Mora, Francisco Umbral, Haro Tecglen, Rodríguez de la Fuente, Salvador Pániker, Esperanza Guisán, Eduard Punset, Rosa Montero, Lucía Etxebarria, Muñoz Molina, Jesús Mosterín, Manuel Vicent y Saramago.

Con el nuevo siglo y en la Unión Europea, España está mostrando gran sensibilidad en diversos campos. ¿Negaremos al toro nuestra generosidad?

Fernando Álvarez es etólogo, profesor de investigación (CSIC, Estación Biológica de Doñana).

7 comentarios:

  1. Ayer fue un gran día para Cataluña y se dio un pasito más en el camino hacia la modernidad en España.

    El PP sigue con su juego de siempre: se rasga las vestiduras porque se prohíben los toros en Cataluña y no dice ni mu que en Canarias ocurra lo mismo cuando si ellos quisieran podrían levantar la prohibición dado que son gobierno.

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  2. Muy de acuerdo con lo que dices,Nicolás.

    La derecha y grupos radicales del nacionalismo han jugado a politizar este paso, creo que muy positivo para humanizar y crecer en nuestra sensibilidad hacia la madre naturaleza y nuestros hermanos animales. Es un gran paso, como señalas.

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  3. Estoy en contra del sufrimiento de los animales son seres que sienten pero indefensos gracias por el comentario.

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  4. Yo me opongo a la lucha de gladiadores, a la de gallos, a la de perros e incluso a la lucha libre y boxeo.
    El disfrute de una sociedad, con el dolor ajeno, sea de animales o personas es una barbaridad.
    La sociedad, tiene que madurar, hasta que,seamos capaces de alimentarnos, con pura energía.
    Pero mientras eso no llegue, respeto, a todo aquel, que críe, caballos de carreras y toros bravos, para lidia, pues de otra manera estos animales dejaran de existir, pues nadie alimenta un animal, sino es para carne o espectáculo, con lo cual sacar un provecho.
    Es lamentable lo que digo, pero el toro bravo,desaparecerá, sino tiene un destino.
    Como miembro del PP ,tengo que decir que los toros en Canarias, desaparecieron, porqué no había casi afición y era muy caro llevarlos hasta allí, considero, que un espectáculo sujeto a la ley de oferta y demanda, muere por si mismo, si no van espectadores, y no es necesario, prohibirlo.
    Un abrazo, a todos con el respeto a todas las opiniones, sean socilistas o de centro reformista como las de PP, abogo, por la desaparición de derechas e izquierdas que considero obsoletas.

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  5. Me adhiero encarezidamente a no matar a nin gún animal para diversión...

    Qué bajo caemos los hombres en alegrarnos con eso... DIOS...

    Te invito a pasar por mi blog, querido José Antonio a recoger un verde y esperanzador regalo...

    En Unidad de Plegarias...

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  6. Hola José Antonio:

    Estaba meditando en torno a la distinción entre lo que es una ceremonia y un ritual, tras haber leído también a René Guenon, y mira tú por dónde veo tu entrada.

    Desde mi punto de vista, las corridas de toros, en su sentido profundo y original, remiten a la muerte de la bestia en el interior de uno misma, una suerte de lucha con el dragón, que es lo instintivo que ha de ser domeñado, con el fin de que sea dirigido por la consciencia. (Utilizo ex profeso un lenguaje asequible, aunque cometa, con ello, ciertas imprecisiones).

    Esto que el ritual de la muerte del toro significa, en lo profundo, se ha convertido en un mero ceremonial, y ha perdido por completo su significado esencial. Motivo por el cual se utilizan razonamientos de lo más banales, propios de una época en decadencia, en su mayor parte de carácter sentimental, para defender o atacar la ceremonia de la corrida de Toros. Y yo me pregunto ¿estará el hombre moderno preparado para abolir dicha ceremonia y, en cambio, realizar el sacrificio de su instintividad, representada en la muerte del toro en la plaza de toros (que es, por cierto, de geometría circular o mandálica), en su propio interior?

    Saludos

    José Antonio

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  7. ¿Como puede ser posible eso en la actualidad... en pleno siglo XXI?
    Nuestra sociedad llamada cultura avanzada...
    El disfrute con el sufrimiento es una criminalidad que debería ser condenada.
    ERl PP está haciendo todo los pasos para que no haya prohibición, parece mentira que se considere el único partido saldor del mundo.
    ¿Que verguenza!


    Grácias.

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el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.