Tomado de http://diosdeincognito.blogspot.com/
En una charla amena ayer con un amigo estábamos hablando del éxito que tienen las iglesias evangélicas en el mundo. Aún las que tienen propuestas abiertamente sectarias y que logran de sus fieles una sumisión y entrega considerable. En ese momento comprendí algo en lo que vengo dando vueltas hace un tiempo y que tiene que ver con la aparente restauración que está apareciendo en la Iglesia y sus resultados.
Cuando el Concilio Vaticano decidió "abrir las ventanas" para dejar entrar un poco de aire fresco en la Iglesia, la propuesta tenía que ver con dejar pasar al Espíritu; atreverse a salir un poco de los rígidos marcos legalistas. Hacer una apuesta por escuchar lo que el mundo tiene para decirle a la Iglesia y no solamente lo que ésta tenía para decirle al mundo. Como dijo un amigo es la primera vez que la Iglesia hace una "antropología religiosa". Pone al hombre en el centro. Lo mira y le pregunta queriendo escuchar su propia y libre respuesta. De ahí el lugar que empieza a tomar la libertad y la conciencia. No en el sentido de erigirse en ley propia sino entendiendo que hay algo que no se sostiene si es impuesto desde afuera.
Esta apertura y humanización -me viene a la mente la frase "capitalismo con rostro humano", disculpen- fue alegre y entusiastamente recibida por mucha gente. Aún hoy cincuenta años después sigue significando mucho. Podríamos pensar que el resultado de esta propuesta tendría que haber sido un nuevo impulso para acercar la religión a la gente. Para que esta Alegría se desparramara y convocara, no ya desde la afiliación a la Iglesia, voluntaria o compulsiva -como tantas veces- sino desde las ganas de participar en la empresa de vivir más evángelicamente.
Cincuenta años después, ¿cual es el resultado? Disminución de vocaciones, abandono de la Iglesia por parte de los fieles, decrecimiento de la práctica religiosa. Los más conservadores y restauracionistas dicen que esto se debe a haber aflojado las tuercas, que eso permitió la aparcición de confusiones -litúrgicas, doctrinales- y que esta especie de libertinaje ha dejado el tendal. Que deberíamos volver a lo de siempre. Por otro lado los más liberales sostienen que en realidad esta situación actual de alejamiento del hecho religioso se debe más bien a que el Concilio Vaticano II y los trabajos que le siguieron deberían haber ido más lejos. Que tras un primer momento que generó expecativas y alegría los animos se apagaron por no haber podido avanzar más decididamente.
Debo darles la razón a los más conservadores y restauracionistas. El Concilio probablemente sea responsable en gran parte de estas situaciones. Y probablemente si hubiera ido más lejos el resultado hubiera sido peor.
El Concilio nos abrió la posibilidad de empezar a tomar nuestro crecimiento espiritual en nuestras manos. Orientados por el Magisterio pero no sometidos a éste. Y quiero dejar en claro este punto. Es grande la cantidad de veces que los documentos del Concilio hablan de la libertad para poder decidir lo correcto. Es extremadamente claro cuando dice que el ser humano en cuestiones de fe debe poder hacer una opción LIBRE de coacción. El asentimiento de fe debe ser libre para ser válido. Solamente con esto cambia completamente el sentido de la palabra sometimiento. Ya no es algo impuesto desde afuera, por la ley, la manipulación, la mentira o el interés. Sino que es un libre "entregarse a".
Y esta propuesta de tomar en nuestras manos -que eso quiere decir tomar una decisión sin coacción y libremente: ser responsables- tuvo los resultados que dije antes.
Cincuenta años después, cuando vuelve a soplar el viento de la ortodoxia yo hubiera esperado que esto tuviera un efecto más devastador todavía; que los menos que quedaban se fueran más rapido aún. Pero no. Las vocaciones vuelven a subir. Los "nuevos movimientos" cobran fuerza. Y yo me pregunto donde está el error? No lo hay. Es cierto. Donde aparece el conservadurismo hay un nuevo resurgir de las vocaciones y lentamente los fieles se vuelven a acercar.
Y aquí vino el descubrimiento en la charla con mi amigo:
Queremos ese restauracionismo.
Queremos dogmas fuertes y reglas claras. Queremos saber cuando estamos en falta y cuando no. Queremos saber hasta donde. Y aún cuando esto pueda ser sumamente frustrante, para muchos es preferible al pánico que tenemos a la entrega, al no saber hasta donde tengo que llegar, cuanto es suficiente, que es lo mío para disponer. La invitación evangélica a caminar sobre el agua nos sobrecoge -por lo menos a mi sí- de espanto.
En un mundo en el que no sabemos ni si vamos a volar en pedazos de un día para el otro, o si no vamos a tener que comer pasado mañana, o si nos van a pegar un tiro en la calle para robarnos necesitamos algo claro. No nos pueden decir que tomemos el riesgo de escucharnos. Por eso ganan los reglamentadores y legalistas. Simplemente. La propuesta del Concilio requiere más trabajo, da más miedo y no da certezas escritas en papel. Llegar a certezas requiere mucho más. Y tal vez no estamos dispuestos.
Por todo lo relatado en este articulo, los conservadores ganan.
ResponderEliminarLa libertad requiere responsabilidad, y trabajo es mucho mas fácil, dejar a los demás la responsabilidad y las tareas.
Pero como muy bien dijo Benedicto XVI :No nos importa quedar solos......Así tocan a mas,digo yo.
Un abrazo Jose Antonio.
El texto no está mal enfocado, pero al final vira hacia una conclusión sorprendente.
ResponderEliminar"Queremos dogmas fuertes y reglas claras. Queremos saber cuando estamos en falta y cuando no. Queremos saber hasta donde".
y la segunda parte que no es coherente con la primera:
"Y aún cuando esto pueda ser sumamente frustrante, para muchos es preferible al pánico que tenemos a la entrega, al no saber hasta donde tengo que llegar..."
Saber nunca es frustrante. Lo que frustra es no tener el conocimiento y entendimiento que permita discernir. Es decir, el autor concluye a la inversa de la evidencia lógica empleada.
Reseño la palabra saber porque saber implica entender y comprender. Por eso las posturas que el articulista llama ortodoxas están dando mejores resultados que las propuestas que utilizan la libertad como fin. La libertad es herramienta, nunca finalidad alguna y esto lo notan las personas.
Desde mi punto de vista, no se tiene miedo a la libertad, sino que la libertad (como herramienta)nos permite elegir entre conocer o escapar de lo tememos.
Es evidente que la mayoría de las personas no nos sentimos cómodos eligiendo directamente lo que nos plantea menos miedos. Preferimos saber para deshacernos del miedo, antes que alejarnos del miedo, sin saber la razón de ello. Quien sabe no tiene miedo y encima no padece el resentimiento que tiene el que huye del miedo, utilizando su libertad.
La libertad es un maravilloso don de Dios. Nos permite elegir y hacernos responsables de lo que elegimos. Recogemos lo que sembramos.
Saludos fraternos :)
Interesante lo que planteas miserere:
ResponderEliminarTe comento lo que se me ocurre.
Como siempre las palabras a veces se entienden de modo diverso, creo como tú que la verdadera sabiduría no es frustrante y no lo es sobre todo porque nos reconcilia con nuestros límites, sólo sé que no sé nada decía Sócrates, la sabidudía no busca seguridades ni controlar la realidad sino unirse a ella por el amor aún sin entender muchas cosas, confiando en la realidad.
Otros entienden la sabiduría como control sobre la realidad, como búsqueda de la seguridad y huida de los límites, esta sabiduría siempre es frustrante porque busca un imposible (conocer para controlar, para estar seguro y no aceptar la inevitable limitación de nuestro saber. Así dice el eclesiástes: A más sabiduría (de este tipo) más sufrimiento.
En cuanto a la libertad, depende de como la entendemos, si sólo es la capacidad de hacer una cosa u otra podríamos decir que es sólo un instrumento, pero hay un tipo de libertad que tiene que ver con nuestro ser, ser lo que somos, libertad para, llaman a ésta libertad algunos, amor podríamos llamarla,esa es nuestra verdadera naturaleza, somos dinamismo y apertura, escucha, como somos libres podemos amar, la libertad como amor es ser lo que somos y es un fin, no un instrumento para nada. Amo porque amo decía San Bernardo, amo por amar, no para nada más. El Amor (libertad para) es un fin.Estamos llamados a esta Libertad y a nada más.Esta Libertad parece un yugo al egocentrismo (supone salir del egoismo) y por ello le da miedo al ego, esta libertad da mucho miedo al egoismo, y si bien es un miedo irracional es muy real.Como nos recuerda Gálatas 5,13 Para la libertad fuimos llamados.
Y recuerda cómo Pablo se maravilla de que los Gálatas tengan miedo de esa libertad y prefieran el yugo del legalismo.
abrazos,
buscador.
Un sabio iluminado siempre dirá que la comprensión ultima es que todo es "Una totalidad unificada". Incluso el maestro Eckart comentaba que para ver a Dios solo hay que observar la vida que te rodea, el es todo lo que se ve y lo que no se ve, eso incluye todas las polaridades. Descansar en ello seria la libertad, todo lo que no sea eso nos representa como "Miedo" también como "Ignorancia", es decir en ultimas si somos es por que somos la expresión del miedo y la ignorancia, no existe por tanto el miedo a la libertad como algo que nos ocurre, somos el miedo a la libertad, y cada ser humano es un grado variable de miedo a ser libre. Le llaman la hipnosis divina.
ResponderEliminarConclusiones reflexivas Teológicas con los pies encima de la mesa, mientras hago redonditas de humo
Juan Manuel
Friedrich Nietzsche señaló con verdadero espanto ¡la indiferencia de la generación actual ante el nihilismo! El exacerbado racismo criminal y genocida serial del Libro de Israel, y su falta de significado para los que no somos judíos, llevó a Nietzsche a pregonar: ¡la muerte de Dios! Grandes multitudes abandonan la religión judeo cristiana ante su falta de congruencia de sus dogmas con la realidad. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo sin judaísmo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo resaltando la importancia genérica de Cristo y sus enseñanzas. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Sincretismo religioso expresado por Raimon Panikkar fruto de sus frecuentes viajes a la India: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regresé budista, sin haber dejado de ser cristiano».http://www.scribd.com/doc/48104400/Nietzsche-y-La-Lucha-Contra-El-Judeo-Cristianismo-Por-El-Cristianismo
ResponderEliminarHola Juan, muy interesante tu aportación, gracias por emitirla.
ResponderEliminarHola Rodolfo:
No entiendo muy bien lo que comentas, la verdad, yo personalmente estoy muy contento de formar parte de la tradición judeocristiana, me parece una desnaturalización un judaismo sin cristianismo y persoanlmente no me interesa.Jesús era un judío y para entenderlo hay que tener en cuenta esto.