Tomado de http://cursotpr.adg-n.es/?p=33#comments
1. Frente al viejo «pluralismo de hecho», un «pluralismo de derecho»
En el cristianismo, se da gracias a Dios por el origen y destino común que tienen todas las religiones, y por la fe, la verdad y lo bueno que existe en cada una de ellas.
El pluralismo la Iglesia lo ha pensado siempre como algo provisional, por encima de la mirada atenta y respetuosa hacia las otras religiones, está el llamado mandato del Señor (Mt 28,19-20).
Es necesario tener una nueva visión respecto a las demás religiones. La misión será de mutua colaboración en la encrucijada de una sociedad dominada por un sistema materialista de producción y consumo que está generando cada vez más pobreza a la inmensa mayoría de la población.
2. Una gran desconfianza hacia las actitudes de privilegio o exclusividad
Hay quienes creemos que Jesucristo es la mediación entre Dios y la persona, desde donde nos sentimos llamados a la comunión con Él. Ello no significa que esta llamada la tenga en “exclusiva” una sola iglesia o una sola religión. Todos somos hermanos hijos del mismo Padre, con un mismo origen y un mismo destino, aunque los vehículos para la comunión sean diversos y plurales.
No es razonable que, por nuestra cuenta, pretendamos negar a quienes no estén en nuestra comunión la dignidad y la verdad que Dios le ha dado. En cada caso, esa verdad y esa dignidad, está adornada por una cultura distinta una tradición y un teología histórica y humana, que son distinta unas de otras. Puede que esa verdad que se anuncia no sea la de Dios, sino solo la verdad que ha construido la Iglesia.
La espiritualidad judía y cristiana, la tenemos que percibir, no como un privilegio de elegidos, sino como seres humanos encarnados en nuestra propia historia y en nuestra propia cultura. Elegidos somos todos y todas a partir del hecho de recibir la vida, de percibir a un Dios que es Creador y Liberador. Los hijos predilectos de Dios, son los empobrecidos
3. Apertura a la complementariedad e inter-religiosidad
La pluralidad religiosa, mientras no sea complementada con una actitud de mutuo reconocimiento y de diálogo y de alianza positiva entre las religiones, puede ser negativa y también paralizante, especialmente para la unidad de los pobres y su liberación. El diálogo, el reconocimiento y la alianza, nos hace tomar conciencia del conflicto social y del mal reparto de las riquezas.
La lucha contra la razón, las ideas y los libros es algo muy antiguo, un triste episodio de la historia del que la ciencia tampoco se salva. Gracias a Dios, los libros sagrados de otras religiones, van siendo acogidos y leídos por otros creyentes, que buscan la verdad que existen en estas otras religiones.
Ser religioso hoy significa ser tolerantes y estar cercano a las demás religiones y juntos con ellos, ser voz de los que no tienen voz y ayudarles en su liberación.
No basta solo con dialogar sobre las religiones. Tenemos que colaborar en las causas comunes a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, saber priorizar y orientar nuestras fuerzas hacia el bien, con nuestra entrega, servicio, amor al prójimo y la búsqueda en común de la verdad.
La revelación del cristianismo debe equilibrarse y relacionarse con otras revelaciones también verdaderas, aunque aparentemente contrarias. Creer en la Trinidad de Dios, no puede ser un rechazo, o un olvido, de la comunión con quienes creen en un solo Dios. La Trinidad es precisamente haber descubierto la comunión universal y ponerla en práctica.
La diferencia entre el budismo y el cristianismo estriba en que el budismo todo se explica sin Dios, mientras que en el cristianismo nada se comprende sin Él. El vacío que Dios necesita es la renuncia al propio egoísmo y no necesariamente a las cosas creadas.
Nuestra insistencia es principalmente contemplación de la presencia de Dios en la historia y en los acontecimientos, que nos lleve a una mayor comunión para la acción generosa y gratuita, sin esperar nada a cambio.
He leído muy pocos libros de otras religiones.
4. Un nuevo espíritu misionero
La literatura misionera anterior al C.V.II, está caduca si utiliza la condena. Quienes creen que la Iglesia fue fundada por Dios a través de Jesucristo, deben perseverar en ella o pueden incorporarse si no lo están. Aunque la salvación y la santificación también llega a quienes no son parte de esa Iglesia visible.
El inclusivismo sigue siendo todavía la posición oficial del catolicismo, aunque su lenguaje sea abierto y fraternal hacia otras religiones.
El objetivo principal del diálogo es el de “descubrir la verdad” y mantener despiertas en el corazón de todos los hombres (varones y mujeres) las preguntas más profundas y esenciales. Ante estos interrogantes más profundos sobre el origen y el destino del género humano, los cristianos proponen a Jesús de Nazaret.
Sólo se puede hacer misión aceptable desde una teología pluralista y desde la solidaridad con los pobres.
La Misión consiste hoy en encarnarse en las realidades sangrantes de los pobres del mundo, para curar y sanar esas heridas que padecen, hambre, sed, enfermedades, sufrimientos… Para que a través de estos gestos y actitudes, se refleje el rostro de Dios. En el primer mundo se trata de generar conciencia y solidaridad hacia el tercer mundo
La Misión es para llevar amor y esperanza, allí donde no existe, para dar impulso a los pueblos y religiones, para juntos con ellos aprender y enseñar, para ir haciendo realidad el Reino de Dios y haciendo presente al Dios del Reino.
En países de mayoría musulmana, los cristianos no pueden llevar a cabo ningún tipo de acción misionera que tengan como fin la conversión a la fe cristiana, sino únicamente labores humanitarias. Pero este testimonio produce conversiones.
La misión es para ayudar a los pueblos y a las personas a salir de su situación de pobreza, devolverles la dignidad de persona que le ha sido arrebatada.
La misión lo que trata es de la de sembrar la semilla del “Reino de Dios”: Darse a los demás, gastar la vida para hacer mas humana la existencia de aquellos que la tienen en precario y que esto sea un testimonio y un ejemplo a seguir.
5. Relectura de la cristología
Jesús no se anuncia así mismo, sino que anuncia la manera de vivir ese Espíritu que es el Reino de Dios o el Dios del Reino. La función del Espíritu Santo no puede estar absorbida por la Iglesia. El Espíritu de Dios, está presente en el mundo y en la historia, actuando siempre (Gn 1,2ss). La experiencia del Espíritu es esencialmente “macroecuménica”, tiende a la superación de toda división, crea solidaridad y unión, no sólo entre una persona y otra, sino entre comunidad y comunidad, entre religión y religión, entre pueblo y pueblo.
La Iglesia declara: “Jesucristo, Hijo de Dios, la verdad y la vida eterna, revelada una vez y para siempre”, en base a Mt 14,33; 16,16; Jn 1,3.14.18.34.49; 14,6; 17,3:
La figura de Cristo Rey, ha sido manipulada ideológicamente y ha perdido, el sentido del servicio a la humanidad que tiene el reinado de Cristo, que no es otro que el reinado de Dios que Jesús anuncia. La esencia del Reino de Dios consiste en la justicia. El Reino de Dios que anuncia Jesús solo es posible en la medida en que las dictaduras del poder y del dinero, los dioses más sanguinarios, dejan de reinar en el corazón de los hombres y mujeres y en la sociedad, y ceden su puesto al Amor gratuito y desinteresado.
Los evangelios sinópticos no nos hablan del «Hijo de Dios» como segunda persona de la Santísima Trinidad; la doctrina de la Trinidad se elaboraría mucho después. En ese sentido hay que distinguir entre «Dios Hijo» (segunda persona de la Trinidad) e «Hijo de Dios» expresión muy anterior a la elaboración de la doctrina de la Trinidad.
Desde el siglo V hasta el XIX, los cristianos han creído que Jesús se autoproclamó Dios Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad viviendo una vida humana. Actualmente, existe un amplio acuerdo entre los exégetas sobre el hecho de que Jesús no reivindicó para sí el atributo de la divinidad, ni tuvo en absoluto la pretensión de ser Dios encarnado.
6. Un nuevo espíritu crítico y penitencial
Debemos de dar gracias a Dios de que el cristianismo haya sido la primera gran religión que ha hecho una relectura de su patrimonio simbólico confrontándolo con la ciencia. Las doctrinas «ortodoxas» que dan frutos malos son sospechosas.
Determinadas doctrinas se han desarrollado teológicamente para dominación de otros grupos. Muchas opiniones y doctrinas que hemos podido ver en la historia del cristianismo incumplen, esa «regla de oro» que expresa el evangelio: «no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti» (Mt 7,13; Lc 6,31). Para evitar esto, la «Teología» ha de ser una teología «desde la opción por los pobres», una «Teología Liberadora», que es la perspectiva y la opción del Dios de la Vida y de la Justicia.
La teología de la liberación es una experiencia de Dios dentro del sufrimiento y la lucha de los pobres. Critica a las ideologías que justifican la desigualdad. Es un movimiento mundial en favor de la emancipación de los pobres. La fe no puede ser neutral cuando se trata de la vida y la muerte de la gente. Al igual que el Dios de Israel y Jesucristo toman partido y se ponen de parte de los pobres y de los oprimidos lo debe de hacer la Iglesia.
La Iglesia no se puede considerar sociedad aparte, sino fermento evangélico en la sociedad, dentro de la sociedad. Entendiendo y acogiendo a toda la humanidad como Pueblo de Dios, como hermandad universal, así sería normal el compromiso con la sociedad.
7. Un nuevo tipo de verdad
La Verdad es como la Vida: está en crecimiento, en desarrollo, en evolución. Nunca la tenemos acabadamente, sino que la vamos percibiendo progresivamente.
La lógica aristotélica de “todo o es verdadero o es falso”, entró en crisis. Buscamos una verdad no basada en la exclusión, ni en la inclusión, sino en la relación. La verdad, nos hace relativizar lo relativo y absolutizar lo absoluto. Y lo absoluto no es poco: Dios es amor, todos y todas somos hijos e hijas de Dios y, por la misma, hermanos; Dios es vida, está asegurada la vida para todos y todas y para siempre. Jesús es el testimonio espléndido de ese Dios que es amor.
Ejemplos de verdad profunda: «Solo, no puedo cambiar el mundo entero, pero si puedo cambiar mi pequeño mundo» «Solo, no puedo transformar la sociedad, en comunión, junto con otros, si podemos» «Conseguir la perfecta comunión es una utopía, pero dar un paso hacia ella es un avance para lograrlo» «Lo que más oculta el rostro de Dios es la injusticia que existe en el mundo, la justicia hace resplandecer el rostro de Dios». Ejemplos de verdad superficial: «La salvación de Jesucristo llega a través de la Iglesia, fuera de la Iglesia, por lo tanto, no hay salvación». «La Iglesia Católica es verdadera, las demás, por lo tanto, tienen que ser falsas»
Para los católicos del siglo XIX, la doctrina era muy clara, sólo la Iglesia católica es depositaria de la revelación y de la salvación; toda otra religión está fuera de la verdad y de la salvación. En nuestros días contemplamos que el pluralismo religioso no es negativo, sino positivo, o sea, querido por Dios… Que una religión se imponga sobre todas las demás, no es visto ya como lo ideal… Hay un cambio en la imagen de Dios y de la revelación, una ruptura de los viejos esquemas, una nueva imagen del ser humano y una nueva imagen del cristianismo.
8. La liberación de los pobres como criterio hermenéutico
No se trata de una «teoría» de la teología latinoamericana de la liberación, sino de una dimensión transcendental del cristianismo, que la teología de la liberación ha redescubierto para el cristianismo universal. Este re-descubrimiento marca un antes y un después, imborrable y sin retorno, para aquéllos para quienes la opción por los pobres ha sido una experiencia espiritual de conversión al Dios de los pobres. La opción por los pobres ha de ser considerada como «firme e irrevocable» y como una «nota de la verdadera Iglesia». Visto desde la fe cristiana, el pobre es el hijo de Dios negado en su dignidad, humillado y ofendido. Por ello, el pobre requiere la atención prioritaria de todos (Santiago 2,1-9).
La opción por los pobres es una clave para la vida de la Iglesia y es una clave para construir humanidad. «La pobreza manifiesta un dramático problema de justicia». Por eso la opción por los pobres es opción por la justicia y no el campo para la caridad asistencialista.
La pobreza que representa desigualdad injusta entre las personas, empobrecimiento, carencia de los bienes básicos para una vida digna, es considerada como una injusticia y un escándalo, que es contrario a la voluntad de Dios, negación de su plan sobre la humanidad, cuyo signo es ser una sola familia humana, una fraternidad de personas.
La lucha contra la pobreza debe ser el centro de la acción política de las religiones. La dignidad de la persona y la comunión social se concretan y se hacen verdad en la solidaridad con los empobrecidos. En la forma en que nos situemos, personal y socialmente ante la realidad de los empobrecidos, nos estamos jugando el ser o no ser, el avanzar o retroceder en humanidad.
No puede haber ninguna sociedad humanamente montada que no parta de la opción por los pobres, la solidaridad de los empobrecidos y de la subordinación de todo a sus necesidades. Ese es el reto fundamental para la vida y la acción política.
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