El domingo fui con un amigo a ver Ágora la película de Amenábar. El cine estaba a rebosar, de hecho, adquirimos las dos últimas butacas libres en la sala, en la fila 2, demasiado cerca de la pantalla para mi gusto.
He de decir que me gustó la peli, aunque en algún momento me sentí cansado, pienso que por eso de tener el cuello excesivamente doblado. Pero, bueno, lo importante es la Huella, que me dejó, y que no me ha sido fácil descifrar hasta hace poco.
Algunos acusan a Amenábar de criticar al cristianismo, otros le elogian por hacer una denuncia de los crímenes de la religión y la última crítica, la más rocambolesca que he leido, elogia a Amenábar por criticar el fundamentalismo pero le acusa de caer en un integrismo laicista que pretende negar la dimensión religiosa del ser humano.
Para mí, al menos, no ha sido fácil descifrar a la Hipatia que Amenábar presenta. Ahora pienso que es una mística laica, una nueva manera de vivir esa dimensión espiritual, que de alguna manera está presente en todos, pero que ha sido vivida de modo inconsciente hasta que la modernidad la ha manifestado en la vida de muchos y muchas hoy.
En Ágora, Hipatia es una mujer fiel a su propio ser, por encima de caminos trillados, tradiciones religiosas o laicas. Eso no quiere decir que sea un ser autista y aislado. Al contrario, conoce las tradiciones paganas, la filosofía y la ciencia, que es su propia tradición, y la religión cristiana en auge. Tiene una identidad clara, no es cristiana, es una filósofa pagana. Pero no se queda apegada a una identidad construida desde el exterior, ni siquiera a su propia tradición (cuestionará a la propia filosofía y a la ciencia ptolemaica).
El mundo en ruinas en el que vive Hipatia es ideal para ver lo esencial, y al final lo esencial es el propio ser, la fidelidad a él. Las tradiciones nos ayudan, son imprescindibles, seguramente, pero hay un momento en que hay que ir más allá de ellas, hasta vivir apoyándonos sólo en nuestro propio corazón, en comunión con los demás, ayudando a los otros y compartiendo el destino con ello; pero si nunca damos el paso de confiar a ciegas en nuestro corazón, en nuestra experiencia, nunca llegaremos a probar la miel que las tradiciones laicas o religiosas señalan, ni seremos lo que estamos llamados a ser.
Creo que Hipatia representa una dimensión antropológica de todo ser humano, religioso o laico, la dimensión de autenticidad, de fidelidad al propio ser, de libertad que es el paso necesario que hay que dar, sin más ayuda que el propio corazón, para, apoyándonos en ellas, ir más allá de cualquier cultura o religión siempre limitadas, a la dimención del ser, de la contemplación, de la vida.
La Hipatia de Amenábar puede aportar una enseñanza para cualquier buscador espiritual y ser una referencia para la espiritualidad laica o religiosa actual.
No he visto esta película así que nada puedo comentar de ella, pero me quedé atrapada por tu descripción sobre la necesidad de ver y vivir desde el corazón; toda una vida de experiencia religiosa se derrumbó para mí cuando descubrí ese tesoro que mora en nuestro interior y que trasciende a la mente.
ResponderEliminarGracias.
Gracias a ti Delia, tus aportaciones me han ayudado a completar y complementar mi visión, así que gracias, de veras.
ResponderEliminarTambién vi la película, José Antonio... también me senti cansada más allá de la mitad de la duración...
ResponderEliminarMe dieron que pensar muchos aspectos...los monjes guerreros... la manipulación de la lectura del obispo que da lugar al desenlace pues el gobernante no se quiere arrodillar -todo parecía estar manipulado precisamente por esos cristianos... esa violencia tan contradictoria con el seguimiento de JESUS... esa falta de trascendencia de la experiencia del CRISTO interior... tanta ignorancia humana en aquellos que defienden EL CAMINO DE JESUS... Y Hipatia...procura mantener su posición...pero se ve "juzgada" y al final matada por esos cristianos... También esa interpretación de la lectura de San Pablo que hacen -antes de todo ello- en el que se dice que el hombre no puede obedecer a la mujer...sino a la inversa . Eso no lo dijo JESUS...lo dice San Pablo y en un contexto social.
Pero hay alguien que me llamó la atención...y que pasa por toda la película casi sin sobresalir..: DAVO.
DAVO para mi es la réplica de todo aquel sectarismo...representa la ecuanimidad, la comprensión... la fidelidad del Amor no correspondido...gratuito...por HIPATIA... y la Compasión. ël creo entender que la mata -la ahoga-por compasión y po Amor...para que no sufra muriendo apedreada . Él aprende a orar...no participa en matanzas... y se desprende de la espada que HIPATIA le da al salir de Alejandría. ël no quiere la espada.
Todo lo mira, y en esas imágenes que no habla se trasluce su sabiduría.
Bueno... es lo que al menos a mi me llegó más de la peli.
Mañana ya miércoles! que rápido todo se pasa...
Un certero Abrazo..
Pues yo también me fijé en Davo, no sabía cómo describirlo, pero pensé en él cuando escribía el comentario. Creo que has captado muy bien su sentido, así que gracias por exponerlo, porque me ha clarificado.
ResponderEliminarUn abrazo y buen descanso.
Yo vi la película, y no se me hizo larga, tal vez porque estuve en la parte de atrás y no force la cabeza.
ResponderEliminarRefleja muy bien, como toda religión, que se impone, no es una verdadera idea espiritual.
Por supuesto que Cristo Amor, no queda reflejada en ella, pero dice bien, del momento histórico.
Alejandría como faro universal del conocimiento,gnostico, es destruida y su biblioteca, con los trabajos de tanto ser humano bien pensante quemada, por una santa inquisición, mal llamada cristiana, pues Cristo,nunca hubiera reprimido otras ideas a las suyas, pues como buen maestro, intento convencer, no vencer como hicieron estos mal llamados cristianos.
Estoy leyendo el secreto de María Magdalena de Ki Longfellow, que os recomiendo donde habla de que la Magdalena en su juventud, estuvo en la ciudad de Alejandria, y reflejo en mi carta del mismo titulo en mi blog, un abrazo fraterno a todos.
No voy a decir nada porque estoy deacuerdo con J.A. Vazquez...
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