El otoño es un tiempo de nostalgias y propicio al recuerdo de quienes nos han dejado. Este otoño dos grandes maestros se han ido dejándonos la nostalgia de sus voces y de su sabiduría.
Ramesh Balsekar era una de las voces más autorizadas de la espiritualidad vedanta advaita contemporánea. No soy muy partidario del lenguaje advaita, perfiero entender el no-dualismo en términos de relación personal, en términos de relación de amor, cuyo modelo es la trinidad. Sin embargo, más allá de las palabras está la experiencia y no dudo que Balsekar era un maestro y ha ayudado a muchos en su camino espiritual. Seguro que también a muchos cristianos, y no me extrañaría que gracias a sus enseñanzas algunos hayan vuelto a Cristo. Hayan vuelto a casa.
Aquí os dejo un poema suyo:
El universo carece de causa
como una red de joyas
en la que cada una
sólo es el reflejo
de todas las demás.
como una red de joyas
en la que cada una
sólo es el reflejo
de todas las demás.
Mercedes Sosa, a su modo es otra maestra. Representa la dignidad y el humanismo en medio de la barbarie que sufre tan injustamente América Latina. Ha sido referente para muchos cristian@s de allá. La belleza comprometida de sus canciones nos transmite reflejos del Reino, de un modo femenino, maternal, afectivo pero no afectado, profundo y fuerte. Un complemento estupendo al intelectualismo advaita.
Aquí os dejo la letra de una de sus más bellas y esperanzadoras canciones, cuya compositora es Violeta Parra.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día grillos y canarios
Martirios, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él, las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano
Y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro el bueno tan lejos del malo
Cuando miro el fondo de tus ojos claros
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Gracias a la vida, gracias a la vida
Se fueron en el otoño de unos y en la primavera de otros, reflejo de la continuidad de la vida y su renovación. Mostraron sus enseñanzas y canciones y volvieron al manantial del Ser...
ResponderEliminarUn abrazo.