La imposible teodicea es el título de un libro de Juan Antonio Estrada. ¿Qué nos dice?
• Desde una perspectiva antropológica, racional y filosófica, el mal tiene que ser asumido. La única respuesta posible es la lucha contra él. El mundo es como es, no podemos evitarlo porque somos parte de él, pero sí transformarlo.
• La praxis transformadora en que convergen la ciencia, la filosofía, el arte y la religión, es la respuesta común al problema del mal. Lo único racional es luchar contra él, incluso aunque tengamos conciencia de la derrota inevitable ante un mal que pervierte los ideales más nobles y que frustra cualquier proyecto liberador.
• El siglo XX ha mostrado que los sueños de la razón producen monstruos… el fracaso del progreso como panacea frente al mal; los desastres causados por el hombre, han posibilitado filosofías existenciales del absurdo.
• El problema se radicaliza cuando se cree en un Dios personal. De ahí surge la teodicea, los intentos de justificar a Dios ante el mal. Que remontándose a Epicuro, retoma Leibniz en el siglo XVII. Es el intento —digo— de explicar racionalmente el porqué y el para qué del mal y de justificar a Dios ante él. El hombre llama a Dios ante el tribunal de la razón para enjuiciar la creación y dilucidar si es bueno y justo, y explicar el mal desde la perspectiva divina.
• La solución se basa en lo que Dios puede o no hacer. El Dios bondadoso crea el mejor de los mundos posibles y el mal forma parte de su acción creadora, ya que la imperfección de lo creado lo hace inevitable.
• ¿Qué piensa Estrada de todo esto? Que estos conocimientos intentan explicar racionalmente el mal, integrándolo en un sistema total de sentido, pero que para la mayoría de las personas, estos conocimientos son insuficientes, y a veces una manera teórica de huir del sinsentido que el mal plantea.
• Pero es más, esta visión entró en crisis con el terremoto de Lisboa de 1755, que cuestionó la tesis optimista de Leibniz de ser éste el mejor de los mundos posibles, al ser creación de Dios. La filosofía declaró imposible la teodicea. No se puede englobar en una teoría a Dios y al mundo, para desde ahí explicar el mal. Dios no puede ser parte de un sistema. El Dios divino, si es que existe, no puede integrarse en una construcción racional. Y añade: Hoy triunfa la teología negativa, el «si lo conoces no es Dios» de san Agustín; y triunfa la crítica al Dios de los filósofos, que no sería más que una mera construcción humana.
• Estrada, teniendo en cuenta a Kant, dice que cuando la razón especula sobre Dios, sin base empírica en qué apoyarse, cae en una divagación sin contenido. Dios sólo puede ser un postulado de la razón, objeto de la fe racional del hombre.
• La existencia del mundo es problemática y nos plantea la pregunta por Dios, pero no podemos teorizar sobre él, sobre su esencia o sus intenciones.
• De ahí que concluya Estrada que la teodicea es imposible y que el silencio y la pasividad de Dios ante un mundo supuestamente creado por él, es lo que hace del mal la roca fuerte del ateísmo y también lo que problematiza la fe del cristiano que ni sabe ni puede responder ante la queja sobre tanto mal.
Ahora bien, ¿hace alguna propuesta positiva J.A. Estrada?.
Sí. Invita al creyente a vivir apoyándose en su fe y tomando conciencia de que hay preguntas que la teología ni sabe ni puede responder, son las preguntas irresueltas de la teología.
Y es que racionalmente no podemos decir quién y cómo es Dios. No hay que confundir nuestras representaciones con la realidad divina; y hay que mantener la negación como más verdadera que lo que afirmamos sobre Dios.
Sin embargo, más allá del intento de la razón por llegar a Dios y conocer su esencia, están las religiones y sus pretensiones de conocimiento en base a experiencias y revelaciones. Y de ahí que siga preguntando: ¿Es posible una teodicea teológica en base a la revelación? Y si no lo fuera, ¿se puede seguir siendo cristiano con una teodicea irresuelta? Estas son preguntas que en el siglo XX se han vuelto determinantes para la fe, la teología fundamental y la misma apologética, como consecuencia del fracaso de las teodiceas filosóficas.
Como decía, Estrada nos invita a vivir como cristianos con una teodicea irresuelta, apoyándonos en nuestra tradición. En ella encontramos dos grandes crisis vinculadas al problema del mal: la de Job, en el A.T.; y la que provoca la cruz de Jesús.
• En la cruz de Jesús, ésta crisis se agudiza hasta el extremo. Jesús apura el cáliz del sinsentido, y en ese cáliz se mezclan el dolor físico y el mal moral, la injusticia y el sufrimiento. Pide a Dios que le evite el mal, confesando que está triste hasta la muerte; pero sólo recibe fuerzas en la oración para afrontarlo. No hay intervención divina que le evite ese cáliz. La historia de Jesús se inscribe en la de tantos vencidos, víctimas injustas que fracasaron en sus proyectos a favor de una humanidad que supere el mal.
• Jesús fue probado y tentado en la experiencia del mal, como nos ocurre a todos, y sin comprender, murió como vivió, perdonando a sus agresores y poniéndose en las manos de Dios. Sus preguntas son las de tantos: ¿Dónde está Dios? ¿En qué queda su providencia? ¿Por qué no interviene si es el Señor de la historia?
Son preguntas típicas de una teodicea irresuelta, como la de Jesús. Su no saber y su conciencia de abandono lo acercan a nosotros, que tenemos que asumir un mal incomprensible sin desfallecer ante él.
Ahora bien, la clave de la respuesta cristiana al problema del mal está en la resurrección, y en esto coinciden ambos autores. La resurrección hace posible la esperanza a pesar del mal. Pero vayamos concluyendo…
Nos dice Estrada, el anuncio de la resurrección confirma la presencia de Dios en y desde el crucificado. Dios se revela en un escenario que revela su impotencia ante el mal humano; la autonomía de los acontecimientos históricos y el mal que Dios no quiere son los elementos esenciales de ese escenario; en él se pone de manifiesto la ausencia de una fuerza divina, que desde fuera de la historia, contrarrestara el mal en la historia y limitara la libertad humana. Es el hombre, no Dios, el agente de la historia. Pero Dios se hace presente inspirando, motivando y actuando a través de personas que se convierten en sus testigos.
• El Dios cristiano es incomprensible porque se manifiesta desde el no poder, incapaz de proteger a los suyos de los efectos del mal e identificado con las víctimas.
• No hay que pretender saber más que los no creyentes acerca del mal. Hay que aprender a vivir con una experiencia del mal que genera preguntas a Dios y a los demás, sin que haya respuestas. La solución no está en que se tenga una teodicea explicativa, sino en que desde la historia de Jesús ya se sabe cómo afrontar el mal y vivir con esperanza.
Y termino la exposición de Estrada con esta frase: «Lo específico cristiano no es un saber global sobre el mal, sino la identificación con una vida, la de Jesús, y la esperanza en una promesa, la del resucitado. Se puede ser cristiano sin una teodicea resuelta.»