"Tutti i miei pensier parlan d’amore (Todos mis pensamientos hablan de Amor)". Vita Nuova. Dante Alighieri.

lunes, 14 de junio de 2010

Necesidad de superar la visión represiva de la sexualidad en el catolicismo, por Cosme Puerto Pascual, sexólogo y dominico.




Hoy son muchos los creyentes y no creyentes que siente una necesidad y un profundo anhelo de una espiritualidad integrada en un cuerpo humano sexuado, erótico y no angelical. Que su espiritualidad no sea pesimista, negadora, represiva, que responda a una actitud positiva y optimista de la sexualidad.


La no vivencia de la sexualidad humana como una realidad positiva e integrada dentro de una vida espiritual, significa que no pocas personas creyentes y piadosas se perciben interiormente desgarradas ante Dios. Muchas llevan mal la represión, la negatividad, la culpabilidad, la inhibición, los miedos, temores sexuales, que les conduce a un estado neurótico y depresivo.


Cada día son más los creyentes y no creyentes que no necesitan a la Iglesia como una instancia moralizante, acusadora y represora de su sexualidad. Lo que buscan y necesitan de ella es benevolencia y comprensión. Lo que necesitan son personas creyentes y espirituales que se la expliquen de manera sana y positiva y les indiquen el buen camino a seguir en el proyecto de vida espiritual. Que les señalen el camino que deben seguir para vivirla como un valor realizador y gozoso. El camino que les conduce a ello, que en el fondo debe ser un camino no condenativo sino portador de la libertad en el Espíritu.


Nuestra principal conclusión y mi punto de arranque para comprender y vivir la sexualidad como fuente de espiritualidad es: no separemos lo que Dios ha creado unido y redimió para superar lo que nosotros separamos. No hagamos de nuestra vida y de la sexualidad algo aparte de ella. No hagamos ni de nuestro cuerpo ni de la sexualidad una cosa aparte. Somos un cuerpo sexuado, sexual y erótico para comunicarnos con Dios, nosotros mismos y con los otros. Querer vivir una espiritualidad cristiana negando lo que somos nos lleva a negar lo que Dios ha creado y su encarnación en ello.


La necesidad de un gran espíritu crítico con el que superar las falsas creencias, tabúes, mitos y prejuicios de los que tenemos que liberarnos para integrarla en la vida espiritual cristiana; prejuicios que nos distorsionan la mirada y que nos impiden el nuevo y fresco esfuerzo por ver la realidad sexual como la fuerza, que juntamente con la vida espiritual más poderosas del ser humano, que afectan a todos los hombres y mujeres sin distinción de edad, ni condición social; unas fuerzas tan naturales y tan deseadas por ser fuentes de felicidad; tan valiosas por ser vehículos más perfectos para entablar relación y para expresar la sublimidad del amor humano.


La sexualidad no aparece como algo integrado ni en la totalidad de la vida humana, ni como fuente y camino de espiritualidad en nuestros países occidentales y en nuestra Iglesia. Aún hoy y a pesar de la gran evolución sufrida, la sexualidad es algo que aparece al lado de la vida, pero no como la expresión de la totalidad de la persona y de la vida y, por tanto, de la relación completa entre las personas y de todos los componentes de la persona.

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el camino que sigo es el camino de la mística del amor, no un amor sentimental, sino un amor inteligente o consciente (amor iluminado decían los antiguos) y solidario, que no olvida el sufrimiento y la injusticia.
Guiado de la mano de de la mística monástica cisterciense (la primera mística moderna del amor), el esoterismo cristiano, la mística de san juan de la cruz y el zen... y animado por ideales progresistas y solidarios os invito a caminar juntos hacia un mundo y unos hombres y mujeres nuevos.