"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

martes, 29 de septiembre de 2009

Mi experiencia con el zen cristiano



Creo que la primera referencia que tuve de la existencia del zen me llegó a través de mi profe de religión, un hombre excepcional, jesuita, que contándonos parte de su vida nos habló de algunos estados alterados de conciencia que había experimentado practicando meditación zen fuera de España.

No suscitó en mí un interés personal por el asunto, pero sí me transmitió la sensación de algo valioso y verdadero. Es diferente leer algo a que te lo cuente alguien que lo ha vivido, claro.


El verdadero acercamiento fue posterior, gracias a las lecturas de gente como Tony de Mello, A. Blay, Ramiro Calle y por último Thomas Merton que me lanzaron a leer directamente a gente como Deshimaru o Suzuki.


No fue el zen lo que me movió a seguir un camino de búsqueda espiritual sino el conocer una comunidad cisterciense, una comunidad de hermanos con una doctrina y una praxis contemplativas vivas. Ninguna lectura puede compararse a la vida, reitero.

Ya como monje tuve ocasión de conocer una maestra zen cristiana escuchando dos conferencias de ella. Me encantó su pensamiento y sensibilidad, aunque me pareció demasiado rígida en ciertos aspectos. Mi propia experiencia monástica me ha hecho desconfiar de los métodos y de las rigideces en este camino. Así como me ha hecho relativizar cosas como la “Iluminación” y a valorar lo sencillo, lo humano, lo normal.


Mi conexión con el zen llegó en un monasterio en Toledo, en el que realizaba unos días de retiro, cuando alguien dejó un folleto sobre un taller zen. Me gustó la sencillez y normalidad con que se expresaba el autor. Aquello no parecía el zen que conocemos habitualmente de posturas perfectas, ambiente japonés, vacío, etc… Se hablaba del amado, de dar la mano a los demás, de amor y no de iluminación como meta.

La experiencia del primer sesshin fue para mí de una gran ayuda, la sencillez de las explicaciones, la profundidad de la práctica, la normalidad de todo y del maestro, así como el misterio que se palpaba en todos me convencieron de que era un camino para mí también.


Ahora mismo me siento muy identificado con esta rama del zen que conozco, una rama que viene del rinzai a través de un movimiento de acercamiento a los laicos, dando lugar al zaike o koji zen, una escuela zen laica, volcada en la vida normal y que ha simplificado los koan, las posturas, las ideas sofisticadas…


Creo que practicar zen en occidente no supone hacerse japonés, con gashos por todas partes, maestros hieráticos, Dokusan al estilo japonés tradicional, cuando en Japón se han abandonado ya en muchos sitios estas rigidices…


Es curioso que fuera el propio maestro japonés quien animó a inculturizar el zen en la tradición cristiana española como requisito para poder enseñar zen al maestro español que conozco. Zen es volver a nuestra raíz, nuestro rostro original ¿Cómo podía enseñarle esto a alguien que rechazaba sus raíces?.


También el propio maestro budista zen del Japón animó a expresar la experiencia en términos de amor, de relación personal, criticando la idea que nos hacemos del vacío budista y expresando una estupenda impresión personal hacia el cristianismo, que contrasta con las críticas que hace de ciertas formas de budismo.


Creo que la vía de un zen cristiano pasa por mantener ese respeto a las raíces del zen (hay que vincularse a un linaje zen, no se trata de inventarse nada) pero inculturarlo sin miedo, plenamente, en nuestra cultura y religión. Es absurdo creer que se respeta más el zen por mantener formas japonesas, el zen va más allá de la cultura en la que se encarna, y también el zen tiene que enriquecerse con lo cristiano.

Un zen cristiano no es una suma de zen japonés por un lado y de cristianismo occidental por el otro, es la unión con discernimiento de ambos mundos. San Juan de la Cruz, por ejemplo, puede ser una fuente de koan para el zen japonés como los koan japoneses nos pueden iluminar el Evangelio. No se trata de hacer sincretismos superficiales ni de mantener rígidas barreras( Hasta aquí el zen, hasta aquí lo cristiano, un verdadero encuentro transforma a los que lo protagonizan, ya no pueden seguir siendo iguales).


¿Quién sabe si un día un zen cristiano, que trabaje con textos de místicos cristianos, no llega a ser un modo de revitalizar el zen en Japón, ahora que allí está decadente? Sería el mejor modo de pagar este regalo que es el zen para nosotros.

4 comentarios:

  1. Estoy con los KOANS DE SAN JUAN DE LA CRUZ, intentando penetrar en cada uno sin esfuerzo, con apertura y con una cierta integracion mas que mental, esencial.

    Mi contacto con el ZEN, querido José Antonio es mínimo. Leí varios libros hace años y practiqué en el Centro DESHIMARU en algunas ocasiones...pero no lo llegué a sentir por su rigidez y por que no sería el momento. Me incliné más por la meditación budista tibetana.
    Y ahora, después de contactar con Pedro Vidal, entré en este libro de KOANS...con la percepción de que zen o meditación kagyu, contemplación o silencio cristiano... tenían una común esencia. Y desde mi práctica en la Escuela Kagyu me sentí cercana al ZEN... a la contemplación... como despertar y ser ese estado natural y genuino que nuestra verdadera naturaleza es.

    Gracias
    Un Abrazo
    Carmen

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  2. Hola Carmen:

    Gracias a ti por compartir tu sensibilidad con nosotros.

    Como muy bien dices, una misma es la esencia, aunque existan diferencias. Al final, es posible, la comunión y el diálogo entre estas diversas escuelas.

    Yo también siento muy cerca los Koan de San juan de la Cruz, para mí la vía cristiana y del amor es ya la única posible, desde ahí me acercó a todas las otros regalos que el espiritu nos hace en la tradiciones auténticas.

    Un abrazo.

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  3. Yo también conecto con Juan de la Cruz. Siempre me ha parecido que los místicos contemplativos han sido ZEN.
    Naturaleza, sencillez, corazón y búsqueda infatigable de la VERDAD.
    La palabra "amado" y "amador" me llega, como la figura de Jesús de Nazaret, Teresa de Jesús, Juan el evangelista y otos .....
    He asistido a retiros con Consuelo Martín y su presencia me evoca persojes como Tomás de Tolemaida que se unió a una monja budista en sus andanzas de la vida. Consuelo viene de la tradición VEDANTA ADVAÍTA y su esencia es también contemplativa.

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  4. Hay un libro que tal vez ya conozcas. Pero por si acaso se llama "EL ZEN Y LA BIBLIA: Lectura corporal del Koan y la Biblia" del Jesuita japonés Kadowaki J. Kakichi.

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


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Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.