El profesor Antonio García Santesmases acaba de publicar un artículo en la revista Iglesia Viva con este título: Intelectuales y cuestión religiosa en la España actual. Creo que lo que allí dice puede proyectar mucha luz al debate suscitado en España tras la reciente visita del papa y su declaración previa sobre el laicismo y el anticlericalismo de hoy y de los años treinta.
Santesmases establece un mapa de cuatro tipos de intelectuales, señalando claramente su posicionamiento respecto al catolicismo y los medios de comunicación en que principalmente se expresan. Su análisis se podría resumir así:
1) El intelectual neoconservador:
“Su diagnóstico se funda en considerar que el gran problema de nuestro tiempo es la crisis de valores provocada por el proyecto ilustrado. Siguiendo, entre otros, a J. Ratzinger, sostienen que la modernidad ilustrada ha generado un gran vacío, una anomia en el mundo valorativo al haber vaciado de sentido a los proyectos morales”. Se expresan en ABC –sobre todo en el suplemento Alfa y Omega– y, aunque sean minoría, tienen claro que se puede retornar culturalmente al estado precedente a la ilustración que separó la razón de la fe. Es la gran reconquista o reevangelización. Santesmases describe muy bien el proceso intelectual por el que muchos llamados “intelectuales” llegan a estas posiciones ultra conservadoras.
Es evidente que estos intelectuales están entusiasmados con el reciente viaje y apoyan la línea de Ratzinger.
2) El intelectual y la identidad nacional:
Aunque coincida en muchas cosas con el neoconservador, su “familia intelectual” pertenece al Restauracionismo de la generación del 14, la construcción de una Nueva España integrada, en oposición a la disgregación preveniente de las nacionalidades periféricas. La religión es importante, culturalmente, como factor y expresión simbólica de la nación. Este hacer de la idea nacional el eje de su actividad intelectual les relaciona, aunque en opuesto, con los intelectuales catalanes o vascos que se centran en la restauración de su nación. Son medios de expresión más significativos el diario digital El Imparcial y La Fundación Ortega (últimamente fusionada con la Fundación Marañón) para los defensores de la idea de España y La Vanguardia para los catalanistas.
Tanto los intelectuales españolistas como los nacionalistas periféricos, aunque no sean cristianos practicantes, tienen motivo para estar satisfechos de la importancia que este viaje y este papa están dando al papel de España en la construcción de Europa y la impotancia respectiva de Galicia y Cataluña (en cuyas lenguas ha hablado) a cuya historia y cultura ha hecho repetidas alusiones.
Aunque coincida en muchas cosas con el neoconservador, su “familia intelectual” pertenece al Restauracionismo de la generación del 14, la construcción de una Nueva España integrada, en oposición a la disgregación preveniente de las nacionalidades periféricas. La religión es importante, culturalmente, como factor y expresión simbólica de la nación. Este hacer de la idea nacional el eje de su actividad intelectual les relaciona, aunque en opuesto, con los intelectuales catalanes o vascos que se centran en la restauración de su nación. Son medios de expresión más significativos el diario digital El Imparcial y La Fundación Ortega (últimamente fusionada con la Fundación Marañón) para los defensores de la idea de España y La Vanguardia para los catalanistas.
Tanto los intelectuales españolistas como los nacionalistas periféricos, aunque no sean cristianos practicantes, tienen motivo para estar satisfechos de la importancia que este viaje y este papa están dando al papel de España en la construcción de Europa y la impotancia respectiva de Galicia y Cataluña (en cuyas lenguas ha hablado) a cuya historia y cultura ha hecho repetidas alusiones.
3) El intelectual liberal-radical:
Este intelectual “es radical en la defensa de los derechos cívicos y liberal en la lucha por la autonomía de la razón y la primacía de la soberanía popular frente al peligro de los fundamentalismos. Desde esta perspectiva en el debate entre neoconservadores y liberales su obsesión es marcar la separación de poderes, advertir de los peligros de la teocracia y mostrar que todos los discursos ilustrados optimistas acerca de un avance inexorable de la razón y del progreso deben ser puestos en cuarentena dado lo ocurrido en el siglo veinte. La religión está de vuelta y hay que armarse dialécticamente para combatirla”. Este intelectual se expresa en la línea fundamental de El País y en las firmas que más la representan cuando se toca el aspecto religioso: Javier Pradera, Fernando Savater y Paolo Flores D’Arcais.
Estos intelectuales y medios sacarán a relucir constantemente las contradicciones, fallos y abuso de poder -una insoportable intromisión en la soberanía estatal- que ha significado el viaje y la línea de Ratzinger, destacando la colonización monopolista que intenta hacer de los valores e incluso de la razón.
Este intelectual “es radical en la defensa de los derechos cívicos y liberal en la lucha por la autonomía de la razón y la primacía de la soberanía popular frente al peligro de los fundamentalismos. Desde esta perspectiva en el debate entre neoconservadores y liberales su obsesión es marcar la separación de poderes, advertir de los peligros de la teocracia y mostrar que todos los discursos ilustrados optimistas acerca de un avance inexorable de la razón y del progreso deben ser puestos en cuarentena dado lo ocurrido en el siglo veinte. La religión está de vuelta y hay que armarse dialécticamente para combatirla”. Este intelectual se expresa en la línea fundamental de El País y en las firmas que más la representan cuando se toca el aspecto religioso: Javier Pradera, Fernando Savater y Paolo Flores D’Arcais.
Estos intelectuales y medios sacarán a relucir constantemente las contradicciones, fallos y abuso de poder -una insoportable intromisión en la soberanía estatal- que ha significado el viaje y la línea de Ratzinger, destacando la colonización monopolista que intenta hacer de los valores e incluso de la razón.
4) El intelectual republicano:
La ley sobre la memoria histórica promovida por el gobierno de Zapatero y todo el debate en torno al juez Garzón ha hecho que se resucitase un pensamiento netamente republicano de izquierdas que se manifiesta sobre todo en Vicenç Navarro y otros colaboradores de Público o de Temas para el debate de la Fundación Sistema. No se trata sólo de seguir con la crítica a la economía capitalista y defender el estado del bienestar, sino de poner en cuestión la amnesia con que se realizó la transición y volver a ciertos ideales de la segunda república. Tanto en su aspecto económico (en el le acompañan otros economistas como Juan Torres o Martín Seco) como en el cultural estos intelectuales están proporcionando un proyecto económico-político a la izquierda que encaja con una lectura de la historia de la España del siglo veinte.
La memoria selectiva de lo que ocurrió en los años treinta y la falta de un discurso sobre juticia e igualdad -el papa puso el foco en la obras de caridad que sostiene la Iglesia- centran la crítica de este viaje y de la línea del papa para este grupo.
Pero Antonio García Santesmases acaba su artículo resaltando la importancia de lo que significa como intelectual el recientemente desaparecido José Mª Díez-Alegría -junto a otro político no encajable, como Vidal Beneyto. En ese mapa de los intelectuales, “¿donde encaja una figura como la de Díez Alegría?” Para los conservadores está claro: es el ejemplo de alguien profundamente equivocado, “que pensó que la religión debía adaptarse a la modernidad ilustrada, y que yendo más lejos incluso que los progresistas liberales pretendió el imposible de llegar a un acuerdo entre el cristianismo y el marxismo”.
Pero, ¿y para los liberales y republicanos? ¿Acaso no será necesario hacer memoria no sólo de la II República sino de “otra historia que no llegó a triunfar, que fue abatida, pero que está ahí”? “Es una historia en la que el marxismo y el cristianismo de los años sesenta no estaban en el estalinismo ni en el totalitarismo. Respondían a un clima cultural posterior al Vaticano II donde se trataba de buscar un nuevo camino, un camino ético-profético a los comportamientos religiosos, un camino cercano a una religión que recogiera una tradición mesiánica y que creyera en la esperanza”.
Muchos de los que hacemos ATRIO participamos de esta historia “abatida” y de esta esperanza que Santesmases ve simbolizada en Díez-Alegría. Y a la luz de ese mismo cristianismo renovado estamos ahora interpretando lo que está pasando en España. No quisiéramos que la polarización que están intentando introducir los intelectuales conservadores y otros liberales y republicanos convirtiera la posición de la jerarquía actual en la única opción cristiana o católica. Lo mismo que hubo en la república algunos casos, hay hoy muchos cristianos estamos con los intelectuales más comprometidos con la justicia y la igualdad. Con Díez-Alegría y otros muchos mantenemos la esperanza: esperamos otro mundo, otra democracia y otra economía y otra Iglesia. No es sólo una utopía pues todo es posible. Y sabemos justificar y defender nuestras posiciones desde las fuentes del cristianismo y desde las grandes intuiciones del Vaticano II.
Y acaba Santesmases con una pregunta que hacemos nuestra: “Ahora que se produciendo esta locura descontrolada, esta corrupción de la democracia -como sostiene Vidal Beneyto en su último libro-, ¿no es un buen momento para recordar las críticas al capitalismo de Díez-Alegría?”
Excelente el análisis de Antonio Garcia Santesmases.
ResponderEliminarUn poco partidista el de Antonio Duato, coincido con los jesuitas, en muchas cosas, estoy educado en su colegio bendecido de Tudela (Navarra) y admiro a Dïez-Alegria. pero a la teología de la liberación, le falta liberarse de la obediencia ciega al Vaticano.
Buen trabajo Jose Antonio, un abrazo.
Yo creo que todo consiste en que esta Iglesia, gobernada por esta jerarquía ultra-conservadora, involucionista y tan alejada de los principios del Concilio Vaticano II, no consigue otra cosa que desafección e indiferencia. Las visitas del Papa a unos sitios y otros suelen estar rodeadas de polémicas, casi siempre y sus palabras son más del César que de Dios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por vuestras opiniones que enriquecen el artículo,
ResponderEliminarabrazos a ambos.
Bueno, Santesmases es libre de medir con su vara lo que estime oportuno y evidentemente... las conclusiones a las que llega hablan bastante de su vara.
ResponderEliminarPero... me pregunto si es adecuado, constructivo y pedagógico medir una realidad no material con una vara basada en el pensamiento político. Es indudable que quien tiene los cristales oculares teñidos de pensamiento político le será de utilidad las medidas y conclusiones aportadas.
Pero... personalmente creo que este tipo de análisis se deja atrás muchas evidencias que se escapan por la propia naturaleza de la vara. Quizás una vara que mirara a la Iglesia desde su realidad espiritual sería un contrapunto interesante. Entonces clasificaríamos a los intelectuales de: cercanos a la Tradición, cercanos las costumbres y usos, cercanos a la libertad espiritual y cercanos al materialismo.
Así se podrían entender aspectos de los posicionamientos que se escapan al análisis de Santesmases. Pero además, podría proponer dos o tres clasificaciones más que también irían aproximando aspectos que las dos varas antes citadas, dejan de lado.
En resumen... creo que es importante saber discernir que todo análisis conlleva luces y sombras. Que utilizando estas luces y sombras podremos delimitar qué hay de cierto en el análisis y cuanto hay del propio autor. Si extraemos la parte del autor, nos daremos cuenta de la ausencia de partes, más o menos extensas y... sobre todo... de la necesidad de buscar más varas de medir para entender mejor lo que ocurre delante nuestra.
Saludos fraternos :)
Hola Miserere:
ResponderEliminarNaturalmente la realidad es pluridimensional y podemos utilizar diferentes perspectivas, podríamos hacer un análisis teológico, algunos autores lo han hecho, de la coherencia del mensaje papal con el Evangelio, ese sería otro tipo de análisis, muy interesante también.
Eso no anula la legitimidad de un análisis de otros aspectos, desde parámetros humanos; la Iglesia es una realidad espiritual para los creyentes,y también una realidad humana y por tanto, también es lícito un análisis en términos humanos. Tan peligroso es el materialismo como el espiritualismo (que olvida la dimensión humana y puede llegar a justificar las faltas de humanidad en aras del valor espiritual de esa "inhumanidad") en el análisis de la realidad eclesial.
Naturalmente todo análisis tiene una cierta subjetividad que hay que analizar con objetividad, eso supone saber que también nuestra visión es subjetiva al criticarlo desde nuestros parámetros.
Muchas gracias por tu amable y rica aportación.
Bendiciones.
<<...el espiritualismo que olvida la dimensión humana y puede llegar a justificar las faltas de humanidad en aras del valor espiritual de esa "inhumanidad"...>> Eres muy comedido, querido José Antonio. Sabes bien que ese tipo de "espiritualidad" no solo "puede llegar", sino que ha llegado llega contínuamente a justificar crímenes de lesa humanidad.
ResponderEliminarLo evidente, lo obvio y determinante para todo ser humano que viene al mundo es lo que llamas "la dimensión humana". Las espiritualidades que dimanan de la ignorancia y del miedo a lo desconocido han sido siempre el primer paso en la evolución hacia la concepción superior de una auténtica espiritualidad humana. Naturalmente, esa evolución ha estado siempre condicionada por factores físicos o biológicos (genéticos, si se prefiere) y/o culturales.Decía André Gide que la costumbre es una segunda naturaleza y me permito añadir que las costumbres son las que configuran las diferentes culturas.
Pretender relegar a un segundo plano la realidad física, elucubrando sobre una espiritualidad mágica que "no es de este mundo",no sirve ya para que la humanidad de nuestro tiempo avance hacia la auténtica espiritualidad, que es la de los valores universales accesibles al Hombre, interiorizados a través del conocimiento y puestos en práctica consecuentemente. La Verdad absoluta está fuera del alcance humano.
Asombra comprobar la estolidez con la que los teólogos de este mundo han ido erigiendo sus monumentos conceptuales a lo largo de la historia humana. Ninguna doctrina puede ser considerada "universal" o universalmente válida en sí misma, sino tan solo capaz de motivar a hombres y mujeres de características determinadas.Aquí encajaría perfectamente el adagio: Dios los cría y ellos se juntan...(incluso para matarse).
Saludo laicamente fraternal.
Amando
Buen comentario del laico Amando, muchas veces los no creyentes, están mas cerca de Dios, que los que se dicen creyentes.
ResponderEliminarfelicitaciones, Amando.
Y un cordial abrazo,a Miserere, que se lía un poco, según mi leal saber y entender.
Querido Amando.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reflexión, efectivamente la humanidad nos une a todos y la espiritalidad es una dimensión de lo humano, no es algo "de otro mundo", de hecho la espiritualidad debe ser un camino para ser más humanos y para mejorar el mundo, afrotuandamente hoy la teología m´s interesante sabe que el mensaje de Jesús es para este mundo, construir el Reino, una sociedad más humana, fraterna, solidaria, justa...
Saludos en la común laicidad y en la común dimensión espiritual.