Como me ha pasado en otras ocasiones, cada vez que el Papa viene a España, me encuentro con que, los ya son católicos muy convencidos, se quedan entusiasmados con la visita, mientras que una serie de personas, que se habían alejado de la Iglesia y están intentando acercarse con mucha sinceridad, se quedan horrorizadas y abortan todo acercamiento, al descubrir que el estilo del que huyeron está todavía en pleno vigor en la actual iglesia.
Creo que para muchos el principal obstáculo para acercarse hoy al cristianismo es precisamente el estilo, el discurso y las estructuras eclesiales existentes. Algunos se confunden y creen que el cristianismo es eso. Como recordaba el Concilio Vaticano II mucho del ateísmo se debía a los propios cristianos que hemos velado el mensaje de Jesús.
Como nos explica José María Castillo (uno de los mejores y más pedagógicos teólogos de España) Jesús fue un judío laico y marginal cuya acción histórica fundamental fue crear una comunidad de discípulos que intentaba ser signo e instrumento de una nueva sociedad constituida por hombres y mujeres nuevos: el reino de Dios.
La Comunidad de Jesús no fueron los Doce, sino un grupo más amplio. La comunidad es anterior a los Doce y de ella fueron ellos seleccionados como símbolo del Nuevo Israel (las 12 tribus). La jerarquía no es anterior a la comunidad sino que nace de ella y está a su servicio.
Jesús no crea esta comunidad para dar “la salvación”, ya que en numerosas ocasiones (por ejemplo al preguntarle el joven rico) dirá que para “salvarse” sólo es necesario cumplir los mandamientos, es decir, ser ético.
La Comunidad inaugura el Reinado, la nueva sociedad, que comienza ya en el propio Jesús.
Para entrar en ella pide “que se renuncie al dinero”, es decir, a las ataduras con el sistema dominante y dominador (“el mundo”) que se basa en la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre.
Las llamadas “Bienaventuranzas” son el programa que Jesús les propone, de ellas la fundamental es: elegir ser pobres para que Dios sea rey en nosotros, es decir, a diferencia de los políticos y los sacerdotes que buscan dominar a la gente, en la comunidad lo principal es servirse unos a otros, compartir con todos y debe reinar una igualdad básica. Recuerda mucho a lo que hoy llamamos el socialismo si bien con una fuerte vivencia mística.
Su programa no es reformar el sistema vigente es cambiarlo, hacer algo nuevo y diferente, Jesús en este sentido es un revolucionario y no un reformista.
El mensaje de Jesús no se puede reducir, por lo tanto, al ámbito de lo religioso (si bien lo incluye), Jesús va más allá de lo religioso, hace ver que la religión es para la vida y que muchas veces la religión es un obstáculo para lograr esa vida plena.
Los primeros cristianos fueron muy críticos con la religión, viendo en Jesús la plenitud de lo que la religión pretendía, sin lograrlo. Así Jesús, el laico, es el verdadero sacerdote; Jesús, el siervo, es el verdadero rey; Jesús, el maldito que murió en el madero reprobado por Dios según los sacerdotes, es el Señor. Todo este lenguaje es utilizado de forma casi contracultural. Se utilizan términos religiosos para realidades seculares haciendo ver que la vida es donde se vive la realidad de la que la religión sólo es un símbolo. Y en ocasiones una deformación.
En Jesús, el obrero, laico, se descubrieron la plenitud de lo religioso (el Cristo, el Mesías, el Hijo). El cristianismo rompió así con la mentalidad sacral (dualista, fragmentada, alienada) que separa lo sagrado y lo profano, descubriendo que lo secular, la Vida, está por encima de la religión. Jesús dirá: los últimos (según la mentalidad alienada) serán los primeros en el reino (en la nueva realidad espiritual y social que predica y vive). La “memoria de Jesús” se convertirá así en una “memoria subversiva”.
Poco a poco, a medida que el cristianismo se fue integrando en el sistema fue perdiendo este espíritu místico y político revolucionario ( el teólogo Metz define al cristianismo como una mística política). Cuando el imperio lo adopta como religión oficial ya se había transformado en una religión, Jesús se había sacralizado y todo se había reducido al ámbito sacral y religioso. Ahora cuando a Jesús se le llamaba señor se intentaba legitimar el sistema político basado en la existencia de señores y siervos. Lo religioso volverá a aparecer como superior a lo secular y lo secular alcanzará su plenitud sólo en lo religioso. Se recupera así al mentalidad alienada, se justificará la dominación de unos sobre otros y lo de los últimos serán lso primeros se entiende en un sentido espiritual y no social.
Ahora bien, el espíritu del cristianismo original no ha desaparecido nunca del todo, comunidades ( e individuos) como las monásticas en los comienzos y otras, después, han ido descubriendo este Jesús de los pobres y de la liberación frente al sistema. Hoy hay muchas comunidades y personas en la Iglesia que viven este espíritu.
Parece que nos encontramos en un tiempo que anuncia un cambio radical, ya no valen reformas, necesitamos una transformación radical. Que además sea integral, de estructuras sociales, políticas, económicas, culturales y de corazones. Posiblemente una sociedad más socialista y más democrática. Necesitamos pues ir creando sujetos sociales que ayuden a ir naciendo esta nueva época. Las comunidades cristianas pueden ser un estupendo lugar para gestar esa revolución que se avecina, evitando caer en dogmatismos ideológicos por su espíritu inconformista y crítico con todo sistema.
Esto supone, eso sí, trabajar por un nuevo estilo, un nuevo lenguaje, unas nuevas estructuras en la Iglesia. Si no cambia, la Iglesia en su actual forma, podría ser un obstáculo para el propio cristianismo y para la sociedad. José María Castillo ponía un ejemplo, imaginemos que en una autopista del siglo XXI se mete un grupo de personas con una cuadriga romana. No sólo se ponen ellas en peligro, sino que ponen en peligro a los demás.
La reforma, pues, de la Iglesia es hoy muy necesaria y es una tarea de todos, no sólo de los cristianos. Así que manos a la obra ¿no?.
Ser Cristiano es símbolo del bien, sean cuales sean las creencias
ResponderEliminarSer Cristiano es unificar todas las religiones y ver en sus comparaciones, que todas tienen podríamos decir los mismos mitos y leyendas con diferente nombres en sus escepcionales personajes, las cuales hay que respetar y aprender a descifrar.
En la visita del Papa estoy de acuerdo con lo que dice José María Castillo de que la mayoría de los que estavan allí tenían miedo a la libertad y estaban dispuestos solo a escuchar, reir y aplaudir con el amén en la boca, asintiensdo a todo lo que ese señor decía.
Es una lastima aprovecharse de los jovenes y sus conciencias aún dormidas no dejandoles ser libres, a que encuentren la verdad por su cuenta.
No dudo de las buenas intenciones de esos jovenes y sus buenos sentimientos pero a la vez me dan pena que no se les impulse a pensar por ellos mismos y que se les diga que para seguir a Cristo hay que ser de la Iglesia que es la única que tiene la razón.
Me assuta tambiés que el Papa apoye a los Kikos para evangelizar, me he informado sobre ese grupo y da terror, me parece una criminalidad en la esclavitud.
No se puede ir puerta por puerta a evangelizar, hay que hacerlo humildemente y con el ejemplo del diario vivir.
Parece que como la Iglesia se está hundiendo hay que agarrarse al demonio y al infierno, tando da lo que pueda ocurrir. Lo importante es no perder el poder.
La Iglesia no me atrae para nada, veo un futuro muy malo, lleno de imposiciones y olbligaciones si no denunciamos saliendo a la calle, sin embargo a través de internet he podido conocer aunque virtualmente a sacerdotes renovados y libres con muy buenas conciencias, pero desgraciadamente el Papa y toda la Institución los aleja, silencia y los maltrata. Nadie puede pensar diferente, pues te azotan y excomulgan.
No puedo dar mi apoyo según mi forma de pensar a es Institución, ya que los veo en una gran parte, muy inconscientes de lo que necesita la humanidad, solo se ocupan de hacer retroceder el Concilio Vaticano II.
Que afluya la Iglesia Universal y que Cristo, símbolo de Amor Sabiduría, el Buda, signo de iluminación y todos sus otros hermanos en Santidad i Perfección tengan su lugar en la Eucaristía y en la comunión. Que se acepte a los que no piensan igual y haya una reformación completa en el mundo.
Aprender a escuchar a nuestra alma es el verdadero camino que conduce a la cima de la más alta montaña en donde nuestros ojos mirarán al Sol sin miedo.
Nadie por superior y santo que nos pueda parecer a nuestros ojos debe mandarnos a obedecerlo sin protestar.
Un buen Maestro de Sabiduría ayuda los demás a ser libre y responsable e incluso a superarle en el sendero, lo cual no quiero decir competir alo que El se alegra.
Un abrazo.
Recuerdo en mi pueblo a un cura revolucionario que de joven había combatido en no se que lugar de Sur_América, profesor de instituto y el oficiador de bodas y entierros. Llego a ser el único alcalde cura comunista en España, hasta que un día perdió la alcadia, paso a ser anónimo. Lo cazaron mediante unas cámaras de seguridad rayando el cohe de la nueva alcaldesa.
ResponderEliminarDios escribe con renglones torcidos, a veces diría que retóricos/Dalinianos.
Juan Manuel
Gracias por vuestra aportación Olga i Carles.
ResponderEliminarun abrazo.
Juan Manuel
¿?
un saludo
José Antonio
"(...) una serie de personas, que se habían alejado de la Iglesia y están intentando acercarse con mucha sinceridad, se quedan horrorizadas y abortan todo acercamiento, al descubrir que el estilo del que huyeron está todavía en pleno vigor en la actual iglesia.(...)
ResponderEliminar(...)Si no cambia, la Iglesia en su actual forma, podría ser un obstáculo para el propio cristianismo y para la sociedad. José María Castillo ponía un ejemplo, imaginemos que en una autopista del siglo XXI se mete un grupo de personas con una cuadriga romana. No sólo se ponen ellas en peligro, sino que ponen en peligro a los demás.
La reforma, pues, de la Iglesia es hoy muy necesaria y es una tarea de todos, no sólo de los cristianos. Así que manos a la obra ¿no?."
:-) Si, desde luego no vendría mal una nueva reforma de la Iglesia (o aún mejor, :-)dejarla caer por si solita sin reformar nada ...y prescindir de la institución). En todo caso si a alguien compete esa ardua, ímproba, tal vez imposible tarea es a los católicos, o a los cristianos en general que se sientan implicados, pero me parece que :-) el resto de la sociedad bastante tiene con defenderse de los prepotentes envites ideológicos y las retrógradas manipulaciones políticas y económicas de tan impía institución. Un cordial saludo y mis mejores deseos de supervivencia a quienes sinceramente apuesten por esa tarea desde dentro de la Iglesia..., con el riesgo consiguiente de salir trasquilados que seguramente ello supone.
Gracias Danielpor compartir tu opinión, que confieso me parece excesivamente dura en su juicio. un abrazo.
ResponderEliminarJosé Antonio
Quisiera dar mi opinión, ajena al cristianismo.
ResponderEliminar(Y, pido disculpas por adelantado si con ello molesto a alguien; pues no es esa mi intención)
Se echa y mucho de menos, tanto espiritual como socialmente, al cristianismo. Eso es cierto; pero se le echa de menos por que no esta presente.
Por lo tanto veo muy deseable esa reforma. (Regeneración, la llamaría yo ¿quizá? )
Pero... ¿es posible?
Miro y no veo como sería posible.
Hace unos días en un foro pro-aconfesionalidad y por lo tanto tachado de antipapista una forera defendía la pluralidad de la iglesia como institución y colectivo y pedía ayuda para aquellos católicos que podrían llevar a cabo esa regeneración. Pero...
Un puñado de voces que se callan cuando se les ordena callar no son germen, me parece, que permita la reforma que propones.
Creo que la imagen que mejor refleja la situación actual de la iglesia es la de Ernesto Cardenal arrodillado en un aeropuerto.
Dado que vives dentro de esa institución se supone que la conoces mejor que yo y que tu opinión tiene mejores fundamentos que la mía; lo sé. Ojalá estés en lo cierto y me equivoque; ya se vera. Pero en tal caso... ¿se podría ayudar a esa reforma desde fuera, cómo?... No veo el modo.
Deseo estar equivocado, claro, pero por ahora soy de la misma opinión que Daniel.
Hola Manuel:
ResponderEliminarGracias Manuel por expresar tu opinión, creo que algo muy útils que dialoguemos desde dentro y desde fuera, nos vayamos conociendo y escuchando y puede que se nos vayan ocurriendo maneras de colaborar, ya sólo sentarnos y hablar ayudará a rebajar la tensión religión- laicidad.
un abrazo.
José Antonio
Mmmm...
ResponderEliminar¿Dialogar?
Pues tienes razón. Es un comienzo.