Religión, solidaridad y sufrimiento
El culto a Dios va vinculado en la tradición bíblica con la solidaridad con el hermano en necesidad. Lo sagrado es el ser humano. Desde la tradición profética y desde Jesús de Nazaret queda claro que no se puede agradar a Dios al margen de la preocupación por el huérfano, la viuda y el extranjero. La primacía de la ética en el reconocimiento de Dios, tan enfatizado por E. Levinas, es una verdad elemental del cristianismo.
Pero, como todo lo obvio, se olvida fácilmente. Ninguna afirmación como ésta es tan central ni corre el riesgo continuo de ser más marginada por los creyentes. De ahí la vigilancia y cuidado que debemos tener con este núcleo de la fe bíblica y cristiana.
Desde este centro de la fe encarnada se expande el cuidado por la realidad humana en general y por la política como concreción de esta preocupación. La dimensión política de la fe es inerradicable. La ética en cuanto cuidado de lo humano en necesidad sería la expresión personal y colectiva de la piedad encarnada. Hay una vivencia religiosa de la ética y de la política.
Hoy las llamadas y desafíos de nuestro mundo son enormes. Alcanzan al mundo entero, al planeta en su totalidad. Nada humano puede estar fuera del cuidado y preocupación del creyente. Y lo humano se encuentra prácticamente imbricado con la vida y la naturaleza. La mirada al sufrimiento de nuestro mundo, a sus deshumanizaciones y riesgos nos pone en la pista de lo que debe atraer más nuestra atención y cuidado.
Es desde esta perspectiva desde la que debe mirar siempre el creyente. Mirando hacia las víctimas de cada momento epocal tenemos la casi seguridad de no errar en los lugares que exigen atención y cuidado. Fijando la atención en los mecanismos y factores implicados en su sufrimiento avanzaremos, al menos crítico-negativamente, en la erradicación de las causas del dolor injusto y colaboraremos en la humanización de nuestro mundo.
Un mundo desorientado.
Un neoliberalismo que hace del mercado la medida de la racionalidad económica y de las aritméticas de las ganancias el éxito de la política, socava cualquier política social y nos devuelve a un capitalismo depredador e instaurador de desigualdades gigantescas y de una exclusión social a nivel de continentes enteros. Las estadísticas del PNUD nos indican con puntualidad burocrática el avance de la concentración del capital en el mundo y de la escalada de la desigualdad. Casi 3.000 millones de seres humanos viven bajo condiciones que no son consideradas humanas.
Predomina en la política un pragmatismo obsesivo y abusivo que le ha quitado tensión moral a la política democrática…
Se generaliza en la política un tono desabrido y maniqueo (Guillebaud) que sustituye con tono altisonante y de dualización las diferencias a veces mínimas de las diferentes propuestas de partido ¿Caminamos hacia un “fascismo de centro”, nos preguntaríamos provocativamente con Martin Lipset?.
Se generaliza en la política un tono desabrido y maniqueo (Guillebaud) que sustituye con tono altisonante y de dualización las diferencias a veces mínimas de las diferentes propuestas de partido ¿Caminamos hacia un “fascismo de centro”, nos preguntaríamos provocativamente con Martin Lipset?.
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