"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

lunes, 7 de febrero de 2011

La iglesia de la comunión frente a la antiiglesia de la uniformidad, por Mercedes Navarro



La eclesiología de comunión es la eclesiología del Pueblo de Dios. Pero hay distintas maneras de entender la comunión mirando a los centros sobre los que gira y se acomuna la iglesia. La eclesiología de comunión no tiene por qué rotar necesariamente sobre el gozne jerárquico, de modo que, de oponerse, habría de hacerlo al modelo vertical. Entiendo la eclesiología de comunión como un modelo de iglesia católica, universal por tanto, más horizontal y circular que vertical, a la luz de Mc 3,31-35. Este texto expresa principios de eclesiología de la comunidad a la que se dirige el evangelista inspirados directamente en el modelo propuesto por Jesús .


La vida de la iglesia en los últimos años adolece de serios problemas con respecto a la comunión, por eso deseo descubrir a los demonios que la disfrazan de otras cosas; que bajo su nombre introduce una práctica ajena a la comunión evangélica, que es la que suponemos que debe impregnar esta nueva eclesiología. El primer y más terrible demonio es el miedo. Con él se desatan otros dos, el control sobre la libertad y la imposición por la fuerza. Los tres suelen ir juntos, pues se escudan y se refuerzan mutuamente. Al disfraz del miedo, el control y la imposición lo llamamos frecuentemente comunión, de modo que bajo esta palabra se enmascaran otras realidades. No debemos dejarnos engañar, pues detecto demasiados signos en la institución eclesial que evocan a las dictaduras civiles como para aceptar tranquilamente que estamos en una eclesiología de comunión, aunque numerosos discursos lo formulen de este modo. Y es evidente que nadie que se encuentre presionado por un régimen dictatorial puede afirmar que en su institución se vive la comunión. Porque no es posible mantener el espíritu de comunión en una estructura que la ahoga permanentemente.


Es justo que mencione algunos indicadores de asfixia en la iglesia. El primero es el anhelo y la aspiración de uniformidad, escondido a menudo bajo el principio de la comunión. La uniformidad expulsa de sí todo lo que difiera de los criterios decretados como uniformes. Es uniformidad, que no comunión, perseguir a las y los distintos, ya sea por su manera de ver la vida, de formular y de vivir la fe, o por el pensamiento diverso y la libertad de expresión que se permiten. Hablamos sin cesar de pluralidad, pero no nos educamos en ella ni la hacemos viable. En el fondo nos puede el miedo.

Al miedo acompaña, por lo tanto, el control de las libertades y este control sólo se consigue imponiéndolo por la fuerza. Y donde no hay libertad no está el Espíritu del Señor, formulando la frase paulina en negativo (cf 2 Cor 3,17), pues es lógico que la libertad se exprese en la práctica de las libertades. En la iglesia -doy fe de ello- hay que mirar a todos los lados para decir lo que se piensa, lo que se cree, los resultados de la investigación teológica o de la propia experiencia de fe. Se imponen, bajo el régimen del miedo, el disimulo, la clandestinidad, el decir como si no se dijera, el confiar en que se leerá entre líneas, los recelos y sospechas sobre posibles chivatos/as... Facultades de teología, Institutos, revistas, catequesis, clases de religión, predicación dominical, artículos, libros, folletos, entrevistas en periódicos o en otros medios de comunicación civiles..., prácticas morales, prácticas cúlticas... todo está sometido al control de algunos . La comunión eclesial, desde luego, no se puede establecer sobre estos cimientos. Y, por lo que puedo observar, es bien difícil la libertad práctica y concreta para hacer frente a esta situación. No tanto, quizás, la libertad externa, cuanto la interna.


La fuerza para imponer el control y suscitar el miedo no es, por lo general, directa y bruta, sino que a menudo es tan sutil como eficaz. Basta, por ejemplo, con sembrar dudas sobre personas e instituciones. Basta con descalificarlas valiéndose, con frecuencia, de la autoridad y el poder que ciertos cargos les otorgan a algunos. O, sirviéndose del famoso divide y vencerás, que fragmenta grupos a los que ha costado décadas crear una difícil comunión en el respeto, el diálogo y la libertad evangélicas . También puedo dar fe de ello. Ningún tipo de comunión se impone jamás por la fuerza. Mucho menos la comunión de fe en Jesús que brota del espíritu del evangelio que sigue siendo un espíritu de libertad.

Jesús, que pudo detectar las trampas del miedo y su tremendo poder, lucha contra él en los evangelios, especialmente en el evangelio de Marcos, pues advierte que mina los cimientos de la fe . En los sinópticos, como es sabido, lo contrario de la fe no es la incredulidad, sino el miedo. La iglesia institucional sólo hará posible la comunión verdadera (y no la charada de la uniformidad) cuando en ella podamos todas y todos respirar el respeto y el diálogo que surgen del clima de libertad. Cuando la institución sea de verdad un cauce posibilitador de las libertades. Y es que la fe sin libertad es imposible. O es libre y para la libertad en Jesucristo, o no es fe (cristiana).


Un efecto del clima de miedo y de la presión (a menudo interiorizada) del control es el prejuicio moralista (y dualista) empleado a menudo en los discursos oficiales, que lleva a valorar como puro y verdadero lo interno y unificado, y como negativo, mentiroso, malo, impuro o, cuando menos, sospechoso, todo lo externo y diverso a la institución eclesial. Este prejuicio no puede ser más contrario al espíritu de Jesús en los evangelios, pues nadie como él se mezcló, contaminó... con la supuesta escoria humana, hasta el punto de que en el patíbulo se le podía confundir con dicha escoria. Uno de los resultados de su conducta fue que hizo visible la honestidad y los valores de esa supuesta escoria (las prostitutas os precederán... Mt 21,31) y la podredumbre de la supuesta santidad de los jerarcas (¡ay de vosotros... hipócritas...!, Mt 23,13ss) Tampoco del prejuicio moralista, que se disfraza de unidad moral cristiana, puede surgir la eclesiología de comunión, pues el prejuicio es, por definición, excluyente, mientras que la comunión es inclusiva...


Las paradojas de la comunión


La primera paradoja es positiva. Establece que a mayor diversidad mayor grado de comunión. Generalmente pensamos, con unos esquemas heredados de antiguo, que la diversidad dispersa e impide la comunión, mientras que, por el contrario, la uniformidad y la homogeneidad ayudan a mantenerla. La comunión no deja de ser un reto, pero sólo si lo que pretendemos poner en común, vivir en común y acomunar es diferente y plural. Lo diverso no tiene necesariamente que conducir a la dispersión ni a una malentendida tolerancia o a un relativismo cualquiera. Estos recelos forman parte de las estrategias disuasorias de quienes temen a la pluralidad. Lo que da miedo en realidad no es la dispersión que pueda derivarse de ella, sino la dificultad para controlar lo diverso. Pero la paradoja de la comunión de lo distinto, por el hecho de ser paradoja, ya indica que es preciso mantener la tensión entre los dos polos sin eliminar ninguno. Perder cualquiera de ellos la destruye y la hace imposible, mientras que mantenerlos promete creatividad y fuerza vital. Tengo para mí que la institución eclesial no es muy amiga de las paradojas...


En nuestro mundo lo diverso y plural se nos impone por doquier. Las democracias modernas no toleran mucho mejor lo diferente que la institución eclesial, e intentan el control de muchas maneras, la mayoría de ellas sutiles. La diferencia es que al menos los y las ciudadanas contamos con foros e instrumentos para expresar nuestra protesta y para exigir el respeto, ya que el derecho acompaña a esta forma de gobierno y, por lo tanto, puede exigirse. Si el Estado salta por encima de sus normas, los ciudadanos/as pueden y deben exigirles cuenta. Pero en la Iglesia, ¿con qué instrumentos legítimos contamos para expresar la protesta frente al control de las libertades, de las diversidades y la pluralidad ? La jerarquía suele apelar a que tenemos un Señor, una fe, un bautismo, un Dios Padre..., aunque sufre amnesia sobre su rica y difícil tradición de pluralidad.

La segunda paradoja es negativa. Se coloca en las antípodas de la primera: a mayor uniformidad mayor dispersión. Su contenido es psicológico, puesto que la homogeneidad uniforme exige mucho desgaste de energía, que se desperdicia para el mantenimiento del conflicto interior y de la represión, del control sobre toda realidad que no sea acorde con lo estipulado. Por eso no es extraño que la energía acumulada se encuentre dispuesta a salir explosiva y agresivamente en cuanto se presente la mínima oportunidad. Se diría que lo uno en realidad es muchos... sólo que reprimido.

Para un centro cuyo objetivo es controlar e imponer la uniformidad, la opción es explotar la segunda paradoja, la negativa, neutralizando la positiva. Debería de dar más miedo la negativa que la positiva y sin embargo nos sucede al revés, porque nos da pánico lo diferente.

6 comentarios:

  1. Cuesta encontrar algo en lo que estar de acuerdo con el texto. Como suelo decir, en nuestros juicios dejamos mucho de lo que cada cual es.

    Desde mi punto de vista el miedo proviene de la ignorancia ante lo desconocido. Quien sabe, conoce y entiende no tiene miedo. El miedo crea rencor y odio a aquello que hacemos culpable de asustarnos. Hay que tener mucho cuidado con el miedo y no buscar fuera de nosotros su fuente.

    El miedo no se combate cambiando el entorno para que sea más conocido, sino comprendiendo el entorno donde estamos. Curiosamente, detecto en que la autora del texto un evidente miedo al miedo. Miedo que le lleva a huir de lo que no comprende, sin enfrentarlo.

    Esta miedo al miedo se denota cuando utiliza la libertad como arma. La libertad no combate las raíces del miedo, solo nos permite evadir enfrentar lo que nos atemoriza. Además la libertad no es unidireccional. Con igual libertad puedes escapar de lo que temes o enfrentarte y vencerlo.

    Otra evidencia es la afirmación de que la moralidad conduce al miedo. Evidentemente, cuando no se comprende las razones de un comportamiento moral y no se hace propio, se huye de esa moralidad que nos atemoriza.

    Es cierto que ninguna Fe se impone por la fuerza, por lo que es de rigor que se permita a quienes saben y entienden las razones de una opción, ser consecuentes al final con esa opción. Las medias tientas o los discernimientos vagos son solo huidas ante lo que nos atemoriza.

    La autora parece relacionar el miedo con la la Fe y no tiene nada que ver. A la Fe no se opta por temores, sino por convencimiento y entendimiento. Una fe que se impone por el miedo, o por el miedo al miedo, no será nunca nuestra.

    A la pluralidad no se teme. En todo caso, ante la pluralidad se impone el discernimiento interno y externo. No me vale aceptar sin más que la panacea ser que estemos pluralmente en comunión... como indica la autora. Ya que es una contradictio in terminis. La pluralidad permite libertad, que debe cimentarse en saber qué somos, en qué creemos, quienes comparten nuestra Fe y a que iglesia(comunidad) pertenecemos. Los cimientos de las comunidades no son la diversidad, sino lo que se comparte. Nos une lo que compartimos, nos separa lo que no compartimos.


    Al final habla de la Jerarquía en términos difusos y poco claros. Evidentemente necesita discernir qué esa la jerarquía. Más que hablar de la jerarquía, debería decir que la Tradición aceptada por quienes la estiman como revelación de Dios, apela que solo hay un bautismo, un Dios Padre... etc. La jerarquía solo evidencia una fuerza que cohesiona a quienes tenemos esa Fe. Para quien no la tiene, la jerarquía no existe o es causa de miedo.

    El matiz es interesante, ya que somos muchas las personas que creemos lo mismo que la jerarquía de nuestra Iglesia. No es la jerarquía quien impone nada, somos nosotros quienes nos damos esa jerarquía que guarda y da cohesión a nuestra Fe.

    Cierto que la homogeneidad necesita de una energía inicial mucho más intensa que la heterogeneidad. Esto es química fundamental. Pero una vez conformada la homogeneidad, el resultado es realmente una comunidad y no un colectivo. La homogenidad guarda en su interior toda la energía que se ha empleado para crearla y obtiene de ella las características físico-químicas que las distinguen de los demás materiales.

    En resumen... diamante o carbón. Son lo mismo y no lo son... hay que tener discernimiento.

    Saludos fraternos :)

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  2. Hola Miserere:

    Comprendo que el artículo representa una sensibilidad diferente a la que creo te caracteriza, por lo que he leido en tu blog.

    Naturalmente esto hace que interpretemos la otra sensibilidad como equivocada y nos queramos convencer de ello.

    Respeto que crees que la autora se equivoca, para mí expresa muy bien aspectos de la tradición de la iglesia, que tiene como base la trinidad y no un Dios unitario. esta visión es más tradicional que cierto tradicionalismo que cree ser el único representante de la tradición. Este tradicionalismo es hoy para mí el mayor ataque a la Tradición que está viviendo la Iglesia.

    Representa un sentior muy extendido en la Iglesia y quizá, aunque sorprenda a algunos, mayoritario.

    Quizá ver los aspectos en cómún con ella (una muy buena teóloga actual)y las cosas que nos pueda enseñar, sea más enriquecedor que buscarle "las vueltas", para confirmarnos en nuestra sensiblidad.

    La diversidad de sensibilidades existe y podemos excluirnos unos a otros o podemos entrar en comunión aceptando la tradicional pluralidad eclesial, con límites lógicamente, pero ámplios y no estrechos de miras.

    un abrazo.

    José Antonio.

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  3. Estoy contigo Jose Antonio, la teóloga, dice bien, sin libertad, no puede haber verdadera Fe.
    Imponer uniformidad, solo crea, represión y miedo.
    La Iglesia si es cristiana, debe basarse en Cristo y este murió por defender a todos los seres humanos, en especial a los mas necesitados, se salió del camino angosto judío y predico la buena nueva del Amor.
    Esta Iglesia no es pues cristiana, cuando defiende dogmas e imposiciones y pretende que le sirvamos,cuando debiera servirnos, solo en la diversidad, podemos relacionarnos, en la uniformidad, no hay caminos, creamos un carril, pues solo hay aquello que nos dan, en la diversidad hay vida, pues podemos elegir caminos, tenemos horizontes.
    La unidad en la diversidad, creo es lo correcto,es libertad, la unidad en la uniformidad, es cárcel es imposición.
    Un abrazo Jose Antonio.

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  4. Me alegra Miguel que coincidamos en este punto de vista.

    un abrazo

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  5. Acepto perfectamente lo que me indicas José Antonio... nada que objetar...

    ... pero fíjate que hablo de saber, conocer y entender y eso no tiene que ver con las sensibilidades o con todas ellas.

    Igual sucede con el miedo... se da en todas ellas y da lugar a las típicas posturas obtusas de rechazo directo.

    Es decir. Intento ir más allá de las sensibilidades y encontrarme con las razones que hacen aparecer los fantasmas del miedo, las carceles, las imposiciones, dogmas, etc. Porque estos fantasmas son comunes a todas las perspectivas del hecho religioso y a todas las religiones.

    Ninguna sensibilidad se libra de ellos. Fíjate como aparecen en el texto de esta teólogo... que por ser admirable y admirada, no deja de tener miedo a lo diferente.

    Resaludos fraternos:)

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  6. Hola Miserere:

    Me alegra que coincidamos en lo básico, me comentas también que te interesa entender y comprender más allá de las sensibilidades, si bien creo que nuestro conocimiento siempre está concidcionado por nuestra perspectiva y sensibilidad, nadie tiene una visión universal de las cosas, podemos ver la misma verdad pero desde nuestra ventana, que condiciona nuestra manera de ver y entender. Reconocer la limitación de mi entendimiento es lo que me permite darme cuenta de que el diálogo con el otro es la mejor vía para ampliar el conocimiento y que la diversidad, en vez de un problema, puede ser una gran riqueza.

    No sé si Mercedes tiene miedo, en cualquier caso me parece gestiona bien ese supuesto miedo que tú dices que tiene, ya que no se deja llevar por él al proponer lel diálogo y el respeto para lograr la comunión y no el uso de la exclusión y la violencia.

    La pluralidad no es que valga todo (la pluralidad se opondrá la uniformismo siempre) sino que piensa que el diálogo es la mejor manera para lograr la comunión.


    abrazos fraternos también para ti ;)

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Este Blog quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos que queremos ayudar a transformar la sociedad para convertirla en un lugar más fraterno, más libre, más justo y, a la vez, somos conscientes de que todo cambio social sólo es posible si hay un cambio personal e interno y no se olvida lo que nos enseña la Tradición Espiritual de la Humanidad, intentándo actualizarla creativamente en cada época.


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