"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

domingo, 18 de octubre de 2009

La experiencia cristiana es una experiencia que acentúa lo relacional



Todas las tradiciones consideran que la experiencia más plena que debe alcanzar el ser humano es la experiencia espiritual, la experiencia que se da al salir de la mente egoica y racional y ver la realidad desde una dimensión transpersonal o adual.

Pero cada tradición, compartiendo una serie de elementos comunes, que permiten el diálogo y la ayuda mutua, vive esa experiencia de manera diferente, poniendo énfasis en un aspecto o en otro. Esto puede crear confusión, de forma que algunos maestros no reconocen que las “otras experiencias” sean experiencias espirituales plenas, sin darse cuenta de que son simplemente diferentes por ser vividas en otra tradición y en otro contexto. Así algunos budistas e hindúes no reconocen en la mística cristiana la experiencia espiritual plena, como a veces lo cristianos confunden la mística hindú o budista con el panteísmo o el monismo.

Para el budismo la realidad plena es sunyata (vacío), no tiene una identidad separada que podamos “agarrar” con nuestros conceptos o sentimientos. Está más allá.


Para el hinduismo la realidad última es Brahman, el absoluto incondicionado . Todas las cosas separadas son ilusorias porque todo es Brahman. Todo es Conciencia, dicen los modernos advaitas.


Para el cristianismo la realidad última es Trinidad, es decir, Relación. Unidad y pluralidad indisolublemente unidas sin confundirse pero sin separarse. En el cristianismo, por ello, el camino para salir del ego es el abrirse a la relación con el Otro y los otros. Es una vía que enfatiza siempre la dimensión amorosa, un amor que no es sentimental, es un amor iluminado, consciente, que discierne la realidad.


En el cristianismo, por ello, la vía para ir más allá del ego no se limita a la meditación, siendo esta muy importante (oración del corazón, oración centrante, jaculatorias, oración de quietud o contemplativa occidental…).


La meditación debe también complementarse con otros elementos que ayudan a evitar que la meditación sea algo puramente subjetivo, individual y a la larga, alienante. Son otras dimensiones que el cristiano debe vivir para ir más allá de su centramiento egoico, abriéndose al otro mediante la relación. ¿Cuáles podríamos citar?


- La comunidad: la vida de una comunidad con la que entra en relación y alimenta su experiencia ayuda mucho a salir del subjetivismo. La comunidad tiene su tradición, sus normas, sus estructuras, su vida… todo ello obligará a abrirse a los demás y a la alteridad.


- Las Escrituras: En ellas están las experiencias colectivas de laTradición, en ellas entramos en contacto con Cristo mismo manifestado a través de múltiples personas y acontecimientos de la historia, que son una guía y un estímulo para el propio camino. Guía de fe y de vida cristiana nos dice la teología.


- La Liturgia: La celebración de la fe es también un descentramiento de la propia subjetividad, un abrirse a los demás y al Otro. De ahí la importancia de hacer de la liturgia algo participativo, vivo, no ritualista, sino humano y espiritual a la vez.

- El Servicio o compromiso con los demás, en especial con los más pobres, los más alejados, los más marginados, los más excluidos, aquellos donde el ego no encuentra valores o “misterio”, para romper sus esquemas y “abrirle” para ser un canal de amor y fraternidad.

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


Mi camino...

el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.