El Gobierno de la Nación ha tomado una decisión determinante: no esperar a reducir el elevado déficit público y la emisión de nueva Deuda soberana generada a partir de seis trimestres de recesión, actuaciones de incentivo de la demanda y políticas sociales de protección a los menos favorecidos ante la crisis.
Las medidas frente a la recesión mundial y la protección a los menos favorecidos nos desbocaron el déficit público que hemos sabido cubrir con endeudamiento. Ahora que la demanda agregada parece comenzar a recuperarse, es tiempo de controlar sobremanera el déficit y las emisiones de Deuda cada día menos aceptadas en los mercados internacionales.
Mientras seguimos escuchando a la oposición vociferar propuestas sin calado ni profundidad, el Gobierno de la Nación toma decisiones, arriesgadas políticamente, pero determinantes desde el punto de vista económico.
Primera fase: ¿por qué tenemos déficit público?
Mientras seguimos escuchando a la oposición vociferar propuestas sin calado ni profundidad, el Gobierno de la Nación toma decisiones, arriesgadas políticamente, pero determinantes desde el punto de vista económico.
Primera fase: ¿por qué tenemos déficit público?
La crisis financiera norteamericana que ha contagiado sobremanera a las economías mundiales, ha tenido un primer efecto determinante a partir de la escasez de crédito: el derrumbe de la demanda agregada. La caída del consumo y de la inversión no se ha hecho esperar y, en ese sentido, el PIB de las naciones ha visto cifras negativas que sólo se constatan en los libros de historia de la década de los años treinta del pasado siglo.
La reacción de todos los Gobiernos ha sido la de aumentar el gasto público con el fin de evitar un derrumbe mayor de la demanda. La caída de los ingresos públicos derivados de una menor renta de los ciudadanos, el aumento de los gastos implícitos en la protección frente a la crisis, más el incremento de los gastos derivados de una política fiscal de aliento a la demanda (creación de infraestructuras, PlanE, etcétera), han hecho que en todos y cada una de las naciones los déficits públicos (ingresos menos gastos) se disparen.
El déficit público de los Estados Unidos o del Reino Unido ha alcanzado cifras verdaderamente alarmantes. Tras ellos se encuentra España con un doce por ciento de déficit público sobre PIB, así como otras naciones que han estado esperando una recuperación de la demanda para poder reducir este alarmante crecimiento del desequilibrio fiscal.
¿Cómo se comporta la Deuda Pública en el mundo?
La reacción de todos los Gobiernos ha sido la de aumentar el gasto público con el fin de evitar un derrumbe mayor de la demanda. La caída de los ingresos públicos derivados de una menor renta de los ciudadanos, el aumento de los gastos implícitos en la protección frente a la crisis, más el incremento de los gastos derivados de una política fiscal de aliento a la demanda (creación de infraestructuras, PlanE, etcétera), han hecho que en todos y cada una de las naciones los déficits públicos (ingresos menos gastos) se disparen.
El déficit público de los Estados Unidos o del Reino Unido ha alcanzado cifras verdaderamente alarmantes. Tras ellos se encuentra España con un doce por ciento de déficit público sobre PIB, así como otras naciones que han estado esperando una recuperación de la demanda para poder reducir este alarmante crecimiento del desequilibrio fiscal.
¿Cómo se comporta la Deuda Pública en el mundo?
El déficit público ha sido cubierto, como no podía ser de otra manera, con emisiones de Deuda Pública Soberana. Muchas naciones han emitido tanto endeudamiento, una parte de ella sostenida con la emisión de nueva masa monetaria, que en estos momentos vemos por los suelos de las grandes plazas financieras un montón de papel con el nombre estampado de muchos países.
Como veníamos advirtiendo, tras una crisis financiera viene siempre una crisis de Deuda. Tanto papel ha provocado una capacidad de elección en los operadores que han acabado despreciando la Deuda de unos países y aceptando la de otros. Por el camino han aparecido numerosos especuladores que han jugado con los papelitos, algunos de ellos fraudulentamente.
La Deuda Pública española y su creciente coste
Siguiendo los datos que publicó Standard & Poor´s aquel aciago día que nos reclasificaron nuestra Deuda Soberana, el problema de la Deuda española no es tanto su cantidad –que en términos de PIB es menor que la de otros países-, sino la capacidad de nuestra economía de crecer y por lo tanto de sostenerla, máxime si tenemos un 178% de endeudamiento privado sobre el mismísimo PIB.
Tan es así que podríamos clasificar en relación a la Deuda a cuatro tipos de países: aquellos con una posición relativamente favorable (Alemania, Francia), aquellos con ciertos problemas de sostenimiento y consolidación (España, Italia), aquellos con mayor riesgo crediticio (Irlanda, Portugal) y aquellos cuya situación pasó a ser verdaderamente alarmante (Grecia).
Una Deuda cada día más cara
El pasado viernes, cinco de mayo, colocamos en los mercados unos dos mil quinientos millones de euros en Deuda española, ofreciendo más de un tres por ciento por la misma, casi un punto por encima de lo que ofrecíamos en marzo. Eso supone un futuro esfuerzo en pago de intereses y por lo tanto balones hacia delante que vendrán en forma de costes financieros en sucesivos presupuestos. En resumidas cuentas, no debemos colocar esa Deuda a ese precio, motivo por el cual debemos reducir el déficit que la genera, y, por lo tanto, ser muy contundentes con los gastos públicos.
Segunda fase: ¿por qué debemos reducir el déficit público?
Una vez que vemos que la Demanda agregada comienza a elevarse, y, sobre todo, teniendo en cuenta que los mercados ya no aceptan nuestra Deuda a precios razonables, es tiempo de reducir el déficit público de forma contundente.
El Gobierno de la Nación ha tomado toda una serie de decisiones de enorme riesgo político. Reducir el esfuerzo público en inversiones haciendo participar al capital privado, reducir las retribuciones de los empleados públicos un cinco por ciento y congelar sus retribuciones el próximo año, así como otras medidas de reducción del gasto en prestaciones y ahorro. Medidas que pretenden pasar en dos años del doce por ciento de déficit público al seis por ciento, y, posteriormente, al tres por ciento recurrente del Pacto de Estabilidad.
Un país sin oposición y Gobierno que asume el coste político
El Gobierno de la Nación ha tomado toda una serie de decisiones de enorme riesgo político. Reducir el esfuerzo público en inversiones haciendo participar al capital privado, reducir las retribuciones de los empleados públicos un cinco por ciento y congelar sus retribuciones el próximo año, así como otras medidas de reducción del gasto en prestaciones y ahorro. Medidas que pretenden pasar en dos años del doce por ciento de déficit público al seis por ciento, y, posteriormente, al tres por ciento recurrente del Pacto de Estabilidad.
Un país sin oposición y Gobierno que asume el coste político
La oposición, cazando moscas, ha cometido dos errores de bulto: proponer recortes de gasto público hace un año, cuando la demanda estaba agonizante, con el riesgo que conllevaba derrumbar en mayor medida a la economía (léase a Krugman), y, en segundo lugar, proponer hoy medidas de reducción del gasto tales como la fusión de ministerios o la integración de áreas, como si éstas fueran medidas suficientes para recortar el gasto.
El Gobierno toma medidas que sin duda tienen un coste político pero que asume cuando las tiene que asumir, sin dilación y mirando de reojo a los mercados de Deuda. Gobernar no es colocar la diana por donde pasa la flecha, sino tomar las decisiones más adecuadas en beneficio del país.
Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y secretario de Economía del PSM-PSOE
El Gobierno toma medidas que sin duda tienen un coste político pero que asume cuando las tiene que asumir, sin dilación y mirando de reojo a los mercados de Deuda. Gobernar no es colocar la diana por donde pasa la flecha, sino tomar las decisiones más adecuadas en beneficio del país.
Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y secretario de Economía del PSM-PSOE
Discrepo radicalmente. El Gobierno no ha tomado medidas valientes, todo lo contrario, se ha ido por el camino fácil de cargar sobre quienes no tienen capacidad de rebelión el peso de la carga. El Gobierno hubiera sido valiente si se hubiera atrevido con los fuertes, con los grandes, con quiene siguen ganando miles de millones pese a la crisis, con quienes ahogan el crídito de las familias y las pequeñas y medianas empresas... Pero ha hecho todo lo contrario. Al menos hubiera podido repartir la carga pero entre las famosas nueve medidas no hay ni una sóla que se meta con las grandes fortunas y con quienes originaron esta crisis. Si lo hubiera hecho me callaría y no tendría el grado de indignación que siento ahora.El Gobierno ha hecho lo mismo que podría haber hecho el PP y además ha enseñado el lado ejemplarizante. El Gobierno y su Presidente son un atajo de cobardes sin narices para hacer frente a los fuertes. Y eso te lo dice alguien que ha defendido a Zapatero contra viento y marea pero esto es invendible, infumable y espero que le cueste el cargo.
ResponderEliminarQuerido Nicolás:
ResponderEliminarcomprendo el enfado que manifiestas, es injusto que la crisis recaiga siempre de modo más fuerte en los más débiles, naturalmente no creo que lo ideal sea lo que se ha hecho sino que entiendo que se ha hecho "lo posible" en las circunstancias en las que estamos. En cualquier caso, pienso que sigue habiendo diferencias entre las políticas que ha realizado el psoe y las que hubiera realizado el pp.
Desgraciadamente, de la división de la izquierda sólo sale benficiado el capital puro y duro, entiendo que estas medidas no se consideran lo ideal sino lo "menos malo" dada las situación de presión capitalista a la que estamos sometidos.
Naturalemente el objetivo es cambiar todo el tinglado en el que estamos, pero por las vías democráticas y de la política, y con la aceptación del sistema de mercado en el que estamos, que exigen en ocasiones "concesiones" muy dolorosas. En estos momentos, hay que mirar más allá del retroceso actual hacia los objetivos finales de una sociedad más justa y más solidaria. Es un momento triste en el que no debemos dejarnos hundir por un "fracaso" en la "batalla".
un abrazo.
ZAPATERO, RECORTE DEL GASTO PÚBLICO. SE INICIA EL CRAC ESPAÑOL.
ResponderEliminarRafael del Barco Carreras
13-05-10. No quiero pecar de pedante, ni menos admitir que fuera catastrofista, pero lo repetía en mi castigada web www.lagrancorrupcion.com antes de las elecciones del 2008, cuando oficialmente la Crisis era una turbulencia culpa de las hipotecas ninja americanas. No solo yo, cualquier ex promotor inmobiliario con mínimos conocimientos académicos de economía, y libre de ataduras y condicionantes político sociales, comentaba con solo mirar tanta grúa y echarle un vistazo a las estadísticas de producción y venta de viviendas, y máxime observando la escalada de precios de un mercado que no vendía, y lo vendido mal y hasta delictivo, que “esto reventaría”. Y si además ese alguien ha sufrido la GRAN CORRUPCIÓN de quienes ostentaban el Poder hace 30 años y continuarían con hombres a lo Narcís Serra, el resultado era evidente.
El euro, aprovechado hasta la extenuación, alargó la agonía favoreciendo la escalada de precios ficticios inmobiliarios y las descaradas manipulaciones en bolsa, con las inmobiliarias repartiendo vía información privilegiada decenas de miles de millones de EUROS. Cuanto más valor hipotecario o en bolsa más crédito exterior, “titulaciones”.
Lo malo y peor es que lo sabíamos los aficionados, los espectadores críticos por profunda experiencia, pero también y más los profesionales de las finanzas y la política lanzados a masivas OPAS, fusiones, y compraventas ficticias entre los años 2005 al 2007. De juzgado de guardia. Las ratas abandonando los barcos que les habían hecho multimillonarios en todos los paraísos fiscales del mundo.
¡El crac se inicia! Las cifras que necesitará España cuadrarían rocambolescamente con lo robado a través del FRAUDE PIRAMIDAL INMOBILIARIO al ahorro nacional y deuda exterior. Dicho, parecido a cualquier vulgar república bananera o sudamericana, la deuda exterior cuadraba con los saldos en Suiza y similares de los magnates y políticos.
La cúspide de la política y las finanzas españolas ha resultado un estafador refinado. De los convencidos que sus víctimas no tienen más remedio que seguir prestando porque de lo contrario les arrastrarían. Saben que no podrán pagar jamás pero siguen pidiendo y prometiendo lo que por estructura propia no pueden cumplir. Los nuevos euros pasando por el oligopolio financiero desaparecerán como el agua en un cesto de mimbre. Por de pronto descarada especulación en Bolsa. Pero ¡cuidado! Si parece que no se contempla legalmente la expulsión de un país del euro… los alemanes, a nivel de calle, dicen en un 60% que se saldrían. El corralito argentino sería una nimiedad comparado con España.
Por lo poco publicado, si la inyección de euros nuevos en 2008 alargó la agonía, añadiendo el aval del Estado a las cajas y bancos en la colocación de sus emisiones y créditos del exterior, dudo muy mucho que la nueva liquidez a través del BCE enderece, y menos con recortes presupuestarios y de inversión pública, el inmenso pozo sin fondo español con 17 comunidades generando un gasto incontrolado e incontrolable que de recortarse provocará poco menos que la toma de la Bastilla.
Insisto, más importante que el agujero presupuestario es el crac de las cajas y caixas. Los viejos contables diríamos… ¿Cuánto falta en la caja? ¿Cuánto nos han robado? ¿600.000 millones de euros?