"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Hijos en el Hijo



Ahora que se ha puesto de moda esto del pensamiento transpersonal y no-dual, entendido no como lo que en realidad es, es decir, un pensamiento relacional, sino como un monismo que reduce toda la realidad a la Conciencia, es habitual ver que las afirmaciones religiosas cristianas que hablan de la existencia de un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, se interpreten como un ejemplo de conciencia dualista poco desarrollada.




La conciencia dualista, que separa al hombre y a Dios, dicen, es un modo de conciencia que debe ser superado por una nueva conciencia unificadora, transpersonal o integral que se da cuenta de que la realidad no está separada, es Una.




De esta forma, hay algunos autores cristianos que desean hacer una relectura de las afirmaciones tradicionales del cristianismo, de manera que lo que se atribuye a Cristo se atribuya a todos, pues él no sería diferente de los demás, ya que toda división entre él y nosotros sería fruto de la conciencia dual, y por lo tanto, errónea en último término. Todos seríamos Dios pues, todos seríamos Hijos.




Vaya por delante mi respeto a esta visión, que pienso transmite una verdad: la realidad no puede separarse, fragmentarse, está unida. Creo, sin embargo, que está visión no capta la importancia que el cristianismo (y la mística en general) da a la historia concreta.



En realidad, lo que nos viene a decir esta visión es que no es necesario ningún acontecimiento histórico especial para alcanzar la realización humana plena, o salvación, en términos cristianos. Lo que parece que habría que hacer es precisamente superar nuestra mentalidad histórica (personal) para alcanzar esa salvación. La historia sería algo ilusorio, no somos seres históricos y personales, seríamos, ante todo, seres transhistóricos y transpersonales.




El cristianismo, sin embargo, cree que somos seres históricos en esencia, considera que la historia no es una ilusión sino una estructura de nuestra realidad; eso no quiere decir que reduzca la realidad sólo a lo histórico, somos más que historia e individuos, pero también somos historia e individuos (personas), sobre todo somos relación. No se concibe, por lo tanto, una salvación que no se dé en la historia aunque la supere.




Para el cristianismo la salvación o realización plena ha de ser un encuentro (relación) con un acontecimiento histórico y suprahistórico, único y universal a la vez, personal y transpersonal, sencillamente porque eso es lo que somos. Esto es precisamente lo que, o mejor quien, sería Jesucristo. Jesucristo es por lo tanto para los cristianos, un ser diferente de nosotros, y a la vez, igual a nosotros, único y universal, hombre y Dios.




Esta afirmación no se hace desde una conciencia dual, como creen los transpersonales monistas, sino desde una conciencia no dual de verdad, es decir relacional o Trinitaria, que sabe que al realidad no está fragmentada pero tampoco se reduce a una unidad indiferenciada, es unidad en la pluralidad, es historia y eternidad, es comunión, es Trinidad (ni uno ni dos, sino unidad en la pluralidad).




Si la salvación es histórica debe producirse a través de un encuentro con una realidad concreta, eso es la historia, y no simplemente (aunque también) una dimensión profunda en nuestro ser, común a todos, más allá de la historia.




Naturalmente esto no niega que todos seamos seres espirituales, sino que matiza que lo somos a través ese acontecimiento histórico y transhistórico, personal y transpersonal que es lo que los cristianos llamamos Cristo. Todos somos hijos en el Hijo, porque somos hijos en la historia y más allá de ella.



La salvación cristiana, por lo tanto, se da en la historia, es para vivirla aquí y ahora, eso es el Reino una nueva manera de vivir y convivir en este mundo, que se prolonga más allá de él. Lo que no se viva aquí no se vivirá fuera de aquí. Así decía Evagrio Póntico, como nos recordaba Panikkar, que “el que no viva la vida eterna aquí que se olvide de la vida eterna”. De ahí, la importancia que se da a trabajar por construir la justicia en este mundo y por ayudar a los pobres, de hecho, dirá Jesús que eso es lo que va a determinar en último término que nos realicemos (salvemos) o no: ”porque tuve hambre y me disteis de comer… cuando lo hicisteis con uno de estos –los pobres-. Si no valoramos la historia como algo totalmente real y decisivo, la pobreza y la injusticia siempre puede terminar siendo justificada.



En realidad, esta es la visión de toda mística, que en el cristianismo toma la forma que hemos explicado. La mística busca vivir en la historia la plenitud, no escapando de la historia sino realizándola y aceptándola como una estructura propia de la realidad. La historia no es ninguna ilusión, si bien no hay que identificar la historia con todo lo que vivimos aquí, en donde se mezcla lo real e irreal. Pero lo que hay de real en la historia que vivimos aquí continuará en la eternidad. El cristianismo cree que la historia, transfigurada- separada de lo que no era real en ella-, continuará en la eternidad. La eternidad no sería así algo estático sino dinámico, vivo, por eso se describe como una ciudad, un banquete, una fiesta.




Esta visión, ya digo, es propia de la mística y podría encontrarse, con formas propias, en todas las tradiciones completas (es decir que posean una mística). Por ejemplo, en el budismo se dice que “samsara es nirvana y nirvana es samsara”, devenir y vacío son dos caras de la realidad. En el hinduismo el “atman es Brahman” se interpretaría también así, etc…



La mística hoy se ve amenazada por varios peligros: la tecnocracia laicista, la religiosidad sacralizada (esa conciencia dualista que denuncian los monistas) y por el gnosticismo, que hoy toma la forma de monismo. Y monismo es lo que, muchas veces, se esconde detrás de esa afirmación de que somos dioses sin necesidad de un mediador en la historia (mediador que encontraremos en todas las religiones: la Torá, el Corán, Buda, los Vedas, el Emperador, el Sabio, etc…).

10 comentarios:

  1. Interesante José Antonio, bravo por la inspiración y la clarividencia que se halla detrás de estos textos.

    Un abrazo,

    Pablo

    ResponderEliminar
  2. Maravilloso texto.
    Una visión muy leal y llena de luz.
    Estoy de acuerdo en todo, pero ha de llegar el momento en el camino del discípulo que ha de llegar de ser tu propio Maestro, la própia alma. CRISTO, BUDHA, CRISHNA, todos han llegar a ser estados de conciéncia a conquistar y establecer en el aquí y ahora tal como ellos hicieron en su propio camino.
    Estar siempre abneados y dependientes de esos Grnades Maestros no nos deja ser libres. Responsabilizarnos de nuestros pensamientos, emociones y actos es exclusivamente nuestra.



    Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Hola José Antonio:
    no interpretes este comentario como un intento de polemizar o discutir no es lo que hago en estos temas ya que la apertura a la naturaleza esencial es singular y llega para cada cual tal y como lo necesita. La visión transpersonal de la realidad no la considero una moda, ese calificativo me parece muy peyorativo, o quizás demasiado ligado a una mirada psicologista, cuando su fundamento es más profundo y obviamente trasciende a lo intelectual. Desde una apertura transpersonal todo lo acumulado como conocimientos religiosos, doctrinales, teológicos o como se los quiera llamar deja de tener relevancia, ya que se accede a una comunión con esa realidad primera imposible de calificar por la mente....por eso también creo que hablar de conciencia, ser, dios,salvación, etc., desde esa perspectiva, es solamente recurrir a términos para señalar algo inefable. El compromiso militante con el aspecto histórico y cotidiano de lo real será algo que surgirá o no, me abstengo de juzgar sobre eso o aconsejar cómo y desde donde concretarlo.....ya hay demasiados ciegos conduciendo a ciegos.
    Saludos, y gracias por la oportunidad de reflexionar sobre estas cuestiones.

    ResponderEliminar
  4. El comentario de Delia me parece muy sabio y oportuno. Si ella me lo permite lo suscribo enteramente.

    ResponderEliminar
  5. Felicitarte por poner sobre la mesa una realidad que es muy necesario tener clara. Veo que citas a Raimon Panikkar, he leído "el mundanal silencio" que corrobora ésta idea. Sólo decirte Amén a todo y ¡¡Gracias!! creo que es necesaria una buena teología para que se traduzca en una buena praxis. ¡¡Buen comienzo de curso!!

    ResponderEliminar
  6. Estimado José Antonio: Muy buena y oportuna reflexión. Creo que uno de los motivos de las críticas, del todo injustificadas, que mencionas al comienzo del post está en algo a lo que en cierta manera hacías alusión en el escrito anterior, es decir, a una tendencia a extrapolar las mismas categorías abstractas de una forma tradicional a otra, cuando bien podrían responder a realidades en principio diferentes, independientemente de que en la realización última los caminos deban confluir hacia un mismo centro.

    Se puede reconocer la presencia del Verbo eterno en todas las cosas, esto es, la no alteridad del Absoluto con las criaturas, pues Dios es lo no-otro, diría Nicolas de Cusa utilizando una expresión eminentemente no-dualista, sin que eso signifique de ninguna manera que la Identidad Suprema sea efectivamente realizada por cada individuo por el simple hecho de afirmarla mediante fórmulas que ni siquiera han sido interiorizadas, como muchas veces se pretende en los ambientes pseudoespiritualistas de los que hablabas; esto no es posible en tanto exista en nosotros una conciencia de "separatividad", que no es otra cosa que ignorancia, pecado, "cualquier desviación del orden hacia el fin", lo que es diferente a la unión plenamente efectiva de lo divino y lo humano en la persona de Cristo.

    Sobre la diferencia entre la Unión Hipostática, tal como se da en Jesús, y la Identidad Suprema trata largamente un libro que seguramente conoces, "Doctrina de la no-dualidad y el cristianismo", escrito por un cisterciense anónimo, donde se demuestra de qué manera un cristiano puede aceptar la doctrina del Vedanta sin por eso tener que renunciar a su fe.

    Con respecto a lo que dices del llamado pensamiento "transpersonal" y de las malinterpretaciones monistas del advaita, no podría estar más de acuerdo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. PS: Por si no quedó claro, cuando al comienzo hablo de "críticas", me refiero no a las que acertadamente haces, sino a las que se dirigen al cristianismo o a cualquier otra tradición desde una postura que se pretende superadora, como bien dices, pero que muchas veces son producto de una interpretación bastante superficial de los textos sagrados.

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias Mónica y Sahaqueil por vuestras aportaciones. Sólo añado sahaquiel dos cosas, distinguir no es separar, estoy seguroq eu estás de acuerdo con ello y ¡Sientoq ue no digas quien eres!

    un abrazo

    José Antonio

    ResponderEliminar
  9. Queridos Pablo, Olga i Catrles, Delia y Manuel por esas cosas del internet no apareció mi agradecuimientyo a vuestras intervenciones, os agradezco vuestra amabilidad y lucidez.

    unn abrazo.

    José Antonio

    ResponderEliminar
  10. Totalmente de acuerdo, distinguir no es separar. Bien dicho. :-)

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Hola, Bienvenid@s.


Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.