Para mucha gente interesada en la espiritualidad la palabra socialismo equivale a materialismo, ateismo y rechazo de toda dimensión espiritual, cuando no, a barbarie totalitaria.
No hay duda de que han existido corrientes autodenominadas socialistas antiespirituales, intolerantes, embrutecedoras y criminales que han ensuciado un movimiento que uno de los grandes humanistas contemporáneos, Erich Fromm, consideraba “como uno de los movimientos más significativos, idealistas y morales de nuestro tiempo”.
Está claro que no se puede reducir el socialismo a estas escuelas totalitarias y antihumanistas, ya que frente a ellas, han existido otras de claro contenido humanista y humanitario, que han aportado gran parte de los avances sociales y democráticos contemporáneos.
Creo que la situación mundial actual hace cada vez más evidente la necesidad de un socialismo democrático que continúe tranformando un sistema económico, social y cultural basado en la injusticia, el egoismo, el Dios mercado, la guerra, la indefensión de los pobres…, responsable, en fin, de horror que se vive en gran parte del mundo.
Si los socialistas humanistas quieren de verdad cambiar esta situación, sin crear un sistema totalitario aún más salvaje que lo que ya tenemos, tienen que beber, junto a las fuentes más solventes y éticas del pensamiento laico moderno, de la espiritualidad.
Y es que no son palabras bonitas decir que no bastan los cambios estructurales (que son necesarios) y que es necesario el cambio de mentalidad, de corazón. Es absolutamente fundamental tener en cuenta esta idea si queremos de verdad ser socialistas de manera realista. La espiritualidad es el camino para salir del egoísmo y abrirse al otro, al cosmos y a Dios. Sin este cambio, sin este hombre y mujer nuevos, no es posible construir el socialismo.
Incluso aunque lo hagamos de modo democrático y pacífico, los objetivos de una sociedad más humana, más consciente, más libre y fraterna no se podrán alcanzar.
Una espiritualidad sin sensibilidad y compromiso social es una contribución al sistema de egoismo institucionalizado pero un socialismo sin espiritualidad no es más que una quimera o una mentira.
No hay duda de que han existido corrientes autodenominadas socialistas antiespirituales, intolerantes, embrutecedoras y criminales que han ensuciado un movimiento que uno de los grandes humanistas contemporáneos, Erich Fromm, consideraba “como uno de los movimientos más significativos, idealistas y morales de nuestro tiempo”.
Está claro que no se puede reducir el socialismo a estas escuelas totalitarias y antihumanistas, ya que frente a ellas, han existido otras de claro contenido humanista y humanitario, que han aportado gran parte de los avances sociales y democráticos contemporáneos.
Creo que la situación mundial actual hace cada vez más evidente la necesidad de un socialismo democrático que continúe tranformando un sistema económico, social y cultural basado en la injusticia, el egoismo, el Dios mercado, la guerra, la indefensión de los pobres…, responsable, en fin, de horror que se vive en gran parte del mundo.
Si los socialistas humanistas quieren de verdad cambiar esta situación, sin crear un sistema totalitario aún más salvaje que lo que ya tenemos, tienen que beber, junto a las fuentes más solventes y éticas del pensamiento laico moderno, de la espiritualidad.
Y es que no son palabras bonitas decir que no bastan los cambios estructurales (que son necesarios) y que es necesario el cambio de mentalidad, de corazón. Es absolutamente fundamental tener en cuenta esta idea si queremos de verdad ser socialistas de manera realista. La espiritualidad es el camino para salir del egoísmo y abrirse al otro, al cosmos y a Dios. Sin este cambio, sin este hombre y mujer nuevos, no es posible construir el socialismo.
Incluso aunque lo hagamos de modo democrático y pacífico, los objetivos de una sociedad más humana, más consciente, más libre y fraterna no se podrán alcanzar.
Una espiritualidad sin sensibilidad y compromiso social es una contribución al sistema de egoismo institucionalizado pero un socialismo sin espiritualidad no es más que una quimera o una mentira.
Muy acertado el comentario, considero que despues del Concilio Varticano II y Puebla-Medellín, no ha existido nada mejor, aun tienen vigencia e iluminan el accionar en el día a día, lo demás... es lo de menos, cartas vacías exhortaciones no coherentes con la realidad del neoliberalismo voraz que azota a latinoamerica. Por un mundo mejor, nuestra lucha de cristiana, continúa!
ResponderEliminarLa sustitución de la plataforma helénica que cimenta en las ciencias y las humanidades el desarrollo y futuro de la humanidad, por la plataforma fantástica del pacto del Sinaí que promueven los rabinos, mito fundacional de Israel sobre el que se desplanta el futuro de la humanidad sujeta al gobierno mundial judío. Es un crimen de lesa humanidad y lesa patria que debe ser perseguido y combatido. El humanismo secular cristiano toma a Cristo como ejemplo de lo que es la trascendencia humana, por eso lo sigue, no como Dios, sino como hombre. El subdesarrollo espiritual de los pueblos cristianos se debe a los falsos valores del fideísmo bíblico que promueve la religión chatarra judeo cristiana en que hemos sido adoctrinados desde la infancia. Es hora de impulsar nuestro desarrollo espiritual, promoviendo los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad perfecta que promueve el humanismo secular cristiano: www.scribd.com/doc/17694382/EL-HUMANISMO -SECULAR -CRISTIANO -Y -EL -DESLINDE -OBJETIVO -DEL -CAMINO –ECUMÉNICO
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