¡Ay del solo!, si tropieza ¿Quién lo levantará?.
Con esta expresión la Escritura nos alerta de un peligro constante para el buscador espiritual, que hoy está especialmente presente: el individualismo espiritual.
Vivimos en una cultura y sociedad individualistas, que hacen del ego el centro sobre el que debe girar toda nuestra vida. Y en los que estamos interesados en la espiritualidad este egocentrismo tiende a confundirse con la madurez espiritual.
Ya sabéis cómo hoy es fácil encontrar personas que habiendo leído mucho de espiritualidad o habiendo asistido a diversos talleres o tenido algunas experiencias, se lanzan a guiar a otros sin contrastar con nadie su experiencia, ni haber recorrido el camino con la ayuda de nadie. Naturalmente esto supone la existencia de numerosos “falsos maestros”, cuya peligrosidad está en que siempre nos manipulan de un modo u otro y en que, en algunos casos, rozan el delito, si no pasan la barrera y caen en él.
Ante este panorama hay buscadores que recelan de cualquier vinculación con una tradición o con un maestro, alegando que el único maestro es el interno. Evidentemente esta afirmación es real, pero no se puede oponer a la necesidad de ser ayudados y acompañados en nuestro recorrido. No dudo que en algunos casos excepcionales esta vía solitaria conduce a la madurez, pero, como digo, es para gente excepcional.
Los que nos sentimos gente normal y corriente necesitamos que otros nos ayuden, vincularnos a una tradición, a una comunidad, a un maestro que sean respetuosos y con los pies en la tierra, además de espirituales.
San Benito, ya en el siglo VI hablaba en el capítulo primero de su Regla de estos buscadores eternos, que nunca se entregan a una tradición y a un maestro, y los diferenciaba de los verdaderos eremitas.
Para San Benito existen dos clases de monjes (se puede aplicar a cualquier buscador espiritual): los cenobitas, que viven en común bajo una Regla y un abad (vinculados a una tradición y a un maestro) y los eremitas, aquellos que tras haberse vinculado durante bastante tiempo a una comunidad, a una tradición y a un maestro, pueden ya recorrer el camino en soledad.
Frente a estos dos grupos de buscadores auténticos, opone a otros dos tipos:
-Los sarabaítas, aquellos que no se vinculan a nada ni a nadie, no practican la humildad ni la obediencia que toda vinculación supone y viven centrados en sus gustos espiritulaes egoicos.
-Los giróvagos, aquellos que recorren todas las tradiciones y todas las comunidades sin vincularse a nada ni a nadie.
Naturalmente que podemos matizar siempre en cada caso, pero creo que estas referencias nos ayudan para no caer en las diversas trampas del ego.
Si, como dicen muchos expertos, la enfermedad de hoy es el narcisismo, creo que el mayor peligro hoy en el camino espiritual es el individualismo.
El camino más seguro, como siempre, es el camino de los sencillos, de los menos capaces, de los menos dotados, de los pobres de espíritu que necesitan ser acompañados, vincularse a una tradición, a un maestro, a una comunidad, siempre que estos sean respetuosos, sencillos y flexibles.
Si...creo en ello...aunque no soy nadie para juzgar aquellos que parece ser no están integrados en ninguna parte.Todo ser y toda Alma tienen un proceso misterioso...que si a ojos externos parece a veces poco o nada enrraizado...eso mismo puede ser la causa de una búsqueda verdadera. Muchos se colocan en centros, comunidades o religiones por ese miedo a caminar solos...otros por aprender...otros por inseguridad..o por vacío existencial...o por sentirse solos.
ResponderEliminarCreo en los diferentes caminos de todo buscador... y respeto esos ermitaños, esos yoguis, que con valor e intrepidez buscan LA SABIDURIA... en una desnudez de hombres y compañía que les llevará quizás a una unión con todos en su Gran Compasión. Y a la vez defiendo esencialmente la necesidad de un Maestro o Maestros...para llegar a ser llevado e instruido por EL ÚNICO : JESUS, EL CRISTO...al menos para mi humilde entender y en mi camnito.
JESUS nos lleva al PADRE... el mejor MAESTRO... ÉL mismo lo dijo a aquellos que en ÉL creyesen..que a ÉL amasen...que a ÉL siguiesen.
CRISTO ES LA COMUNIDAD, los demás, el Corazón...el Aliento...la RESPIRACIÓN.
VIVAMOS EN ÉL...DEJEMOS QUE ÉL VIVA EN NOSOTROS...como bien decía SAN PABLO...
Es mi humilde opinion...
Gracias por tus aportaciones importantes y valiosas para mi en tu blog y en los demás.
Un abrazo
Carmen
Creo que cada hombre necesita un entorno diferente para crecer. Nos aemejamos al mundo vegetal, y así unos necesitamos el sol y la aridez, otros crecen con humedad y sombra, otros en las alturas y otros en las vegas. La biodiversidad, es un gran don divino, y se da en el hombre y cada uno necesitamos entornos diferentes. El problema es el poder, el querer ser más que los otros, el no estar contento con lo que somos. Así al contemplar a otros hermanos surge la comparación, ¿quién será más valioso? ¿quién estará en la verdad? ¿qué camino es más rápido? Y queremos imponer el bien, el camino más recto. Pero la vida huye de la uniformidad, experimenta con caminos diversos, se adapta a todas las circunstancias, es plural....
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