Conversación entre el Hermano Michel, monje benedictino, y el Lama Namgyal, monje budista tibetano.
Conversación conducida por Dominique Thomas.
Más allá de expresiones culturales muy diferentes, como subrayan los representantes de estas dos religiones, se pueden efectuar acercamientos entre las doctrinas del cristianismo y del budismo. Pero cuando la dimensión mística es tocada, todas las diferencias, tal y como ellos lo afirman, son borradas en la misma Realidad Ultima.
Hermano Michel, usted es monje benedictino y viene regularmente a reunirse con los lamas tibetanos, asistir a sus enseñanzas, participar en los rituales. Ese encuentro con los monjes y las enseñanzas de Buda, ¿qué es lo que le aporta?
Eso me aporta lo que el encuentro con las religiones orientales aporta a muchos cristianos, incluido un monje de mi congregación que se llama Dom Le Saux, y que en la India le llaman Suami Abhishiktananda: es el volver a encontrar el sentido de la interioridad de la religión cristiana.
¿Entonces, para usted no hay incompatibilidad entre una devoción hacia Jesús, hacia Dios, y el hecho de buscar esa Naturaleza de Buda?.
En el plano de la vivencia, de la experiencia digamos mística –no tengamos miedo de esa palabra siempre que no la cargemos de cosas exteriores extraordinarias que no tienen nada que ver con la mística- eso no me ha molestado, pero lo que me ha incordiado mucho tiempo, al menos veinte años, era el llegar a encontrar una concordancia entre la doctrina budista y la doctrina cristiana; eso es difícil, pero lo vivenciado, no. Me gusta citar la frase de Dom Le Saux: «A dos personas que han tenido la experiencia de la misma realidad última, les es suficiente un intercambio de miradas para comprender que han visto lo mismo».
Lama Namgyal, usted es un monje budista tibetano-occidental, podríamos decir, y ha seguido un camino espiritual en la vía del budismo. ¿Tenía usted antes de eso un desarrollo semejante en la cristiandad?, Y si la respuesta es que si, ¿el paso de una cultura cristiana a una cultura oriental y budista ha sido difícil?
Como la mayor parte de los Occidentales que están aquí, nosotros venimos todos de una cultura judeo-cristiana. Somos por tanto todos un poco cristianos en alguna parte, pero para mi no plantea ningún problema el pasar de una religión occidental a una religión oriental porque estoy convencido de que en esencia el mensaje es idéntico, que la fuente de todas las religiones es única y que no hay por tanto ninguna contradicción entre el budismo, particularmente el budismo esotérico tibetano, y la enseñanza de Cristo.
Cuando se habla de la cristiandad, se hace a menudo mención de la compasión y del amor, y cuando se habla del budismo, se hace igualmente mención del amor y de la compasión, pero también del aspecto de la sabiduría. ¿Piensa usted que en la cristiandad este reconocimiento de la dimensión de sabiduría de nuestra alma está desarrollada a través de una búsqueda meditativa?
P.M. Es una enseñanza que, según Marie-Magdeleine Davy, se ha perdido bastante a partir de los siglos XIII y XIV. Fue en el Renacimiento, el Humanismo, el exterior, el culto del hombre, de la naturaleza sin Dios: fruto de una distinción teológica desdichada entre natural y sobrenatural, como si la naturaleza pudiera existir sin una transcendencia, sin una deidad o una dimensión divina. Eso se perdió mucho, y justamente el encuentro con las religiones orientales, y aquí el budismo, permite el reencontrar ese sentido de la interioridad, de la inmanencia, de la transcendencia que el cristianismo ha enseñado siempre, pero que a fuerza de insistir sobre la transcendencia, olvidando la inmanencia, se ha como rechazado a Dios en una abstracción intelectual o una hipótesis científica. La ciencia no tiene necesidad de esa hipótesis de Dios, para un cristiano, no es una abstracción intelectual, es antes que nada una vivencia, y esa vivencia es verdaderamente una sabiduría, un conocimiento.
Según usted, Hermano Michel, ¿hay alguna diferencia entre creer en un Dios creador y decir que todo es creación, producción del espíritu?
P.M. He comprendido que no había tal cosa. No hay que olvidar que cuando decimos que todo es creación, afirmamos con mucha fuerza lo mismo que los tibetanos cuando nos dicen que todo es ilusión; porque creación, quiere decir en sí, que nosotros somos pura nada. Solo existe Dios que es.
Lama Namgyal, cuando usted escucha hablar de Dios así al hermano Michel, ¿es que con palabras diferentes usted entiende lo mismo cuando habla del Espíritu?.
L.N. No se si hablamos de lo mismo, pero es cierto que vivenciamos lo mismo. Eso es lo más importante. Para nosotros, evidentemente, Dios no es una entidad exterior a nosotros mismos; para un budista, Dios es el estado de Buda, es el estado de iluminación, es ese instante de pureza de la mente en el que nos volvemos uno con lo que los cristianos llaman Dios y que nosotros llamamos las Tres Joyas o los Tres Cuerpos de Buda. En el transcurso de un diálogo con un padre abad benedictino, el Lama Gendune Rinpoché a afirmado que no hay ninguna diferencia entre los Tres Cuerpos de Buda y la Trinidad cristiana; él decía que el Espíritu Santo cristiano era lo mismo que lo que nosotros llamamos Dharmakaya es decir el Cuerpo de Vacuidad, que la noción de Padre era idéntica a la de Sambhogakaya o cuerpo de Gloria, y el Hijo, el Nirmanakaya o Cuerpo de Emanación. Así la Trinidad cristiana y los tres cuerpos de Buda eran, según él decía, perfectamente indisociables.
Hermano Michel, usted dice que quizás había una dimensión en la cristiandad que ha tendido a desaparecer. ¿Piensa que se puede hoy en día hablar de transmisión viva en los monasterios?¿se puede encontrar en ellos maestros que vehiculen esta experiencia viva del mensaje de Cristo?
Si, y puedo precisar que actualmente en Occidente los monasterios que más monjes incorporan son aquellos que tienen a su cabeza a un padre abad que es un verdadero maestro espiritual, un verdadero enseñante espiritual, mientras que en aquellos en los que los monjes han votado por un padre abad que puede ser muy santo pero que no tiene el don de la enseñanza, esos monasterios declinan. La única cosa que lamento y que me impacta mucho en la manera como proceden los monjes tibetanos, es que en nuestros monasterios, la enseñanza que da el padre abad está limitada a los monjes; incluso las personas que están de retiro en el interior del monasterio no asisten a esa enseñanza mientras que en los monasterios tibetanos, la enseñanza está abierta. Estaría bien que el padre abad enseñara a sus monjes, pero en presencia también de los demás, de las personas que vienen.
¿Qué diría usted a alguien que se aleja de la religión católica para venir aquí a seguir un camino espiritual cerca de los budistas? ¿Qué mensaje le gustaría transmitirle?
Es una pregunta que me han formulado muchas veces y a la cual yo respondo: parar la guerra de religiones, dejar de vivir vuestra religión –sea el cristianismo o el budismo- de manera sectaria. No la viváis como una secta sino como una apertura, y en esta apertura veréis que sois tan buenos cristianos como budistas. Solo el registro cultural puede variar, pero la realidad vivida, está mas allá de todas las palabras y por tanto de todas las expresiones culturales.
Lama Namgyal, el proceso que usted ha seguido con los lamas tibetanos ¿le ha permitido percibir mejor la cultura cristiana, las palabras de la Biblia y el mensaje de Cristo?
Si, a través de la enseñanza de Buda se puede comprender mejor la enseñanza un poco amputada durante tantos siglos de Cristo. Por otra parte muchas personas cristianas vienen aquí para profundizar su propia religión, su propia tradición. Muchos incluso me han dicho que aquí, a través de las enseñanzas que yo había dado o las sesiones de preguntas y respuestas, se habían vuelto mucho más cristianas, ¡lo cual podría parecer una paradoja para un enseñante budista!. Una vez, estaba yo con el Lama Djigmela en un monasterio franciscano; cuando llegamos a las cocinas, había una monja que preparaba la comida y que, cuando nos vio con el padre abad franciscano, nos dijo: «Entre los monjes cristianos y los monjes budistas, no hay problemas, los que sufren verdaderamente son los que no tienen ninguna fe, ninguna religión, ninguna creencia». Ahí está el problema.
Esta mañana, el Lama Guendune Rinpoché ha hablado mucho de la naturaleza del espíritu, de esta dimensión de pureza y de vacuidad. ¿qué es lo que eso evoca en usted hermano Michel?
Evoca en mí toda la mística cristiana hasta el siglo XII, e incluso grandes místicos de siglos posteriores.
A Tauler, un dominico, le gustaba decir que las personas buscan por todas partes las imágenes de Dios olvidándose que la mejor es aquella que está pintada en el fondo de sus corazones. Es ahí donde se encuentra la enseñanza del Lama Guendune sobre la naturaleza del espíritu, en la cual prácticamente él a identificado la naturaleza del espíritu y la naturaleza de Buda. Eso me ha interesado mucho porque en la enseñanza cristiana tradicional quizás se ha insistido demasiado sobre la naturaleza del espíritu; un alma de cara a Dios. Es necesario ir más lejos, es decir que la naturaleza profunda de nuestra alma es la de ser imagen de Dios, reflejo de Dios, luz de Dios, manifestación de Dios.
Es necesario llegar a trascender esa preocupación personal por el alma de uno para llegar hasta ahí; y ahí todas las religiones se encuentran en los grandes místicos. Alawi, un sufí de Bagdad del siglo XI decía: «Aparta ese yo y ese tu que me estorban entre tu y yo». El se dirigía a Ala, así es que ya ves... creo que a Santa Teresa de Lisieux le gustaba poner en boca de Jesús: «Yo soy El que es, tú eres la que no eres». Toda la vida espiritual consiste en reintegrarse en la naturaleza de Dios, que es nuestra naturaleza profunda más allá de nuestra mente-ego, es decir de nuestra alma. Encontraras aquí una enseñanza muy frecuente en los primeros padres de la Iglesia, ellos que han hecho la teología de la Iglesia occidental, que hablaban siempre del retorno. Se había surgido de Dios, se retornaba a Dios.
¿Para usted, Hermano Michel, cual es el termino budista que le parece más próximo al termino Dios?
No lo hay. Es un cristiano como Maestro Eckart, el que ha dicho que llega un nivel o un estado en el que no se plantea la cuestión de Dios, porque se vive en Dios. A partir del momento en el que se está dentro, uno ya no se plantea la cuestión de saber si hay un Dios o si no lo hay. Si Maestro Eckart ha recibido alguna reprimenda, es porque ha dado una enseñanza a personas que no eran capaces de comprenderle, pero sabes que le gustaba decir: «Yo no creo en Dios, yo creo en No-Dios».
Lama Namgyal, acaba de oír al Hermano Michel religar la naturaleza del espíritu al hecho de trascender el alma individual. ¿Qué es lo que eso evoca en usted que ha pasado muchos años de meditación en la vía budista?
La naturaleza del espíritu consiste en volver a la simplicidad del espíritu, es decir a un espíritu despojado de todas las impurezas que son las pasiones, las emociones; es la vuelta a un estado fundamental más allá del egoísmo, del egocentrismo, es la pureza original del espíritu. Muchas personas piensan que seguir una camino espiritual consiste en ir de un punto a otro, de un estado original a un objetivo llamado iluminación, Dios, o de otra manera según las diferentes tradiciones. De hecho, no se trata de ir hacia algo sino de volver a ese estado original. Por lo tanto, el objetivo, el fruto y la semilla son idénticos.
¿A que noción budista se podría asociar la idea cristiana de pecado original?
Todo el relato de las primeras páginas del Génesis, Adán y Eva, el pecado original, etc. Es un mito que hay que comprender bien. Eso no tiene nada que ver con la ciencia de la historia, no hay ahí ninguna dimensión histórica. Eso describe un estado que es el estado de todo ser humano que llega a la existencia: es la afirmación de que todo ser humano que llega a la existencia no está automáticamente en armonía con el Despertar. Tiene que lograr ese Despertar. El pecado original describe simplemente ese estado de no-Despertar. La palabra pecado no debe perturbarnos; en el Occidente moderno la palabra pecado no tiene sentido más que en el caso de una responsabilidad personal, aquí no hay nada de eso.
En la cristiandad, cuando se habla de progreso espiritual, se trata de ir hacia Dios, pero, si he comprendido bien, eso se dirige esencialmente a los seres humanos; ahora bien, en el budismo se dice que todo ser vivo, todo ser sensible, tiene la dimensión de Buda. ¿Cómo se puede hacer la unión entre esos dos aspectos?.
H.M. Una vez más, en registros diferentes, se enseña lo mismo. Cuando se dice que todo ser es criatura de Dios, eso quiere decir que todo ser es emanación de Dios, reflejo de Dios; por lo tanto, fundamentalmente, es Dios, en su surgimiento a la existencia. Pero en la Biblia solo se dice que sea imagen de Dios el hombre.. eso significa que solo el hombre es capaz de tomar consciencia de que el fondo de su naturaleza es el reflejar a Dios, el ser luz de dios. Es por tanto la misma enseñanza.
¿Qué relación establecen entre la reencarnación y sus vidas sucesivas, y la noción cristiana de Purgatorio?
H.M. Es una de las primeras cuestiones que yo he planteado a mi "gurú", el Hermano Antonio, cuando a mi teología cristiana él me respondía con sentencias budistas, lo cual daba algunos destellos a mi cabeza. Yo le decía: «¿Pero, a fin de cuentas, que es la reencarnación?» Él me respondía: «Es exactamente la doctrina del purgatorio» Porque no se puede olvidar que en el budismo la reencarnación es antes que nada un fracaso, no es una panacea. Cuando se le preguntaba a Madre, en el centro de Shri Aurobindo, si ella creía en la reencarnación, ella respondía: «Ocuparos de esta vida que es la vuestra ahora, y tratar de actuar de manera de que sea la última». Ella había comprendido. El Dalai Lama ha dicho, y se ha publicado en uno de sus libros, que seria muy necesario comprender que lo que es interesante de la reencarnación, es que sería necesario que hubiera una que fuera la última. Es hacia eso hacia lo que hay que tender.
Para concluir, Hermano Michel, Lama Namgyal, cual es el mensaje esencial que desean comunicar a todos aquellos que quieren seguir un camino espiritual, sean cristianos, budistas, o lo que sea ...
F.M. La recomendación que me ha dado el lama Guendune: «vete hasta el final de tu camino»
L.N. Lo que dice el Dalai Lama: «Antes de hacer la paz en el mundo, es necesario primero que uno haga la paz en su espíritu»
Conversación conducida por Dominique Thomas.
Más allá de expresiones culturales muy diferentes, como subrayan los representantes de estas dos religiones, se pueden efectuar acercamientos entre las doctrinas del cristianismo y del budismo. Pero cuando la dimensión mística es tocada, todas las diferencias, tal y como ellos lo afirman, son borradas en la misma Realidad Ultima.
Hermano Michel, usted es monje benedictino y viene regularmente a reunirse con los lamas tibetanos, asistir a sus enseñanzas, participar en los rituales. Ese encuentro con los monjes y las enseñanzas de Buda, ¿qué es lo que le aporta?
Eso me aporta lo que el encuentro con las religiones orientales aporta a muchos cristianos, incluido un monje de mi congregación que se llama Dom Le Saux, y que en la India le llaman Suami Abhishiktananda: es el volver a encontrar el sentido de la interioridad de la religión cristiana.
¿Entonces, para usted no hay incompatibilidad entre una devoción hacia Jesús, hacia Dios, y el hecho de buscar esa Naturaleza de Buda?.
En el plano de la vivencia, de la experiencia digamos mística –no tengamos miedo de esa palabra siempre que no la cargemos de cosas exteriores extraordinarias que no tienen nada que ver con la mística- eso no me ha molestado, pero lo que me ha incordiado mucho tiempo, al menos veinte años, era el llegar a encontrar una concordancia entre la doctrina budista y la doctrina cristiana; eso es difícil, pero lo vivenciado, no. Me gusta citar la frase de Dom Le Saux: «A dos personas que han tenido la experiencia de la misma realidad última, les es suficiente un intercambio de miradas para comprender que han visto lo mismo».
Lama Namgyal, usted es un monje budista tibetano-occidental, podríamos decir, y ha seguido un camino espiritual en la vía del budismo. ¿Tenía usted antes de eso un desarrollo semejante en la cristiandad?, Y si la respuesta es que si, ¿el paso de una cultura cristiana a una cultura oriental y budista ha sido difícil?
Como la mayor parte de los Occidentales que están aquí, nosotros venimos todos de una cultura judeo-cristiana. Somos por tanto todos un poco cristianos en alguna parte, pero para mi no plantea ningún problema el pasar de una religión occidental a una religión oriental porque estoy convencido de que en esencia el mensaje es idéntico, que la fuente de todas las religiones es única y que no hay por tanto ninguna contradicción entre el budismo, particularmente el budismo esotérico tibetano, y la enseñanza de Cristo.
Cuando se habla de la cristiandad, se hace a menudo mención de la compasión y del amor, y cuando se habla del budismo, se hace igualmente mención del amor y de la compasión, pero también del aspecto de la sabiduría. ¿Piensa usted que en la cristiandad este reconocimiento de la dimensión de sabiduría de nuestra alma está desarrollada a través de una búsqueda meditativa?
P.M. Es una enseñanza que, según Marie-Magdeleine Davy, se ha perdido bastante a partir de los siglos XIII y XIV. Fue en el Renacimiento, el Humanismo, el exterior, el culto del hombre, de la naturaleza sin Dios: fruto de una distinción teológica desdichada entre natural y sobrenatural, como si la naturaleza pudiera existir sin una transcendencia, sin una deidad o una dimensión divina. Eso se perdió mucho, y justamente el encuentro con las religiones orientales, y aquí el budismo, permite el reencontrar ese sentido de la interioridad, de la inmanencia, de la transcendencia que el cristianismo ha enseñado siempre, pero que a fuerza de insistir sobre la transcendencia, olvidando la inmanencia, se ha como rechazado a Dios en una abstracción intelectual o una hipótesis científica. La ciencia no tiene necesidad de esa hipótesis de Dios, para un cristiano, no es una abstracción intelectual, es antes que nada una vivencia, y esa vivencia es verdaderamente una sabiduría, un conocimiento.
Según usted, Hermano Michel, ¿hay alguna diferencia entre creer en un Dios creador y decir que todo es creación, producción del espíritu?
P.M. He comprendido que no había tal cosa. No hay que olvidar que cuando decimos que todo es creación, afirmamos con mucha fuerza lo mismo que los tibetanos cuando nos dicen que todo es ilusión; porque creación, quiere decir en sí, que nosotros somos pura nada. Solo existe Dios que es.
Lama Namgyal, cuando usted escucha hablar de Dios así al hermano Michel, ¿es que con palabras diferentes usted entiende lo mismo cuando habla del Espíritu?.
L.N. No se si hablamos de lo mismo, pero es cierto que vivenciamos lo mismo. Eso es lo más importante. Para nosotros, evidentemente, Dios no es una entidad exterior a nosotros mismos; para un budista, Dios es el estado de Buda, es el estado de iluminación, es ese instante de pureza de la mente en el que nos volvemos uno con lo que los cristianos llaman Dios y que nosotros llamamos las Tres Joyas o los Tres Cuerpos de Buda. En el transcurso de un diálogo con un padre abad benedictino, el Lama Gendune Rinpoché a afirmado que no hay ninguna diferencia entre los Tres Cuerpos de Buda y la Trinidad cristiana; él decía que el Espíritu Santo cristiano era lo mismo que lo que nosotros llamamos Dharmakaya es decir el Cuerpo de Vacuidad, que la noción de Padre era idéntica a la de Sambhogakaya o cuerpo de Gloria, y el Hijo, el Nirmanakaya o Cuerpo de Emanación. Así la Trinidad cristiana y los tres cuerpos de Buda eran, según él decía, perfectamente indisociables.
Hermano Michel, usted dice que quizás había una dimensión en la cristiandad que ha tendido a desaparecer. ¿Piensa que se puede hoy en día hablar de transmisión viva en los monasterios?¿se puede encontrar en ellos maestros que vehiculen esta experiencia viva del mensaje de Cristo?
Si, y puedo precisar que actualmente en Occidente los monasterios que más monjes incorporan son aquellos que tienen a su cabeza a un padre abad que es un verdadero maestro espiritual, un verdadero enseñante espiritual, mientras que en aquellos en los que los monjes han votado por un padre abad que puede ser muy santo pero que no tiene el don de la enseñanza, esos monasterios declinan. La única cosa que lamento y que me impacta mucho en la manera como proceden los monjes tibetanos, es que en nuestros monasterios, la enseñanza que da el padre abad está limitada a los monjes; incluso las personas que están de retiro en el interior del monasterio no asisten a esa enseñanza mientras que en los monasterios tibetanos, la enseñanza está abierta. Estaría bien que el padre abad enseñara a sus monjes, pero en presencia también de los demás, de las personas que vienen.
¿Qué diría usted a alguien que se aleja de la religión católica para venir aquí a seguir un camino espiritual cerca de los budistas? ¿Qué mensaje le gustaría transmitirle?
Es una pregunta que me han formulado muchas veces y a la cual yo respondo: parar la guerra de religiones, dejar de vivir vuestra religión –sea el cristianismo o el budismo- de manera sectaria. No la viváis como una secta sino como una apertura, y en esta apertura veréis que sois tan buenos cristianos como budistas. Solo el registro cultural puede variar, pero la realidad vivida, está mas allá de todas las palabras y por tanto de todas las expresiones culturales.
Lama Namgyal, el proceso que usted ha seguido con los lamas tibetanos ¿le ha permitido percibir mejor la cultura cristiana, las palabras de la Biblia y el mensaje de Cristo?
Si, a través de la enseñanza de Buda se puede comprender mejor la enseñanza un poco amputada durante tantos siglos de Cristo. Por otra parte muchas personas cristianas vienen aquí para profundizar su propia religión, su propia tradición. Muchos incluso me han dicho que aquí, a través de las enseñanzas que yo había dado o las sesiones de preguntas y respuestas, se habían vuelto mucho más cristianas, ¡lo cual podría parecer una paradoja para un enseñante budista!. Una vez, estaba yo con el Lama Djigmela en un monasterio franciscano; cuando llegamos a las cocinas, había una monja que preparaba la comida y que, cuando nos vio con el padre abad franciscano, nos dijo: «Entre los monjes cristianos y los monjes budistas, no hay problemas, los que sufren verdaderamente son los que no tienen ninguna fe, ninguna religión, ninguna creencia». Ahí está el problema.
Esta mañana, el Lama Guendune Rinpoché ha hablado mucho de la naturaleza del espíritu, de esta dimensión de pureza y de vacuidad. ¿qué es lo que eso evoca en usted hermano Michel?
Evoca en mí toda la mística cristiana hasta el siglo XII, e incluso grandes místicos de siglos posteriores.
A Tauler, un dominico, le gustaba decir que las personas buscan por todas partes las imágenes de Dios olvidándose que la mejor es aquella que está pintada en el fondo de sus corazones. Es ahí donde se encuentra la enseñanza del Lama Guendune sobre la naturaleza del espíritu, en la cual prácticamente él a identificado la naturaleza del espíritu y la naturaleza de Buda. Eso me ha interesado mucho porque en la enseñanza cristiana tradicional quizás se ha insistido demasiado sobre la naturaleza del espíritu; un alma de cara a Dios. Es necesario ir más lejos, es decir que la naturaleza profunda de nuestra alma es la de ser imagen de Dios, reflejo de Dios, luz de Dios, manifestación de Dios.
Es necesario llegar a trascender esa preocupación personal por el alma de uno para llegar hasta ahí; y ahí todas las religiones se encuentran en los grandes místicos. Alawi, un sufí de Bagdad del siglo XI decía: «Aparta ese yo y ese tu que me estorban entre tu y yo». El se dirigía a Ala, así es que ya ves... creo que a Santa Teresa de Lisieux le gustaba poner en boca de Jesús: «Yo soy El que es, tú eres la que no eres». Toda la vida espiritual consiste en reintegrarse en la naturaleza de Dios, que es nuestra naturaleza profunda más allá de nuestra mente-ego, es decir de nuestra alma. Encontraras aquí una enseñanza muy frecuente en los primeros padres de la Iglesia, ellos que han hecho la teología de la Iglesia occidental, que hablaban siempre del retorno. Se había surgido de Dios, se retornaba a Dios.
¿Para usted, Hermano Michel, cual es el termino budista que le parece más próximo al termino Dios?
No lo hay. Es un cristiano como Maestro Eckart, el que ha dicho que llega un nivel o un estado en el que no se plantea la cuestión de Dios, porque se vive en Dios. A partir del momento en el que se está dentro, uno ya no se plantea la cuestión de saber si hay un Dios o si no lo hay. Si Maestro Eckart ha recibido alguna reprimenda, es porque ha dado una enseñanza a personas que no eran capaces de comprenderle, pero sabes que le gustaba decir: «Yo no creo en Dios, yo creo en No-Dios».
Lama Namgyal, acaba de oír al Hermano Michel religar la naturaleza del espíritu al hecho de trascender el alma individual. ¿Qué es lo que eso evoca en usted que ha pasado muchos años de meditación en la vía budista?
La naturaleza del espíritu consiste en volver a la simplicidad del espíritu, es decir a un espíritu despojado de todas las impurezas que son las pasiones, las emociones; es la vuelta a un estado fundamental más allá del egoísmo, del egocentrismo, es la pureza original del espíritu. Muchas personas piensan que seguir una camino espiritual consiste en ir de un punto a otro, de un estado original a un objetivo llamado iluminación, Dios, o de otra manera según las diferentes tradiciones. De hecho, no se trata de ir hacia algo sino de volver a ese estado original. Por lo tanto, el objetivo, el fruto y la semilla son idénticos.
¿A que noción budista se podría asociar la idea cristiana de pecado original?
Todo el relato de las primeras páginas del Génesis, Adán y Eva, el pecado original, etc. Es un mito que hay que comprender bien. Eso no tiene nada que ver con la ciencia de la historia, no hay ahí ninguna dimensión histórica. Eso describe un estado que es el estado de todo ser humano que llega a la existencia: es la afirmación de que todo ser humano que llega a la existencia no está automáticamente en armonía con el Despertar. Tiene que lograr ese Despertar. El pecado original describe simplemente ese estado de no-Despertar. La palabra pecado no debe perturbarnos; en el Occidente moderno la palabra pecado no tiene sentido más que en el caso de una responsabilidad personal, aquí no hay nada de eso.
En la cristiandad, cuando se habla de progreso espiritual, se trata de ir hacia Dios, pero, si he comprendido bien, eso se dirige esencialmente a los seres humanos; ahora bien, en el budismo se dice que todo ser vivo, todo ser sensible, tiene la dimensión de Buda. ¿Cómo se puede hacer la unión entre esos dos aspectos?.
H.M. Una vez más, en registros diferentes, se enseña lo mismo. Cuando se dice que todo ser es criatura de Dios, eso quiere decir que todo ser es emanación de Dios, reflejo de Dios; por lo tanto, fundamentalmente, es Dios, en su surgimiento a la existencia. Pero en la Biblia solo se dice que sea imagen de Dios el hombre.. eso significa que solo el hombre es capaz de tomar consciencia de que el fondo de su naturaleza es el reflejar a Dios, el ser luz de dios. Es por tanto la misma enseñanza.
¿Qué relación establecen entre la reencarnación y sus vidas sucesivas, y la noción cristiana de Purgatorio?
H.M. Es una de las primeras cuestiones que yo he planteado a mi "gurú", el Hermano Antonio, cuando a mi teología cristiana él me respondía con sentencias budistas, lo cual daba algunos destellos a mi cabeza. Yo le decía: «¿Pero, a fin de cuentas, que es la reencarnación?» Él me respondía: «Es exactamente la doctrina del purgatorio» Porque no se puede olvidar que en el budismo la reencarnación es antes que nada un fracaso, no es una panacea. Cuando se le preguntaba a Madre, en el centro de Shri Aurobindo, si ella creía en la reencarnación, ella respondía: «Ocuparos de esta vida que es la vuestra ahora, y tratar de actuar de manera de que sea la última». Ella había comprendido. El Dalai Lama ha dicho, y se ha publicado en uno de sus libros, que seria muy necesario comprender que lo que es interesante de la reencarnación, es que sería necesario que hubiera una que fuera la última. Es hacia eso hacia lo que hay que tender.
Para concluir, Hermano Michel, Lama Namgyal, cual es el mensaje esencial que desean comunicar a todos aquellos que quieren seguir un camino espiritual, sean cristianos, budistas, o lo que sea ...
F.M. La recomendación que me ha dado el lama Guendune: «vete hasta el final de tu camino»
L.N. Lo que dice el Dalai Lama: «Antes de hacer la paz en el mundo, es necesario primero que uno haga la paz en su espíritu»
Parece un dialogo, de besugos, tanto el hermano Michel como el Lama, intentan encontrar lazos de unión de ambas estructuras, cristianas y budistas.
ResponderEliminarNo ven que las dos ideas están equivocadas.
Si partimos, de bases, falsas, llegamos a resultados falsos.
Dios no puede, crear, seres, que vuelen, por si mismos.
Dios es todas las cosas, por lo tanto,también,es
Cristo y Buda.
Querer, comparar, distintas formas de enfocar la realidad de Dios, por medios intelectuales, nos lleva al cuento de los ciegos, que les piden que digan como es un elefante, para ellos, solo tocando una parte del mismo.
Pero si sabemos, que Dios es la Totalidad y la parte, comprenderemos, que en algún punto, esa realidad, se juntara.
No puede existir la reencarnación o el purgatorio, pues no es el ser humano, libre para
obrar, pues es Dios quien maneja los hilos y no deja nada al albur, no existe la casualidad, solo existe la causalidad y esta siempre está en las manos divinas, nunca en la humanas, ya que somos, peones, manejados por Dios en el tablero de la vida, con lo cual no puede haber juicio, en el que se juzgue, actos, en los cuales, no somos los actores, sino, que somos dirigidos por el Supremo Hacedor, que es el único en obrar...de El es todo el poder y gloria por siempre.
Un abrazo Jose Antonio.
Es verdad qeu la comunión se logra cuando se va más allá de las ideas o conceptos, si bien necesitamos expresarnso con conceptos e ideas, sabiendo que son relativas, si no se absolutizan nos pueden llevar a la verdader< comunión más allá de las palabras.
ResponderEliminarEl tema de la libertad es muy complejo, incluso aún desde la perspectiva de que somos Dios, lo somos de un modo único, nuestra individualidad es un modo de expresar lo divino único e intransferible, nuestra individualidad pues no es pura ilusión, sino realidad relativa y nuestra libertad no es ilusoria pues sino relativa, de ahí que sí podamos hablar de responsabilidad (relativa) y de diferencias cualitativas entre unas acciones y otras.
Si todo es un ailusión da igual actuar de un modo u otro, da igual hacer daño a otro, pues es una ilusión, mal entendida la visión no-dualista podría llevar a la inmortalidad y al narcisismo espiritual.
un abrazo.
Tal como dices, la libertad es compleja, yo me inclino por una libertad condicionada, a las Leyes que rigen el universo, y a tal como Dios nos ha estructurado.
ResponderEliminarEl ser humano, lo sepa o no obra, por sus características, y fuerzas que le rodean,si fuera caracol, obraría como caracol.
Ademas las Leyes cósmicas y universales,le obligan a obrar de manera, que no puede, llegar a la inmortalidad o al narcisismo, aquí y ahora,teniendo que estudiar, comprender y trabajar, estas Leyes, para poco a poco conocerlas y trascenderlas, cumpliendo el mandato bíblico de Dios crecer y multiplicaros, para conocer y dominar todo lo creado.
Dios tiene un proyecto, imposible de cambiar por los seres humanos,(No existe desobediencia) nosotros estamos sujetos a sus designios, no podemos obrar con libre albedrío, aunque a nosotros nos parezca que lo hacemos.
Con referencia al mundo ilusiorio, es verdad, solo es real Dios, todo el universo es una imagen,o pensamiento en la mente de Dios, pero muy real, para los seres, que participamos en este sueño, por eso dice la biblia que somos una imagen de Dios, pues Dios se refleja en el espejo de su creación.
Lo explico, como un calidoscopio, que al moverse, origina infinitas formas que solo son una ilusión, de la realidad del campo unificado, que Dios es, pura energía o espíritu consciente sin forma, siempre igual así mismo, pues permanece inmutable siempre,en su condición de Absoluto, y en su condición de manifiesto pues solo es relativo su imagen irreal, que al vibrar, origina una manifestación relativa e ilusoria, de infinitas formas.
Somos pues Maya, pero si este mundo no existe, si que tiene Leyes, que nos impulsan a obrar en la dirección que Dios nos marca, para que su voluntad, se cumpla siempre, no la nuestra...aunque seamos, El.
"Salimos" del campo unificado de energía consciente que es Todo, Dios,y nos materializamos en este mundo denso e ilusorio hasta que al "morir" volvemos al campo unificado, en esa entropía total, que es Dios , "salimos" de El, volvemos a El, porque somos El.
Aunque la realidad, es que no salimos ni volvemos a Dios, solo es una ilusión, Ni venimos ni vamos !Estamos siempre en El, pues somos El!.
Esa es mi visión, es mi experiencia en el campo unificado, no pretendo que nadie me crea, ni hacer proselitismo, cada persona, es libre y única para vivir su vida, con sus experiencias.
Un abrazo Jose Antonio.