LA EMERGENCIA DEL MUNDO PARA LA ESPIRITUALIDAD.
Hace unos años se decía que monje es aquel que todos los días cuando se levanta se pregunta qué es un monje. El monacato es una búsqueda constante y a la vez una respuesta en cada época a esa búsqueda. ¿Qué se busca? La unificación, la integración de toda la realidad, personal y colectiva, interior y exterior, histórica y suprahistórica. Una experiencia de comunión con el cosmos, el hombre y Dios.
Ser monje hoy es hacerse esa pregunta e intentar darle una respuesta con todo el ser y no sólo con la cabeza. Hoy en el monacato hay diferentes respuestas a la pregunta, y diferentes búsquedas.
Algunos de los monjes y monjas hoy se sienten insatisfechos con las respuestas recibidas de otros momentos históricos. Quizá Thomas Merton se ha convertido en el paradigma de estos monjes que plantean la necesidad de salir del aislamiento y de abrirse al mundo sin fundirse con él para poder transmitir la vida monástica en el nuevo contexto humano e histórico.
Desde fuera del monacato institucional también se reclama la necesidad histórica de la experiencia monástica, entendida como experiencia de comunión e integración de toda la realidad que somos, para dar respuesta a la encrucijada histórica en la que estamos y que ya no podemos resolver sólo desde la cabeza, la técnica, o el poder sino desde lo más profundo de nuestro ser, danto una respuesta desde el cuerpo, desde las emociones, desde la razón y desde la espiritualidad. Raimon Panikkar ha reclamado el monacato como arquetipo válido todo ser humano y como modelo de la nueva experiencia que debe dar lugar a una manera de vivir unificados en medio del mundo caótico y fragmentado actual, sin caer en proyectos uniformadores y comprometiéndose con ese mundo. Experiencia que llama de nueva inocencia, de confianza en la realidad cuando no excluimos elementos de la misma sino que los integramos todos.
Hoy son muchos los monjes y monjes que plantean la necesidad de que el monacato se transforme sin perder sus raices, poniendo su centro más en ser lugar de encuentro, acogida, humanización en diálogo con el mundo que en modelos de separación y aislamiento del mundo de otro tiempo. Podemos recordar las últimas semanas monásticas cómo muchas intervenciones van en esta dirección: Juan Mªde la Torre, Cándida Saratxaga, Rosario Fernández Miranda, Enrique Mirones, Rosa Mª Piquer, etc…
La orden cisterciense de la estrecha observancia, ha dado pasos en esa dirección, la apertura de las hospederías como lugares de encuentro y acogida a todos, el compartir el carisma con los laicos, con la creación de fraternidades laicas cistercienses, la extensión del principio de subsidiaridad en las comunidades (democratización), el salir de modelos de comunidades de observancias a comunidades de valores y hoy a comunidades de personas valiosas (Bernado Olivera), la renovación de la liturgia, dejando el latin y renovando lentamente y con tensiones los textos litúrgicos que puedan hoy generar lecturas machistas o violentos, la salida de modelos patriarcales y logocéntricos a modelos relacionales y que intentan integrar en igualdad la percepción femenina del mundo, con expresión de todo ello a nivel estructual: reuniones mixtas de los capítulos generales con la petición de un capítulo general mixto con la posibilidad de una abadesa general, aprobada en el 2005, que por ahora la Santa sede ha frenado.
En medio de este proceso, algunos monjes intentamos ahora llevar el monacato cisterciense a las ciudades, a la sociedad, creando redes de personas y comunidades, redes de corazones, que sientan y siembren la inquietud de la búsqueda espiritual e intuyen que es la espiritualidad la respuesta a la encrucijada de nuestro mundo. Por ahora, es una experiencia joven iniciada en el año 2008 con diversas actuaciones.
El primer paso en la experiencia fue el compartir durante un año la vida monástica viviendo en un Hogar para transeúntes en Madrid y con posterioridad hemos pedir vivir fuera de la comunidad difundiendo el carisma cisterciense viviendo en medio de la sociedad y en diálogo y aprendizaje con la misma y con la comunidad monástica madre, Huerta.
LA EMERGENCIA DE LA LA ESPIRITUALIDAD PARA EL MUNDO.
La principal intuición que nos sustenta es la necesidad que la actual situación nos manifiesta de dar una respuesta desde la espiritualidad a la crisis y al cambio en el que estamos sumergidos.
Espiritualidad que salga de modelos dualistas (mentales) o monistas (uniformadores) que han generado la crisis, para vivirse desde modelos de acogida y encuentro, basados en una visión pluralista y relacional de la realidad. Redescubrir la espiritualidad de la Amistad que está en la base de la mística cisterciense y del proceso que estamos viviendo, ya que la búsqueda ha nacido y prosigue en un diálogo amistoso entre monjes que hoy quieren vivir el monacato de un modo nuevo y tradicional y laicos y laicas que quieren participar de él y aportar su visión.
Nuestra intuición es que la espiritualidad hoy debe ser una espiritualidad integral e integradora. Integral porque debe abarcar e integrar todas las dimensiones del ser humano, que para la antropología cisterciense son cuatro: la corporal, la psicológica, la espiritual y la social. Estas cuatro dimensiones están representadas por los cuatro lados de los claustros cistercienses, correspondiendo cada lado a un aspecto y debiendo el monje recorrerlos todos a lo largo del día y de la vida. En nuestra vida secular se trataría de integrar todas estas dimensiones, si n excluir ninguna, viviéndolas en nuestro contexto cotidiano.
Integradora porque ha de vivirse desde el encuentro con otros, desde el diálogo con otras experiencias, ya que hoy la complejidad de nuestro mundo no nos permite que una única respuesta sea la solución a nuestros problemas. De ahí que hoy los monjes con estas inquietudes queramos abrirnos al encuentro con todas las otras experiencias de búsqueda de la unificación personal que están gestándose en el mundo: (Raimon Panikkar) Movimientos sociales alternativos que buscan modelos más inclusivos e integradores, nuevas espiritualidades, movimientos culturales que intentar superar la fragmentación logocéntrica, patrial y egoica de nuestro mundo: feminismo, ecologismo, pacifismo, terapias alternativas corporales, emocionales, humanistas, las místicas orientales y de otros carismas cristianos católicos o no….
Esta orientación nos ha llevado a entrar en contacto con esos mundos y a releer nuestra propia tradición cisterciense con las aportaciones que estos puntos de vista nos dan.
Intentamos estar presentes en estos ámbitos donde se gesta la nueva espiritualidad, aprender de ellos, aportando también nuestra tradición. En concreto no hemos introducido en el zen, en la terapias de diversas escuelas, participamos en encuentros ecuménicos con otras comunidades cristianas, nos hemos comprometido en el trabajo con los transeúntes colaborando con la Asociación Jesús Caminante, apoyamos iniciativas sociales y eclesiales que intentan presentar alternativas a los modelos fragmentadores o uniformadores actuales: neoliberalismo, globalización, modelos uniformadores restauracionistas o modernistas eclesiales…
Difundimos a través de Talleres de espiritualidad un camino para vivir la espiritualidad monástica hoy de un modo nuevo y tradicional, uniendo al metodología zen y la mística cisterciense, dando instrumentos y mapas para que los que sienten la necesidad de la unificación mediante la integración puedan ir dando su propias respuestas; no se trata de dar respuestas hechas sino de propiciar que cada uno aporte su experiencia y compartir juntos esta experiencia en grados de compromiso diversos y plurales. La respuesta no es algo puramente subjetivo e interno, intentamos que sea con todo el ser y abarque todas las dimensiones de los que participamos: el compromiso ético y social, el compromiso comunitario además del compromiso con el propio camino y el propio ser.
El objetivo final es que los talleres culminen en al creación de comunidades, redes y personas comprometidas con la espiritualidad y con el mundo.
LA UTOPÍA QUE NOS MUEVE: LA CONVERGENCIA DEL MUNDO Y LA ESPIRITUALIDAD
La utopía que nos mueve es la encarnación de un nuevo estilo de monacato, abierto, plural, no exclusivo de los religiosos, que se revela como arquetipo presente en todo hombre y toda mujer y que puede hoy ser paradigma de la respuesta integradora que la complejidad de nuestro mundo busca.
Pensamos que los monasterios hoy deben ser lugares de encuentro y acogida, abiertos a todos los buscadores, a todos los dañados por la situación de complejidad y dolor del mundo que vivimos, buscadores que sólo encontrándose y abriéndose unos a otros podrán dar respuesta al enorme Koan que es la situación actual.
Y además, el monacato hoy debe descubrirse como un camino y una respuesta más allá del ámbito de las instituciones monásticas, necesitamos monjes laicos, redescubrir la dimensión monástica que todos tenemos, formándose estos buscadores en comunión con el monacato tradicional (el monacato es una experiencia que se transmite de unos a otros , no podemos cortar con las raíces) pero fuera de los límites de los claustros tradicionales personas, colectivos que sean claustros vivientes, es decir, integrados e integradores, creadores de comunión y de espacios de acogida en el que todos podamos dar respuesta al koan que el mundo y nuestra vida nos presentan.
El monacato no es sólo una búsqueda y una pregunta que necesita ser respondida (¿Cómo lograr la integración de todo mi ser y de mi ser en toda la realidad hoy? ) sino que también es en sí mismo una respuesta: la apertura a Dios, al cosmos, al otro y a mí mismo; el camino de integración que recorremos para responder a ese koan es en sí mismo la respuesta, respuesta que no es otra que la experiencia mística de todos los tiempos y que hoy debemos vivir cada uno desde su peculiar situación y naturaleza. Y es que hoy ya no valen respuestas en solitario, separados y aislados unos de otros vamos al desastre, hoy todos tenemos que dar nuestra respuesta. El monacato hoy también necesita la respuesta que los demás le den, necesita de de todos para cumplir su función integradora. Les invito a descubrir que hoy el monacato es una dimensión de todos, una necesidad para todos y un camino a construir entre todos.
El diálogo de lo secular y lo monástico siempre me ha parecido fundamental. Gracias por el artículo.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante el pensar en la posibilidad que planteas de una Abadesa para hombres y mujeres. ¿Por qué una mujer no podría ejercer cargos de autoridad en congregaciones religiosas mixtas?
Claro, que de hecho, ¿aún no existen congregaciones religiosas mixtas, si no en compartir un mismo techo, sí al menos unos mismos estatutos, nombre y misión?
Saludos.
Gracias a ti Jordi.
ResponderEliminarSí, existen nuevas formas monásticas mixtas, por ejemplo la Comunidad de Bose o las Fraternidades monásticas de Jerusalén, no conozco exactamente sus estatutos pero imagino que en estos grupos hay posibilidad de que haya una superiora para hombres y mujeres.
La orden cisterciense tiene una rama másculina y otra femenina, ambas se reunen en capítulos separados jurídicamente pero el mismo en la práctica puesto que se celebrane n el mismo lugar y en el mismo momento, en el año 2005 se aprobó que se acabara con esta ficción jurídica y se hiciese un solo capítulo mixto y pudiese ser elegido un abad o una abades generales, la orden lo aprobó y por ahora la Santa Sede lo ha denegado.
Todavía hay mucho qeu caminar pero parece que poco a poco se irá en esa dirección, creo qeu ese es el camino: comunidades mixtas o no, dependiendo de las opciones libres y monjes casad@s o célibes según la propia opción.
Un monacato más allá de las actuales instituciones monásticas, en comunión con ellas, formado de modo muy plural en cuanto a sus opciones y compromisos pero con un mismo ideal: la búsquedad de la unificación interior y exterior mediante el encuentro y la acogida, unidad en la pluralidad.
Me parecen muy bien tus planteamientos. Sinceramente creo que hoy se debe ir por allí. La inercia mental es mucha. Y la curia vaticana engendra una excesiva fuerza de frenada a muchas iniciativas. Pero el Espíritu sopla cada vez con más fuerza y no hay que perder la esperanza.
ResponderEliminarhttp://espiritualidadcristica.blogspot.com
Muchas gracias José Antonio por manifestar tu visión favorable a estos planteamientos, como tú dices el Espíritu sopla con fuerza, aunque los muros a veces sean muy altos. En cualquier caso, los pequeños brotes pueden vivir en los muros con muy poca tierra que los sustente y con el tiempo los muros pueden convertirse en praderas.
ResponderEliminarun abrazo en comunión.
Ojalá y así sea, hay mucha necesidad afuera, mucho trabajo, Jesús es lo que hizo, salió ayudar, a predicar a sus semejantes. Alguna ves ví una Iglesia Católica Esenica en YouTube la encontré como La Iglesia Esenia Hoy y una misa en donde en la Eucaristia participan monjes budistas, rabinos etc, en donde también se ordenan mujeres este video se llama Iglesia Cristiana Esenia, un saludo.
ResponderEliminar"Creo que ese es el camino: comunidades mixtas o no, dependiendo de las opciones libres y monjes casad@s o célibes según la propia opción."
ResponderEliminarAcabo de informarme mejor sobre las comunidades de Bose y Fraternidades de Jerusalén. Son un buen ejemplo, agradezco la información, no tenía conocimiento de ellas.
Sobre el monacato, el autor que más conozco es R.Panikkar. La primera vez que oí hablar del "monje casado" se me rompieron los esquemas, pero ahora lo entiendo completamente. Tener pareja o no, ser hombre o mujer, también debería ser secundario.
Para mí el monasterio es un lugar apartado, liminal, profético, referencial, formado por personas que desean vivir unos valores que en la sociedad suenan a utópicas. En eso os admiro, y recuerdo mi vocación religiosa "frustrada" como un deseo de participar en ese espíritu profético y liberador. Ahora, con una hipoteca a las espaldas y tres bocas que alimentar se me haría difícil, aparte de que no puedo decidir por mi familia,... pero comprendo la vocación monástica a la perfección, siempre me ha atraído.
Comunidades de gente casada o célibe, cada uno respetado en su decisión personal, catalizadores de valores de libertad y justicia, en un espacio que es como un microcosmos, autosuficiente en la medida de lo posible, ecológico, igualitario... un referente de gente avanzada a su tiempo. Eso debe ser el monasterio. Y me encanta que en tu blog lo demuestres así.
¡Qué así se cumpla! Ya nos avisarás si algún día nace una comunidad monástica de estas características en nuestro país.
Un abrazo.
En youtube puede verse el video de una misa interreligiosa que han dicho antes es realmente necesario que en estos tiempos veamos más lo que nos une a través del amor, que el otro camino, que ya sabemos a dónde conduce ...
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