"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

miércoles, 16 de febrero de 2011

El Ecumenismo del mensaje de Jesús a partir del relato de la curación del ciego de Betsaida.


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Evangelio según San Marcos 8,22-26.


Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.
El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?".
El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan".
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en la aldea".




Tomado de http://personal.auna.com/amores/ciego/evmac-2.htm



Jesús se hace guía del ciego («cogió su mano») y va a marcarle un itinerario, que consistirá en salir del poblado donde se encontraba. Para dilucidar el significado de la frase hay que tener en cuenta que ésta contiene una clara alusión al texto de Jr 38,32 LXX, donde dice Dios: «cogiendo yo su mano para conducirlos fuera de la tierra de Egipto», recordando el éxodo liberador. El paralelo entre la frase de Mc y la del profeta hace ver que la acción de Jesús realiza un éxodo que saca de una tierra de opresión, representada por «la aldea».

Converge así la imagen del éxodo con la de la ceguera como figura de la opresión. La acción de Jesús equivale, por ,tanto, a una liberación, y la aldea adquiere un sentido peyorativo, el de tierra de opresión o esclavitud. Incluso aparte de la alusión al texto profético, el hecho de que Jesús saque al ciego de la aldea y le prohíba luego entrar en ella (v. 26) indica el sentido peyorativo que Mc le atribuye.


« La aldea», en singular, se encuentra tres veces en Mc, las dos primeras en esta perícopa (vv. 23.26; cf. 11,2). En el evangelio, «la aldea», poblado sin autonomía propia, representa el ámbito popular judío sumiso a la doctrina impuesta por «la ciudad», Jerusalén, sede del poder y del templo y centro de la ideología del judaísmo.

Por el paralelo con el texto profético, el ciego aparece como una figura de Israel, obtuso de mente para comprender y que se encuentra en una situación de opresión. Dado que, para Mc, a partir de la constitución de los Doce o Israel mesiánico (3,13-19) el antiguo Israel ha dejado de existir como pueblo escogido y se equipara a los pueblos paganos (4,11: «los de fuera»), el ciego representa, sin duda alguna, al grupo de discípulos (= los Doce), que en la perícopa anterior ha sido objeto de la invectiva de Jesús: ,«¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?» (cf. Jr- 5,21).

De este modo, «la aldea» representa un ambiente donde los discípulos respiran los aires de la superioridad de Israel y el ideal de la restauración de su gloria, en detrimento de los pueblos paganos. La ideología mesiánica triunfalista vigente en «la aldea» es la que ha aparecido en los fariseos de Dalmanuta (8,11), la que propagan los círculos oficiales de la capital y es diametralmente opuesta al mensaje de Jesús. La profesión de esta ideología impide a los discípulos hacer suyo «el secreto del reinado de Dios» (4,11), el del amor universal de Dios que quiere dar vida a todos los hombres sin distinción, concretado en el mensaje universalista de Jesús. Los discípulos no pueden avanzar así en su desarrollo humano ni pueden dedicarse a procurar el bien de la humanidad, según la misión que Jesús les había anunciado (cf. 3,14s).


Con su acción, por tanto, Jesús quiere liberar a los discípulos del influjo de «la aldea», para que puedan darse cuenta de la situación en que se encuentran y perciban el contraste con el mensaje que él les propone. Quiere sacarlos de la estructura social que les impide secundar el designio de Dios. El paralelo de esta perícopa con la del sordo aparece de nuevo si se tiene en cuenta que también la perícopa del sordo tartamudo aludía a un éxodo liberador, el de la deportación a Babilonia (Is 35,5; cf. 7,33 Lect.). Mc indica una y otra vez la semejanza de sentido de las dos perícopas.


El Evangelio de Marcos, Juan Mateos y Fernando Camacho.

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