Tomado de http://www.atrio.org/?p=1903
21-Octubre-2009 Antonio Duato
Parece que Benedicto XVI prepara una constitución sobre las facilidades que se van a dar a los anglicanos que quieran integrarse en la Iglesia Católica Romana, no sólo individualmente sino en grupos, incluso diócesis enteras.
Se prevé la ordenación de casados, sacerdotes ya o seminaristas, la institución de diócesis personales y el reconocimiento del rito anglicano en la liturgia. Como dice Sandro Magister: “Puertas abiertas a los tradicionalistas”. Su portal Chiesa recoge la noticia con gran documentación y alborozo. En breve estará el texto de todo en español. Allí nos remitimos para más información.
Creo que esta decisión, que se presentará como un dechado de apertura ecuménica, es de las decisiones más graves y aclaratorias de hacia dónde quiere llevar el papa a la Iglesia. A ser el cobijo de todos los conservadores del mundo, los que desean un cristianismo más medieval, los intransigentes frente a cualquier debilitamiento de la ideología patriarcal de género y de la organización vertical del poder incluso sobre las conciencias sin margen a la autonomía y la libertad de expresión en la comunidad cristiana y en la sociedad.
Perece ser que el mismo arzobispo de Canterbury, primado de la iglesia anglicana, está de acuerdo y no se opone a la medida. Como tampoco se opuso a que el cardenal católico Kasper, como representante del papa, interviniese en la última Conferencia de Lambeth, anunciando prácticamente esta medida por los muchos anglicanos ultraconservadores que llamaban a sus puertas de la Iglesia Católica por la apertura de la anglicana en cuestiones principalmente relacionadas con el sexo.
Para él, será una útil sangría el liberarse de fanáticos de la derecha que no aceptan ni aquello a lo que han llegado a ponerse de acuerdo ya la inmensa mayoría de las iglesias anglicanas: la aceptación de mujeres para el oficio de sacerdotes y obispos. Piénsese que en su misma catedral, cuando celebra el oficio una mujer, hay que prever que otro ministro varón distribuya también la comunión, formándose dos filas de “comulgantes”, pues muchos se niegan a recibir la comunión de una mujer.
El problema que tiene el arzobispo Rowan Williams está más bien en cómo defender el criterio de la mayoría pero sin excomulgar a las minorías anglicanas que presionan por el progreso. Porque, resuelto por mayoría el no discriminar a las mujeres de los oficios eclesiales, gran parte de las iglesias episcopalianas de Estados Unidos (adheridas a la comunión anglicana) cree que la diferencia por motivo de sexo hay que extenderla a la orientación sexual de las personas. Por eso quieren que en sus iglesias se celebren también religiosamente (lo correspondiente a nuestro sacramento) los matrimonios homosexuales y se acepten para los distintos oficios eclesiásticos a gays, lesbianas y transexuales, siempre que las condiciones de fe y valores comunitarios lo recomienden. Esto ya no ha sido aceptado como doctrina oficial por la mayoría de las Iglesias anglicanas, en donde el primado es un “primus inter pares” que preside los Consejos democráticos de Lambeth cada diez años, verdadero órgano rector.
Pero Rowan ha propuesto un camino para salida del conflicto en un Comunicado del 27 de Julio de 2009: las dos vías de ser anglicano. La primera es la Alianza o Covenant: El aceptar el cuerpo común de doctrinas y prácticas que acepta la mayoría. La segunda es la Comunión fundamental: progresar en fidelidad a lo fundamental respecto a la antigua tradición, por exigencias sinceras de fidelidad evangélica a los valores humanos tal como hoy se descubren y no como los ha visto la tradición. Los que así obran, incluidas muchas iglesias episcopalianos que no han aceptado el criterio de la mayoría, no son excomulgados: siguen perteneciendo a la “comunión anglicana” mientras no quieran imponer sucriterio a los demás. En la historia se irá viendo qué es lo auténticamente cristiano. ¿Quién podría hoy imponerlo con autoridad excomulgando a los demás?
Esta actitud primacial del Rowan la expuso en un documento interesantísimo,
Cuando el papa Juan Pablo II en la encíclica “Ut Unum sint” (nº 95) hablaba de que había que encontrar nuevas maneras de ejercer el papado, creo que pensaba más en actitudes como las de Rowan que en las de Ratzinger. Sólo si este apertura a la ultraderecha (lefebvrianos antes y anglicanos conservadores ahora) fuera acompañada de las mismas medidas con las comunidades cristianas progresistas (las que ya existen ahora y las que se formarían si obispos decididos y responsables se decidieran a ordenar sacerdotes a personas casadas, hombres y mujeres y variar normas de derecho canónico por exigencias del bien de la comunidad cristiana), se podría decir que se inaugura un nuevo tipo de ejercicio ecuménico y pluralista del papado romano.
Dios los cría y ellos se juntan, los ultra conservadores, piensan que cambiar las normas es traicionar la esencia.
ResponderEliminarTienen cierta razón, pues el cambio necesario hoy
afecta a los fundamentos del cristianismo.
Ya que de seguir con las reglas y normas antiguas, implica, estar en el error y la mentira.
Y ninguna idea religiosa, puede sobrevivir en el mito y la leyenda y menos las Iglesias cristianas.
Con lo cual sino se revisan las bases del cristianismo, poniendo a la humanidad en igualdad a Cristo en cuanto todos ser Dios y personas, el cristianismo desaparecerá por falso y mítico, como desaparecieron las mitologías griegas y romanas.